– no mires, por favor – le ruego con la voz ronca.
Mi corazón duele y me duele más ver cómo su mirada no deja la mía y como sus lagrimas descienden lentamente mojando sus pálidas mejillas.
– mira, mira, sé que te encanta – se burla David atrapando mi pecho con su mano grande y rasposa.
Axel no dice nada, simplemente empieza a caminar ignorando su provocación, a cada paso que da siento que empiezo a entrar en pánico, nerviosa por no poder quitar a David de encima de mí que se mueve cada vez más rápido dañando mi corazón, me renuevo ignorando las punzadas de dolor que me provoca los grilletes en mis muñecas y tobillos, no quería que Axel viera esto, David tiene razón, después de esto el pelinegro no querrá volver a tocarme, dudo que me mire como antes lo hacía, una cosa es que el sepa lo que me pasó hace años, se lo puede imaginar pero eso nunca supera la realidad, cuando ves a la persona que amas en esta situación, esposada de pies y manos y siendo penetrada sin parar, simplemente algo dentro de ti cambia, cambia la forma en que la ves, poco a poco el amor incondicional que prometías deja de serlo y se convierte en simples recuerdos del pasado, cargas contigo un peso demasiado alto que ni siquiera te pertenece y al final optas por soltarlo, no vale la pena soportar el dolor de esa persona pues el tuyo ya es suficiente, simplemente te alejas y la dejas sola con sus cargas, sé que eso me pasará, no importa cuantas veces le confiese que lo amo, cuantas veces le diga que esto no me daño más que la primera vez, no importa cuantas veces el me diga que nada cambiará porque pronto pasa factura, porque al fin y al cabo, el pensará en el, y eso está bien, pero no por ello deja de doler, no por ello deja de ser tan doloroso, eso no me hará sentir mejor, al contrario, pensar en que por culpa de ese infeliz, me sentiré más desdichada e infeliz, lo sé, y pese a todo, no importa, siempre pensaré primero en Axel, no haré nada por detenerlo cuando decida marcharse, no, es más, con todo el dolor de mi corazón, lo animaré a hacerlo, lo animaré a encontrar a alguien con menos cicatrices, con un pasado limpio, porque lo amo y sé que nadie lo amará como yo, pero si mejor.
– todo irá bien– dice antes de pararse frente a mí.
Sin más, de un solo puñetazo aleja a David de mi, me siento sobre mis tobillos y abrazo mi cuerpo desnudo cuando siento como un líquido extraño empieza a descender por el interior de mis muslos.
– te sacaré de aquí – asegura con voz dura pero a la vez triste.
Se quita la chaqueta y la coloca encima de mis hombros, de la cinturilla de su pantalón vaquero desenfunda un glock plateada y la deja sobre mis pierna para después empezar a caminar nuevamente, curiosa lo sigo con la mirada, observo cómo empieza a mover la cabeza y los brazos, como si se estuviera preparando para algo gordo, y así es, pues no deja que David se levante y se recomponga, no, le coge del cabello y de un tirón lo obliga a ponerse de pie, el castaño aprovecha eso y con fuerza entierra su puño cerrado en las costillas del pelinegro, Axel simplemente suelta un suspiro como su hubiera estado esperando ese golpe, no le deja tiempo para que vuelva a golpearlo, le coge del cuello y lo estampa contra la pared para después empezar a darle puñetazos sin parar, uno, dos, tres, cinco, diez, quince, sus energías parecen nunca agotarse, supongo que David ya se rindió, pues no hace el intento de defenderse, solo se ríe con la vista pegada a mí y el pelinegro parece obtener más fuerza y energía con cada golpe que le propicia tiñendo sus nudillos de rojo.
– tengo VIH.
Dice eso y suelta una carcajada al ver nuestras reacciones, más bien la de Axel, su puño se detiene a medio trayecto de la cara ensangrentada de David, su mirada vuela directamente a mí, los ojos abiertos como platos por la sorpresa de esa información nada agradable y como si le hubieran dado un puñetazo, retrocede un paso a la vez que poco a poco su piel pierde color hasta quedarse pálido, blanco como el papel, por mi parte, mi cuerpo se mueve por si solo, soy consciente de cada movimiento, pero aunque quisiera, no puedo detenerme, mi mente está en blanco, mis manos sujetan con fuerza el arma que minutos antes Axel me dio, siento como la comisura de mis labios se eleva en una media sonrisa, mis manos desarma la pistola solo para asegurarse que quedan balas, al menos diez más, después la vuelve a montar y con una seguridad que antes no sentía, apunto a David que a duras penas se mantiene de pie, miro esos ojos marrones que brillan con maldad y aprieto el gatillo, esa sonrisa y esa mirada de victoria es sustituida por un grito de dolor y lágrimas en los ojos, la bala impacta con fiereza en el centro de su deseo, deformando su miembro que aún se mantenía erecto.
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Verdades Ocultas
RomanceLa Vegas, el inicio de una serie de malas tomas de decisiones, Sam no era diferente a esas miles de personas que tras un larga noche de borrachera, despertó en cama de otro (lo cual no es una novedad), con un anillo en su dedo anular, no cualquier a...