Capitulo 35

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Después de aquello, llame a los de seguridad para que se la llevaran, a sabiendas que mi padre pronto daría conmigo, y así fue, a la mañana siguiente, irrumpió en mi despacho rojo de la ira, ni siquiera se molestó en tocar la puerta, a pesar de estar en medio de una reunión, eso no pareció importarle pues a mi cliente lo echo a patadas, no importaba, realmente no pensaba aceptar el caso que quería que manejase, demasiado fácil y estupido. Me sorprendió un poco que mama no viniese, siempre supuse que Danna era su hija favorita, quizás solo tiene trabajo que hacer, papa normalmente no suele perder los estribos, nunca levanta la voz cuando habla con algunos de sus hijos o su mujer, intentaba siempre estar tranquilo, pensar con la cabeza fría, pero al parecer el enfado era tanto que dudo que sus gritos no se haya escuchado hasta recepción.

– cómo pudiste hacerlo eso a tu hermana!!!! A que monstruo he criado!– grita golpeando mi escritorio con su puño.

Ahí está otra vez esa palabra, monstruo, no me duele que me lo diga Danna, ni siquiera me dolería que me lo dijese mi tío, pero que me lo diga mi padre, hace que replantee ciertas cosas, no sobre mi, sino sobre el, ningún padre le diría eso a su hija, a no ser que de verdad no la quiera, mi padre siempre se había encargado de llegar a mi de una u otra forma, mi coraza era demasiado gruesa para el, pero aun así lo intentaba, en contadas ocasiones bajaba las defensas y me derrumbaba delante de él, su abrazo siempre fue como la medicina que siempre busque, pero siempre albergaba ese miedo de que un día se vaya o sepa lo mala persona que soy y me odie, al parecer ese día había llegado.

– papá, era necesario– murmuro.

No suelo llamarlo así, siempre lo llamo por su nombre de pila, el porqué? Ni siquiera yo lo sé, supongo que al principio le culpaba por no estar conmigo para protegerme, con el tiempo se hizo una costumbre, ahora, sentía la necesidad de decírselo todo el tiempo, no quiero que el también me deje sola.

– necesario?– pregunta con incredulidad – crees que golpear a tu hermana hasta el cansancio era malditamente necesario!– grita.

Abro los ojos en platos, sorprendida, no por la maldicion que dice (nunca maldice) sino más bien por lo que me acaba de acusar, golpear a Danna nunca estará en mis quehaceres, si, puede que discutamos y nos insultemos mutuamente, pero levantarle la mano más allá de la bofetada que le di el otro día, nunca pasará, ella honestamente no es de mi agrado, pero no la golpearía.

– me creerías si te digo que yo no lo hice?

Mi vida entera se divide en dos sucesos importantes que marcaron un antes y un después, un niño nace con esperanza, alegría, fe y amor por los demás, son inocentes, los primeros años de sus vidas marcan la personalidad que puede crear en su adolescencia y su etapa de adulto, algunos tienen la suerte de nacer en una buena familia, reciben amor y cariño, ese niño crece dispuesto a amar y ser amado, expone todo su ser con alegría  hasta que lo rompen, pero esa es otra historia, luego, hay otra clase de niños que nacen con todo eso que les hace lindos, pero no tiene el amor ni la familia del primero y su alma se oscurece, bien, yo formo parte del segundo grupo de niños, probablemente yo lo tenía todo, personas a mi alrededor (guardaespaldas), juguetes por doquier, una hermana llorona e irritante, si pedía algo, lo obtenía, pero crecí con algo que siempre anhele, no tuve una madre propiamente dicha, ella se preocupaba más por otras cosas que por nosotras, no crecí con un padre, al menos los primeros años, los más importante cabe decir, pero esa no es razón suficiente para convertirme en quién soy ahora, no, lo que marcó mi vida fue los secuestros, me dañaban tanto física como emocional,  recibía cada azote deseando que mi madre apareciera, nunca lo hacía, me quedaba en casa esperando que ella me curase las heridas pues eso me haría feliz, pero nunca lo hacía, aguantaba las golpizas por Danna, deseando que mi madre se sintiera orgullosa de mi, nunca sucedía, me di cuenta que no importa lo que haga, no se sentirá así, más tarde llegó Darío, pero es eso, llegó tarde y mi alma ya estaba contaminada, ya no era pura ni mucho menos inocente, me había corrompido e hice cosas de las que no me siento orgullosa pero tampoco me arrepiento.

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