•CAPÍTULO 81•

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—¿Qué te gustaría para el desayuno, Karol?

—Comeré sólo un poco de cereal. Gracias, señora Cooper—me ruborizo mientras tomo mi lugar en la barra del desayuno al lado de Ruggero.

La última vez que puse los ojos en la muy formal y correcta señora Cooper, estaba siendo arrastrada sin miramientos a la habitación por encima del hombro de Ruggero.

—Te ves adorable —dice Ruggero en voz baja. Estoy usando mi falda de tubo de color negro y una blusa de seda lila.

—Al igual que tú—le sonrío tímidamente. Lleva una camisa azul claro y jeans, y se ve bien y fresco y perfecto, como siempre.

—Tenemos que comprarte algunas faldas más —dice con total naturalidad—. De hecho, me encantaría llevarte de compras.

Hmm… compras. No me gusta ir de compras. Sin embargo, con Ruggero, tal vez no sea tan malo. Me decido por la distracción como la mejor forma de defensa.

—Me pregunto, ¿qué pasará hoy en el trabajo?

—Van a tener que reemplazar a ese imbécil desaseado. —Ruggero frunce el ceño, frunciéndolo como si estuviera solo interviniendo en algo extraordinariamente desagradable.

—Espero que tomen a una mujer como mi nuevo jefe.

—¿Por qué?

—Bueno, tienes menor probabilidad de oponerte a que me vaya con ella—me burlo de él. Sus labios tiemblan y comienza con su omelet.

—¿Qué es tan gracioso?—pregunto.

—Tú lo eres. Come tu cereal, todo eso, si eso es todo lo que estás tomando.

Mandón como siempre. Frunzo mis labios hacía él, hincando el diente.

—Por lo tanto, la llave pasa aquí—Ruggero señala el encendido debajo de la palanca de cambios

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—Por lo tanto, la llave pasa aquí—Ruggero señala el encendido debajo de la palanca de cambios.

—Un lugar extraño —murmuro. Pero estoy encantada con cada pequeño detalle, prácticamente rebotando como un niño pequeño en el cómodo asiento de cuero.

Ruggero finalmente va a dejarme conducir mi auto.
Me mira con frialdad, aunque sus ojos brillan con humor.

—Estás muy emocionada acerca de esto, ¿no? —murmura divertido. Asiento con la cabeza, sonriendo como una tonta.

—Sólo huele ese olor a auto nuevo. Esto es aún mejor que el Especial Sumiso… Uhm, el A3 —añado rápidamente, sonrojándome. La boca de Ruggero se tuerce.

—Especial Sumiso, ¿eh? Tienes una habilidad con las palabras, señorita Sevilla. —Se inclina hacia atrás con una mirada de desaprobación de imitación, pero no me puede engañar. Sé que él está disfrutando.

—Bueno, vamos—agita su mano de dedos largos hacia la entrada del garaje.

Aplaudo con mis manos, arranco el auto y el motor ronronea a la vida. Poniendo la palanca de cambios en conducir, retiro el pie del freno y el Saab se mueve suavemente hacia delante. Robert pone en marcha el Audi detrás de nosotros y una vez que las barreras del garaje se levantan, nos sigue fuera de escala a la calle.

CUMPLIENDO TUS REGLAS [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora