Capitulo 1

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Entrelazo mis dedos debajo de mi barbilla y miro fijamente al hombre sentado frente a mi escritorio, tal vez tenga treinta años o más, viste con un traje oscuro, corbata azul, cabello negro peinado hacia arriba, es guapo, pero por desgracia no vino a que lo observe, aunque tengo curiosidad de saber que es lo que tiene que lo hace atractivo, no tiene la belleza de Darío ni de un modelo de ropa interior, tal vez sea su sonrisa o lo sencillo que aparenta, o su forma de hablar, quizás es ese aura que desprende, seguro de si mismo, no lo sé, pero debo centrarme.

– Jim, tengo entendido que trabajabas para el FBI – le digo mirando el informe que mis hombres me facilitaron – por qué ahora quiere trabajar como un simple guardaespaldas?– pregunto volviendo a mirarlo.

Tengo dos hombre custodiando la puerta de entrada a éste despacho y otros trece al rededor del edificio, necesito un hombre que esté a mi lado, que sea mi mano derecha, mi hombre de confianza, dado que estoy segura que Miguel no abandonaría a mi madre y en realidad lo entiendo, por lo que ni siquiera me atreví a preguntarle, ahora debo ser bastante cuidadosa a quien elijo, puede ser un traidor o un infiltrado del FBI, pero con ayuda de mi tío Karin, me encargaría de averiguar todo eso.

– cuestiones económicas – se limita a responder.

– así que eres pobre...

Al darme cuenta de la burrada que acabo de decirle, avergonzada me cubro la boca por mi falta de tacto y profesionalidad, sin embargo Jim no se muestra afectado o simplemente lo oculta con su sonrisa, puedo sentir como mis mejillas arden, últimamente el filtro cerebro-boca tiene fallos.

– se puede decir que el dinero que necesito es mucho mayor de lo que me pagaban allá – dice con tranquilidad.

Si bien es cierto que pago una ridicula cantidad de dinero a mis hombres, es necesario ponerle a prueba, no es un trabajo fácil, no soy una mujer que solo necesita sentirse segura, esto va más allá de todo eso, no tiene ni idea en lo que se está metiendo, aunque he de admitir que me alivia un poco que sea un ex agente, eso puede ser bueno, pues eso significa que sabe cómo utilizar sus puños y un arma, solo me falta averiguar hasta que punto está dispuesto a asesinar a otro ser humano si este representa un peligro para mi, los agentes tienen unos ideales muy claros a la hora de apretar el gatillo, lo primero que hacen es ordenar que el enemigo tire su arma y en mi mundo eso es contraproducente, a mi padre le costó un poco aprender y no creo que el sea diferente, pero no me preocupa, me encargaré de ese lado suyo tan...ligado a la ley (si es que lo está)

– está bien, esta noche hay una fiesta de compromiso de uno de mis clientes, no pensaba ir pero dada la situación, es una buena forma de ponerte a prueba – sonrío.

Con un asentimiento de cabeza se marcha, en realidad todo eso es mentira, hoy es el cumpleaños de Matt, pensaba ir de todas formas, no podía pasar por alto las veces que intento darme la invitación en persona, por supuesto mis hombres le negaban el acceso y aunque el no tenía nada que ver con todo lo sucedido, no quería verlo, sin embargo, le debo mucho a él, siempre fue un buen hombre, tal vez fue el único que siempre pensó en mi antes de actuar, así que sí, iba a ir pasase lo que pasase, aunque eso signifique volver a ver a Axel después de cuatro semanas desde la última vez que nos vimos, se puede decir que no cambié nada, al menos físicamente hablando, mi forma de pensar cambió radicalmente, había dejado toda esa tontería de la venganza atrás, no odio a mis padres ni mucho menos a Danna, solo...ya me dejaron de importar, en cuanto a Axel, temo que en algún momento vuelva a caer, no es como si vaya a olvidar de la noche a la mañana todo lo que siento por el, no es algo que se supera tan fácilmente.

– señorita, su madre ha venido otra vez – me informa mi nueva secretaria.

La mujer es algo mayor, pero bastante servicial, se toma al pie de la letra mis palabras y obedece sin hacer preguntas impertinentes, sin embargo no confiaba en ella, se trata de algo personal, no para con ella, pero tengo la sensación que no debería bajar la guardia ni siquiera cuando duermo.

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