Un minuto.
Repito esas dos simples palabras en mi mente mientras que a fuertes empujones y maldiciones, me abro paso entre las personas buscando entre ellos a mi hermano, o en el mejor de los casos, mi tio, cualquiera de los dos, porque sé que si David me ve acompañada, no se arriesgará a atacar, el es así, prefiere tener que enfrentarme cara a cara, a solas, en lugar de arriesgarse a atacar cuando me ve con alguien más, por eso aquel día en esa discoteca y la fiesta de Matt, solo se dedicaba a pronunciar palabras que sabía me afectaría, es demasiado cobarde.
– KRIS!!
Grito con todas mis fuerzas cuando logro visualizarlo en la barra, mirando a todas partes, dudo que haya oído mi grito, la música está demasiado alta, nuevamente, todo a mi alrededor empieza a girar, mis piernas tiemblan débiles, con mi mano busco algo en que sujetarme para no caer, pero no encuentro nada y por ende caigo como un saco de patatas, una chica chilla y pronto los que bailaban se detienen y me rodean murmurando cosas que no alcanzo a escuchar, solo escucho alguna canción de Martin Garrix, el ritmo acelerado de la música resuena al ritmo de los latidos de mi corazón, intento moverme, pero ni un solo músculo sigue las órdenes que le envía mi cerebro, mis párpados se cierran lentamente y por mucho que les ordene que se abran, no obedecen, simplemente se mantienen entrecerrados, viéndolo todo, caras desconocidas, miradas curiosas, algún que otro móvil grabando esta extraña escena, busco en el poco campo de visión que tengo alguna cara conocida.
– apartaos, soy médico.
Una voz sobre sale por encima de la música, sonrío internamente al saber que no caeré nuevamente en las manos de ese bastardo, pero al ver al supuesto doctor, toda esperanza se ve absurdamente extinguida y lo único que siento ahora, son ganas
de llorar.– creo que no respira, le practicaré un RCP– dice con una media sonrisa.
Sin borrar esa asquerosa sonrisa, baja el cierre de mi chaqueta de cuero y la abre, con lentitud posa ambas manos sobre mi pecho, una encima de otra, empuja con suavidad para después acercar su rostro al mío, con una mano, me coge de la barbilla y me obliga abrir los labios, grito y me renuevo en mi interior cuando siento sus ásperos labios sobre los míos, me maldigo y le pido a Dios la muerte al sentir su lengua sobre la mía, saboreándome sin reparo, sin pedir permiso, invadiendo mi boca, aún con una mano en mi pecho.
– ahora empieza lo bueno – me susurra al oído antes de levantarse.
Lo último que veo y escucho antes de perder totalmente la consciencia, es la sonrisa de David, el sonido de disparos y los gritos de las personas, maldiciones y sobre todo el grito de mi tío llamándome con fuerza, aún así, soy incapaz de responder su llamada.
(...)
Al despertar me asusté al ver a alguien sentado en una silla a unos metros de mi, el foco colgado del techo no lograba alumbrarlo del todo, pero reconocí sus manos entrelazadas entre sus rodillas semi separadas, podía sentir como esa mirada oscura se clavaba en mi, como las comisuras de sus labios se curvaban en una sonrisa, por mi parte decidí buscar el origen del porque mis pies no tocaban el suelo y ni mi cuerpo una superficie dura, con el ceño fruncido sigo mis brazos alzados hacia arriba y sonrío al ver dos grilletes aparentemente nuevos abrazar mis delgadas muñecas, de cada uno sobresale una cadena que está pegada al techo de la pequeña y sucia habitación, el lugar ciertamente no había cambiado nada, tal vez el olor a moho se intensificó bastante, y las paredes en lugar de parecer marrones, ahora definitivamente eran negras, aunque aquellas letras en rojo había perdido su color natural, ahora parecía rosa, no, más claro que eso, aún así se podía leer lo que a puño y letra, david había escrito hace quince años atrás, el piso a unos centímetros de mis pies desnudo estaba cubierto de polvo y mierda de ratas, hubiera preferido mil veces esa pequeña cama de la esquina, que estar colgada del techo, mis brazos me duelen pero no me puedo permitir exteriorizar este dolor ni mucho menos quejarme, eso le haría feliz.
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Verdades Ocultas
RomanceLa Vegas, el inicio de una serie de malas tomas de decisiones, Sam no era diferente a esas miles de personas que tras un larga noche de borrachera, despertó en cama de otro (lo cual no es una novedad), con un anillo en su dedo anular, no cualquier a...