•CAPITULO 90•

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—¿Te casarás conmigo? —susurra, incrédulo. Asiento nerviosamente, sonrojándome, ansiosa y casi sin creer su reacción, este hombre quien pensé que había perdido. ¿Cómo no podía entender cuanto lo amaba?

—Sí, me casaré contigo.

Inhala fuertemente y se mueve de repente agarrándome y girando a mi alrededor, en forma no muy tipo Cincuenta Sombras. Se está riendo, joven y desenfadado, irradiando entusiasta alegría. Agarro sus brazos para sostenerme, sintiendo la ondulación de sus músculos bajo mis dedos, y su risa contagiosa me arrasa, una chica total y absolutamente enamorada de su hermoso hombre. Él me baja y me besa. Fuertemente. Sus manos están a ambos lados de mi cara, su lengua insistente, persuasiva... excitante.

—Oh, Karol—respira contra mis labios, y es una alegría que me deja tambaleando.

Él me ama, de lo que no tengo ninguna duda, y degusto el sabor delicioso de este hombre, este hombre que pensé que nunca podría ver de nuevo. Su alegría es evidente, sus ojos brillaban, su sonrisa juvenil, y su alivio es casi palpable.

—Pensé que te había perdido —murmuré, todavía deslumbrada y sin aliento de su
beso.

―Cariño, hará falta algo más que un mal funcionamiento de un helicóptero para mantenerme lejos de ti—hace una pausa, como si recordara algo—. Espera...tuve la respuesta de lo que vengo suplicándote... todo este tiempo, ¿en mi bolsillo?

—Sí—murmuro.

—Por Dios, Karol Sevilla... ¿qué voy a hacer contigo?

—Te amo Ruggero, quiero pasar el resto de mi vida a tu lado.

—Yo también te amo...—me besa con ternura-, quiero ducharme contigo.

—Está Renato...

—En esa habitación lo mínimo que puede llegar a escucharse es una explosión—ríe, pero de inmediato su ceño se frunce—. Así que toda la tarde de ayer, cuando te estaba pidiendo una respuesta, ¿ya la tenías? —esta consternado. Asiento con la cabeza otra vez, tratando desesperadamente de evaluar su reacción. Él me mira con asombro estupefacto, pero luego estrecha sus ojos y su boca se tuerce con divertida ironía.

—Toda esa preocupación —susurra ominosamente. Le sonrió y me encojo de
hombros una vez más—. Oh, no trates de ponerte toda tierna conmigo, señorita Sevilla. Ahora mismo, quiero... —corre su mano a través de su cabello, luego, mueve la cabeza y cambia de rumbo.

—No puedo creer que me dejaste en el aire —su susurro esta bañado de incredulidad. Su expresión se altera sutilmente, sus ojos brillaban con malicia, su boca torciéndose en una carnal sonrisa. Santos cielos. Un escalofrío me recorre. ¿Qué está pensando?

—Creo que alguna retribución está en proceso, señorita Sevilla —dice en voz baja

¿Retribución? ¡Oh mierda! Sé que está jugando… pero tomo un cauteloso paso hacia atrás lejos de él. Sonríe.

—¿Ese es el juego? —susurra—. Porque te atraparé—y sus ojos arden con una
brillante intensidad juguetona—. Y te estás mordiendo el labio —dice amenazante.

Todas mis entrañas se aprietan a la vez. Oh mi… Mi futuro marido quiere jugar. Tomo otro paso atrás, luego giro para correr, pero fue en vano. Ruggero me agarra, de un solo golpe fácil, mientras chillo de alegría, sorpresa y shock. Me alza por encima del hombro y se dirige por el pasillo.

—¡Ruggero! —siseo, tomando en cuenta que Renato, está arriba, aunque si podía oírnos es dudoso. Me mantengo equilibrada poniendo mis manos en lo bajo de su espalda, a continuación, en un impulso valiente, golpeo su trasero. Él me golpeó de
vuelta.

CUMPLIENDO TUS REGLAS [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora