Había pasado dos semanas desde que volví a encontrarme con Katherine, la prensa se había olvidado de nosotros para concentrarse en alguien más, lo cual agradecía, la ciudad entera estaba en alerta, había llegado un nuevo sujeto que en apenas un solo mes había logrado hacerse con la cuidad, según las noticias había logrado sobornar a los hombres más poderosos, incluso aseguran que Obama está de su lado, aunque él lo niega, las carceles más peligrosas esta siendo controlado por ese hombre, si ellos hacían lo que él quería, eran libres, el abogado que trabaja para el, ya había conseguido sacar a tres en tan solo un mes, había logrado que todos los carteles, pandillas y mafias trabajen para el, la única que no entraba en ese grupo era mi madre, eso a ella le preocupaba pues rumores corrían de que un cartel que se había negado a colaborar con el, fue borrado del mapa, todos asesinados, no queda nada ellos, mi madre teme pues si ese sujeto acude a ella...no le importa lo que le pueda hacer, lo que a ella le preocupa es nuestra seguridad, la de Danna y Drew más que la mía, yo sé cómo defenderme y hacer uso de mis habilidades, pero ellos dos, una es demasiado inocente y el otro demasiado impulsivo, siendo honestos a mí también me preocupa, Freya siempre fue la más temida, pero con la llegada de ese hombre ella había pasado a segundo lugar, sus socios se habían unido a él sin romper el trato con ella por supuesto, no quieren morir de todas formas.
Ahora el miedo corre entre los abogados de las ciudades, el abogado que trabaja para ese hombre, murió hace dos dias y se dice que él está buscando un sustituto, lo peor de todo es que, nadie sabe cómo es, se mantiene en la sombra enviando a subordinados a hacer el trabajo sucio, en mi bufete todos estaban nerviosos por ser lo siguientes pues saben que si se niegan, morirán, yo por mi parte, no le temo, puede venir a mi si quiere, mi respuesta será un rotundo "NO", no formaré parte de ese mundo, ya tengo demasiados demonios como para crear más.
– señorita Evans, hay unos hombres que quieren hablar con usted – me informa mi secretaria con voz temblorosa asomada por la puerta.
– tienen cita? – niega con la cabeza incapaz de pronunciar palabra, odio cuando hace eso – pues que pidan una cita y vuelvan otro...
Antes de que pueda terminar la frase, la mujer desaparece y la puerta se abre con brusquedad, tres hombres vestidos completamente de negro entran como si fueran dueños del lugar, me siento tentada a pulsar ese botón que hará que se marchen pero la curiosidad puede conmigo, uno de ellos cierra la puerta y el más bajito de los tres da un paso hacia adelante, sostiene un portafolio negro y lo lanza encima de mi mesa.
– es un contrato donde juras lealtad a la mano negra – dice con voz dura, aunque sospecho que siempre habla así.
Que nombre más original.
Se burla esa vocecita, con una sonrisa cojo ese contrato y lo rompo en dos, ese es el nombre del hombre que aterroriza a la ciudad, todo un gánster en potencia, pero como dije antes, a mí no me asusta, ni siquiera me sorprende que los dos hombres detrás de él saquen sus pistolas y me apunten con ella.
– dile a tu jefe que no cuente conmigo, o mejor aún – sonrió con arrogancia– dile que se vaya al diablo.
Cojo el contrato roto y se lo lanzo a la cara, los hombres armados le quitan el seguro a sus pistolas pero el enano levanta la mano dando una orden silenciosa que no lo hagan, sabiamente obedecen.
– morirás – aseguró.
Dicho eso, se fueron tan rapido como entraron, esto sencillamente es extraño, supongo que tengo que andar con cuidado, tengo mis días contados, sin querer sonrío ante la idea de morir, es decir, no es como que sea una chica suicida, no soy tan valiente para hacerlo, pero vamos...vivir o morir no es ahora decisión mía, no sé porque siento como si me quitasen un gran peso de encima.
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Verdades Ocultas
RomanceLa Vegas, el inicio de una serie de malas tomas de decisiones, Sam no era diferente a esas miles de personas que tras un larga noche de borrachera, despertó en cama de otro (lo cual no es una novedad), con un anillo en su dedo anular, no cualquier a...