Miro en el espejo mi más que abultada tripa, parece un maldito balón de baloncesto, perfectamente redondo, mis pechos son más grandes y molestos, no sabría que tengo los pies hinchados de no ser por el reflejo que me muestra este odioso espejo, suavemente acaricio la curva de mi tripa y doy un respingo cuando siento como debajo de mi palma se mueve, llevo siete meses embarazada de este pequeño y juro que aún no me acostumbro a sus repentinos movimientos, en realidad no suele moverse mucho, excepto cuando Axel o yo tocamos la tripa, mi tío dice que eso es porque nos quiere y aunque mi marido intento ocultarlo, se que se alegra de que sea así.
– estás lista pequeña?
Frunzo el ceño y miro al hombre parado bajo el umbral de la puerta de nuestra habitación, viste tan informal como siempre, cazadora de cuero negro, camiseta gris, pantalón jean y zapatillas del mismo color que su cazadora, su cabello está tan despeinado como siempre, esa sonrisa triunfal nunca abandona su rostro.
– te parece que estoy lista?– bufo volviendo a mirarme en el espejo, solo estoy con la ropa interior puesta y miles de modelitos que antes me gustaban pero que sin embargo ahora no me entran, mi vaqueros favorito de cuero me viene demasiado ajustado, mis camisetas no bajan de los pechos, estoy frustrada – estoy gorda, nada me entra porque soy una vaca – lloriqueo demasiado dramática para mi gusto.
Esto de las hormonas me hace sentir cansada y estresada, un día estoy feliz y de pronto al segundo me siento tan triste que lloro como nunca había llorado en mi vida, mi embarazo es una montaña rusa emocional, joder! Es realmente cansador, lo peor de todo es que al pelinegro no parece afectarle mis cambios bruscos de humor, es más, le divierte y se burla de mi, diciendo que tampoco es haya cambiado demasiado, a mi humor se refiere, no soy una bipolar y juro que a veces me da gana de golpearlo con el puño cerrado.
– venga ya! Eso no es cierto!– sonríe entrando a la habitación – que hay de ese vestido morado de allí?– señala esa tela arrugada tirada en la esquina más alejada de mi – seguro de te verás adorable con eso– me anima.
Ha metido la pata hasta el fondo – se burla esa vocecita.
– pareceré una maldita berenjena con patas, Axel, no ves que estoy gorda!! GORDA!!!– chillo tirándole lo primero que mi mano toca, lo que viene a ser mi móvil, pero el muy capullo lo esquiva muy hábilmente y suelta una carcajada al ver mi móvil deshecho en el piso después de impactar con fuerza contra la pared – no es gracioso joder.
Por lo general, cuando una mujer llora, más aún estando embarazada, el marido se preocupa y le pregunta una y otra vez si se encuentra bien, le dice que todo irá bien, que la entiende, lo sé porque había visto como un hombre se enternecía al ver a su mujer embarazada llorando, por el simple hecho de que la comida del restaurante estaba buenísima, pero si hablamos de Axel, la historia es completamente diferente, mis lágrimas no dejan de caer y mis sollozos son cada vez más fuetes, el deja de reír solo para coger aire y reír con más fuerza, lo peor de todo no es que se ría y le parezca destornillante mis cambios de humor, lo peor es que si risa es tan contagiosa que al final acabo riendo con el, como ahora, mi llanto se transforma en una carcajada limpia y no sé siquiera que me hace gracia de todo esto.
– cariño, te amo pero es muy gracioso verte llorar por tonterías – reconoce acortando las distancias – solo espero que Maximiliano Scott herede mi carácter – bromea.
Me gusta que hable de Max como si fuera su hijo biológico, amo cuando acaricia mi tripa y Max parece enloquecer dando patadas y revolviéndose en mi interior lleno de felicidad y energías por conocer a su padre.
– no te rías – bufo dejando de reír – no es gracioso.
– lo sé, lo sé – dice intentando inútilmente dejar de reír – escucha más, créeme cuando te digo que no importa lo que te pongas, si es un vestido de mil dólares o una bolsa de basura del mercado, te seguirías viendo igual de hermosa y explosiva que siempre, además, que lleves a MI hijo – recalca el hecho que es suyo y solo suyo – allí dentro – sonríe acariciando mi vientre, alterando al pequeño – te hace más hermosa y sobre todo, te hace mis, todo el mundo lo sabe, somos una familia.
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Verdades Ocultas
RomanceLa Vegas, el inicio de una serie de malas tomas de decisiones, Sam no era diferente a esas miles de personas que tras un larga noche de borrachera, despertó en cama de otro (lo cual no es una novedad), con un anillo en su dedo anular, no cualquier a...