CAPÍTULO 20: "Es mío".

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-La comida está riquísima.- dice Lucía.

-Fue gracias a Grettel, es muy buena en las artes culinarias.- todos asienten.

Siento la mano de Ruggero en mi muslo, lo ignoro. Todo hasta que empieza a llevar su mano más arriba de lo aceptable, saco su mano inmediatamente de ahí y no volteo a ver su reacción.

-¡Hora del postre!.- exclama Antonella y aparece la dotada chef con una charola.

Le coloca una copa de helado a cada persona, cuando me la entrega la deja muy en el borde de la mesa. La copa por la queridísima gravedad, cae en mi vestido.

-Dios, cuando lo siento.- dice Grettel disculpándose.

-No hay problema.- digo y la miro, en sus ojos no hay ni una pizca de arrepentimiento... es más creo que lo hizo con toda la intención del mundo.

-Vamos al baño, te ayudaré.- dice Ruggero agarrando una servilleta y limpiando mi vestido, me levanto y paso por al lado de Grettel con una sonrisa triunfante.

Nadie se mete con lo que es mío.

Caminamos escaleras arriba, su mano aprieta fuertemente mi cintura. Entramos en el cuarto de baño, la vista de Ruggero está en mis pechos. Se aclara la garganta y me hace una semana para que me mirara.

El vestido rosado se translució con mi brasier, gruño y agarro una toalla.

-Noté que lo hizo a propósito.- se ríe.

-No le veo lo chistoso.- cuestiono.

-Es chistoso, porque cree que puede tener oportunidad alguna conmigo.- se asienta en el marco de la puerta y se ríe.

-¿Tu siempre tan arrogante?.- digo y suelto un suspiro de fastidio al ver que la mancha no sale.

-No es arrogancia, tengo en mi cabeza a una sola mujer.- se acerca despacio.- Le encanta la literatura inglesa, tiene el cabello dorado como el sol. Unos ojos verdes esmeralda hermosos, un trasero...- río y logra sonrojarme.- Pero estoy enfadado.- ruedo los ojos.

-¿Qué acabas de hacer?.- me sorprendo y recuerdo lo que me dijo que me haría si le ponía los ojos en blanco.

-¿Yo?, nada.- me encojo de hombros.

-Además me mientes en la cara, ¿qué voy a hacer contigo Karol Sevilla?.- le sonrió inocente

-Hay muchas cosas que podrías hacer...- susurro.

Siento sus manos en mis muslos, las sube y las baja con frecuencia. Empiezo a sentir sus besos en la parte de la espalda desnuda y me tenso. Avanza por mi cuello y muerde el lóbulo de mi oreja.

-No me provoques están mis padres, mis hermanos... espera a llegar a casa.- me susurra.

-Y... ¿si te digo que no puedo esperar a llegar a casa?.- no me doy cuenta de lo que estoy diciendo.

Ruggero se saca el saco y me lo coloca sobre los hombros, toma mi mano y tira de mi escaleras abajo, pasamos frente al comedor de donde continuaban comiendo y solo dijo: «Voy a llevar a Karol a ver el invernadero», continuó su camino hasta que salimos al patio trasero.

Hay distintas flores y plantas, que apenas puedo diferenciar... mamá ama las flores, tiene un vivero en la casa de su esposo actual. Cuando vivíamos con papá también teníamos uno, pero finalmente tuvimos que vender esa casa.

-Es muy hermoso.- digo con la mirada perdida en la vista.

-¿Las plantas o yo?.- dice y ríe, luego su entrecejo se frunce y con nuestras manos entrelazadas camina por en medio del invernadero.

-¿A dónde vamos?.- pregunto. No recibo respuesta así que me cayo y continuó caminando.

Al final, entre plantas hay una pequeña casita. No tan pequeña pero debe caber dos niños en ella, por un segundo creo que va a mostrarme la casita pero sigue de largo.

A la vista hay una cabaña, me tenso a adivinar lo que pretende Ruggero. Continuó caminando a su lado hasta que llegamos a la puerta, saca una llave debajo del tapete y abre la misma. Me deja lugar para que entre, trato de examinar lo que más puedo pero no me permite concentrarme sus besos en mi cuello.

Lleva sus largos dedos al borde de mi vestido y lo retira, agradezco haberme puesto uno de esos conjuntos de ropa interior muy sexys.

-¿Qué llevas puesto?.- sonríe burlón y divertido.

-¿No te gusta?.- pregunto cabizbaja.

-Me prende.- susurra y acaricia mi mejilla con su dedo pulgar mientras que con su otra mano traza círculos en mi cadera. Sus dedos están fríos, pero aún así cuando me toca siento que la piel me arde.

«El efecto Ruggero sin duda».

Coloco mis manos en su cuello impaciente y lo beso, suspira pesadamente.

-Karol.- exhala.- Me volvés loco.- muerde mi labio inferior y lleva las manos a mí sujetador.

Lo desprende con mucha experiencia, me imagino todos los que habrá desprendido y me tenso.

-Eres a la primera que traigo aquí.- susurra como si me hubiera leído la mente.- La primera que conoce a mis padres.- muerde el lóbulo de mi oreja.- ¿Qué me estás haciendo Karol Sevilla?.- baja sus besos por mi cuello y con su mano me agarra un seno.

Gimo mientras que muerde un pezón y con la mano masajea el otro, no aguanto más así que rodeo mis brazos en su cuello y tiro de su cabello para que levante la cabeza.

Muerdo mi labio inferior y retrocedo hasta el sofá, acarició con mi pulgar sus labios y bajo la mano hasta su pecho.

Con las dos manos empiezo a desprender su camisa mientras uno nuestras frentes sin dejar de mirarnos, se la saco por completo y mis manos desesperadas van a su cinturón.

Bajo el pantalón por sus muslos, él hace lo mismo con el bóxer. Me acuesto en el sofá pero niega con la cabeza, me agarro de los brazos delicadamente y me monta en su regazo.

-Quiero verte.- murmura, su voz ya es grave y sus ojos me ponen nerviosa pero a la vez me encanta.

Sin decir más lo siento dentro de mí, no hemos estado usando protección y eso me preocupa demasiado. Pero ahora no tengo cabeza para otra cosa que no sea gozar como me está haciendo sentir Ruggero, estoy montandolo pero me sorprendo al sentirlo más adentro de lo que lo eh sentido.

-¿Sucede algo?.- pregunta mientras sigo dando brincos en su cadera.

-Nada, solo te sentí más adentro.- digo avergonzada.

-Y... ¿eso es algo bueno o malo?.- una sonrisa se esboza en su cara.

-Bueno.- es la gota que derramó el vaso, arqueo la espalda mientras que Ruggero levanta la cadera para recibir mis saltos.

-Mierda.- gime y empiezo a sentir esa presión en el vientre, casi llego.- Vente para mí, nena.- murmura.- ¿Te vas a venir por mí, verdad?.- besa mi cuello y luego mis labios para ahogar mis gritos.

-Ruggero.- jadeo y caigo en su pecho exhausta.

-Karol, mierda...- gime y llega.

-Te...- mierda, casi le digo «te quiero».

-¿Qué?.- frunce el ceño.- ¿Qué ibas a decir?.- abro los ojos y lo miro, está más ceñudo de lo normal.

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CUMPLIENDO TUS REGLAS [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora