•CAPÍTULO 66•

6.8K 416 21
                                    

Cuando subo a cubierta, Taylor está a bordo de vuelta, pero desaparece en la cubierta superior en cuanto abro las puertas del salón

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando subo a cubierta, Taylor está a bordo de vuelta, pero desaparece en la cubierta superior en cuanto abro las puertas del salón. Ruggero está en su iPhone.

¿Hablando con quién? me pregunto.

Deambula hacia mí, y me acerca a él, besando mi cabello.

—Excelentes noticias... bien. Sí... ¿En serio? ¿La escalera de emergencia?... Ya veo... Sí, esta noche.

Presiona el botón para finalizar, y el sonido de los motores encendiéndose me asusta. El capitán debe estar en la cabina de arriba.

—Es hora de regresar.—dice Ruggero, besándome una vez más mientras me ata mi chaleco salvavidas.

—dice Ruggero, besándome una vez más mientras me ata mi chaleco salvavidas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


—Puede que algún día te ate.—murmuro malhumorada. Su boca se tuerce con humor.

—Tendrás que atraparme primero, señorita Sevilla.

Sus palabras traen a mi mente lo que me persigue alrededor del apartamento, la emoción, y luego del horrible resultado. Frunzo el ceño y me estremezco. Después de eso, lo dejé.

¿Lo dejaría de nuevo ahora que ha admitido que me ama? Levanto la mirada hacia sus ojos mieles oscuros. ¿Podría alguna vez dejarlo de nuevo, sin importar lo que me hizo? ¿Podría traicionarlo de esa manera? No, no creo que pueda.

—¿Qué?—pregunto, mientras yo tenía una reflexiva charla con mi subconsciente. Él me observaba como si quisiera leer mis pensamientos.

—Te ves hermosa, Karol. El exterior armoniza contigo.—me sonrojo.

—Mi piel se siente un poco irritada por el viento a decir verdad. Pero tuve una hermosa tarde. Una tarde perfecta. Gracias.—sonríe, sus ojos se vuelven cálidos.

—El placer es mío.—murmura.—Karol, ¿qué está mal? Dime.—observo su rostro preocupado.

—Dime.—dice con más fuerza, y su preocupación cambia, ¿a qué? ¿Miedo? ¿Ira? Respiro profundamente.

—Simplemente estoy angustiada de que esto no sea suficiente para ti. Ya sabes, que no puedas desahogarte.—su mandíbula se tensa y sus ojos se endurecen.

—¿Te he dado algún indicio de que esto no es suficiente?

—No.

—Entonces, ¿por qué lo crees?

—Sé lo que te gusta. Qué... uhm... necesitas.—tartamudeo. Cierra sus ojos y de frota la frente con sus largos dedos.

—¿Qué tengo que hacer?—su voz es ominosamente suave como si estuviera enfadado, y mi corazón da un vuelco.

—No me malinterpretes... has estado magnífico y sé que han pasado tan solo unos días, pero espero no estar obligándote a ser alguien que no eres.

—Sigo siendo yo. Karol... con todos mis monstruos, cincuenta sombras. Sí, tengo que luchar con el impulso y luchar contra las ganas de controlar... pero esa es mi naturaleza, como siempre he tratado de hacer con mi vida. Sí, espero que te comportes de una manera determinada, y cuando no lo haces es un desafío sorprendente, y muy refrescante. Aún hacemos lo que me gusta hacer. Me permitiste tocarte después de tu ultrajante oferta ayer.—sonríe tiernamente ante el recuerdo.—Me gusta castigarte. No creo que el impulso desaparezca alguna vez... pero lo estoy intentando, y no es tan duro como pensé que sería.

Me retuerzo y palidezco, mientras recuerdo nuestro ilícito escarceo en el dormitorio de su infancia.

—No me importó.—susurro, sonriendo tímidamente.

—Lo sé.—sus labios se curvan con una sonrisa renuente.—A mí tampoco. Pero déjame decirte, Karol, esto es nuevo para mí y estos últimos días han sido los mejores de mi vida. No quiero cambiar nada.

¡Oh!

También, han sido los mejores de mi vida, sin excepción.—murmuro y su sonrisa se ensancha. Mi diosa interior cabecea frenéticamente de acuerdo... y me da un codazo con fuerza. Muy bien, de acuerdo.

—¿Así que quieres tomarme en tu sala de juegos?—traga y palidece, todo el rastro de humor ha desaparecido.

—No, no lo haré.

—¿Por qué no?—susurro. Ésta no es la respuesta que esperaba.

Y sí, ahí está, esa pequeña pizca de decepción. Mi subconsciente se muestra descontenta y pone mala cara, cruzando sus brazos como un niño pequeño enfadado.

—La última vez que estuvimos allí, me dejaste.—dice tranquilamente.—Me alejaré de cualquier cosa que pueda hacer que me dejes de nuevo. Quede destrozado cuando te fuiste. Te lo expliqué. No quiero volver a sentirme nunca más así de nuevo. Te he dicho lo que siento por ti.—sus ojos mieles están muy abiertos y su mirada es profundamente sincera.

—Pero, no me parece justo. No puede ser muy cómodo para ti... estar constantemente preocupado por cómo me siento. Has hecho todos estos cambios por mí, y yo... creo que debería corresponder de alguna manera. Ni sé, quizás... experimentar... algún juego de rol.—tartamudeo, y mi cara está enrojecida como las paredes del cuarto de juegos.

¿Por qué es tan difícil hablar sobre esto?

He practicado todo tipo de sexo pervertido sin sentido con este hombre, cosas de las que incluso no había oído hablar hace unas semanas, cosas que nunca hubiera creído posibles, sin embargo es muy difícil estar hablando con él sobre todo esto.

—Karol, has correspondido de más, lo sabes. Por favor, no te sientas así.

Ruggero parece estar en trance, silencioso. Sus ojos ahora están más abiertos, alarmados, y eso es desgarrador.

—Pequeña ha sido solo un fin de semana.—continúa él.—Démonos algún tiempo. Pensé mucho sobre nosotros cuando me dejaste la semana pasada. Necesitamos tiempo. Necesitas confiar en mí y yo en tí. Tal vez con el tiempo podemos disfrutar, pero me gusta cómo estás ahora. Me gusta verte feliz, relajada y tranquila, sabiendo que tengo algo que ver con ello. Yo nunca he...—se detiene y pasa su mano a través de su cabello.—Tenemos que caminar antes de que podamos correr.
 

CUMPLIENDO TUS REGLAS [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora