•CAPÍTULO 88•

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Miro fijamente las llamas, hipnotizada. Bailan y ondean brillantes llamas de color naranja con puntas de azul cobalto en la chimenea del departamento de Ruggero. Y a pesar del calor que irradia del fuego y la manta envuelta alrededor de mis hombros, estoy fría. Calada hasta los huesos. Soy consciente de las voces que hablan en susurros, muchas voces que hablan en
susurros. Pero están en el fondo, un zumbido distante. No escucho las palabras.
Todo lo que puedo oír, todo en lo que me puedo enfocar, es el suave siseo de los gases de la chimenea.

Mis pensamientos regresan a la casa que vimos ayer y las enormes chimeneas: chimeneas reales, de las que utilizan madera. Me gustaría hacer el amor con Ruggero frente a un fuego real. Me gustaría hacer el amor con Ruggero frente a este fuego. Sí, eso sería divertido. Sin duda, él pensaría en algún modo de hacerlo
memorable al igual que todas las veces que hemos hecho el amor. Resoplo con ironía para mí misma, incluso las veces en que sólo estábamos cogiendo. Sí, esas son bastante memorables, también.

¿Dónde estás, mi amor?

Las llamas brillan y titilan, manteniéndome cautiva, manteniéndome entumecida. Me enfoco únicamente en su belleza de combustión y ardor. Son embrujadoras.

Karol, me has embrujado.

Él dijo eso la primera vez que durmió conmigo en mi cama. Oh no… Envuelvo mis brazos a mi alrededor, y el mundo colisiona sobre mí y la realidad se desangra en mi consciencia. El aterrador vacío en mi interior se expande un poco más. Charlie Tango está desaparecido.

—Karol. Aquí—gentilmente me engatusa la señora Cooper, su voz me trae de regreso a la habitación, al ahora, a la angustia. Me entrega una taza de té. Tomo la taza y el platillo con gratitud, el ruido que hacen traiciona mis manos temblorosas.

—Gracias —suspiro, mi voz ronca por las lágrimas contenidas y el gran bulto en mi garganta.

Luci se sienta frente a mí en el más que largo sofá en forma de “U”, tomada de las
manos con Antonella. Ellas me miran, dolor y ansiedad grabados en sus bellos rostros.
Anto se ve peor, como una madre preocupada por su hijo. Parpadeo
desapasionadamente en su dirección. No puedo ofrecerles una sonrisa tranquilizadora, ni siquiera una lágrima… no hay nada, sólo vacuidad y un vacío cada vez mayor. Miro a Michael, Renato y Jorge, quienes están de pie en la barra de
desayuno, con sus rostros serios, hablando en voz baja. Discutiendo algo en suaves tonos bajos. Detrás de ellos, la señora Cooper se mantiene ocupada en la cocina. Valen está en la sala de TV, monitoreando las noticias locales. Escucho el tenue chillido de la enorme televisión de plasma. No puedo soportar ver la noticia una vez más.

—RUGGERO PASQUARELLI DESAPARECIDO—su hermoso rostro en la televisión.

Extrañamente, se me ocurre que nunca he visto a tanta gente en esta habitación, sin
embargo siguen siendo eclipsados por su gran tamaño. Pequeñas islas de perdidas
y ansiosas personas en el hogar de mi Cincuenta. ¿Qué pensaría él de que ellos
estén aquí?

En algún lugar, Robert y Bruno están hablando con las autoridades que nos
alimentan con goteos de información, pero nada tiene sentido. El hecho es, que él está desaparecido. Ha estado desaparecido por ocho horas. Ni una señal, ni una palabra de él. La búsqueda se ha suspendido: eso sí lo sé. Sencillamente está demasiado oscuro. Y no sabemos dónde está. Podría estar herido, hambriento, o peor.

¡No!

Ofrezco otra plegaria silenciosa a Dios. Por favor deja que Ruggero esté bien. Por favor
deja que Ruggero esté bien. Lo repito una y otra vez en mi cabeza: mi mantra, mi salvación, algo concreto a lo que aferrarme en mi desesperación. Me rehúso a pensar en lo peor. No, no vayas ahí. Hay esperanza.

CUMPLIENDO TUS REGLAS [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora