CUMPLIENDO TUS REGLAS [TERMINADA]

CAPÍTULO 91

Fui repentinamente despertada por un sueño o pesadilla, y mi pulso está acelerado. Me giro, con pánico, y para mi alivio, Ruggero está profundamente dormido a mi lado. Porque me giré, se remueve y se estira dormido, envolviendo su brazo sobre mí, y descansa su cabeza en mi hombro, suspirando suavemente.

La habitación está inundada con luz. Son después de las ocho. Ruggero nunca duerme hasta tan tarde. Me recuesto y calmo mi acelerado corazón. ¿Por qué la ansiedad? ¿Es la secuela de anoche? Me giro y lo miro fijamente. Está allí. Está a salvo. Tomo una profunda y tranquilizadora respiración y observo su bello rostro. Un rostro que ahora es tan familiar, todas sus hendiduras y sombras eternamente grabadas en mi mente. Luce mucho más joven cuando está dormido, y sonrío porque hoy es todo un año más viejo. Me abrazo, pensando en mi regalo. Oooh... ¿qué hará? Tal vez debería
comenzar por traerle el desayuno a la cama. Aparte, Renato tal vez todavía esté aquí.

Encuentro a Tato en el mostrador, comiendo un plato de cereal. No puedo evitar sonrojarme cuando lo veo. Él sabe que he pasado la noche con Ruggero. ¿Por qué me siento repentinamente tan tímida? No es como si estuviera desnuda ni nada. Estoy usando mi bata de seda larga hasta el suelo.

-Buenos días, Renato. Feliz Navidad-sonrío vergüenza fuera.

-¡Hola, Karol! Feliz Navidad, hermanita-su rostro se ilumina, genuinamente feliz de verme. No hay pista de bromas o desdén lascivo en su expresión. Se acerca y me abraza un largo tiempo, besa mi coronilla y se separa.

-¿Dormiste bien?-pregunto.

-Claro. Qué vista desde aquí arriba.

-Sí. Es algo especial-como el dueño de este departamento-. ¿Quieres un desayuno de hombre real?-bromeo.

-Me encantaría. Le haré el desayuno en la cama, un pequeño regalo de Navidad.

-¿Está despierto?

-No, creo que está frito por ayer-rápidamente giro la mirada lejos de él y me dirijo al refrigerador para que no pueda ver mi sonrojo. Jesús, es sólo Renato.

Cuando tomo los huevos y tocino del refrigerador, Renato me está sonriendo abiertamente.

-Realmente te gusta, ¿no?-frunzo mis labios.

-Lo amo, Tato-sus ojos se ensanchan momentáneamente y luego sonríe.

-¿Qué hay para no amar?-pregunta haciendo gestos alrededor de la habitación-frunzo el ceño.

-Dios, ¡gracias!

-Oye, Karol, solo bromeo-hmm... ¿siempre tendré este prejuicio? ¿Que me caso con Ruggero por su dinero?-En serio, estoy bromeando. Nunca has sido ese tipo de chica.

-¿Está bien el omelet para ti?-pregunto, cambiando el tema. No quiero discutir.

-Claro.

-Y a mí -dice Ruggero mientras entra a la habitación. ¡Santa mierda, está usando solo los pantalones de su pijama que cuelgan de esa manera totalmente ardiente de sus caderas, Jesús!

-Renato-asiente.

-Ruggero-mi hermano devuelve solemnemente su asentimiento.

Ruggero se gira hacia mí y sonríe con suficiencia mientras lo observo. Ha cumplido su propósito. Entrecierro mis ojos hacia él, desesperadamente intentando recuperar mi equilibrio, y la expresión de Ruggero cambia sutilmente. Sabe que sé lo que trama, y no le importa.

-Iba a llevarte el desayuno a la cama-pavoneándose, envuelve su brazo alrededor de mí, levanta mi barbilla, y planta un sonoro y húmedo beso en mis labios. ¡Muy no Cincuenta!