•CAPÍTULO 44•

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Recostándome en la cama. Miro mi laptop, mi iPad y mi iPhone. Estoy abrumada con la tecnología. Me dedico a transferir la lista de reproducción de Ruggero del iPad a la laptop y luego cargar Google para navegar por la red.

Estoy recostada a través de la cama mirando en mi ordenador cuando Ruggero entra

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Estoy recostada a través de la cama mirando en mi ordenador cuando Ruggero entra.

—¿Qué estás haciendo?.— inquiere suavemente.

Entro en pánico brevemente, preguntándome si debo dejarlo ver el sitio web en el que estoy: Desórdenes de personalidad múltiple: "Los síntomas". Acercándose a mí, ojea la página web con diversión.

—¿En este sitio por alguna razón?.—pregunta con indiferencia.

El Ruggero brusco se ha ido; el juguetón Ruggero está de regreso . ¿Cómo infiernos se supone que debo continuar con esto?

—Investigación. Sobre una dificultad personal.— le doy mi más inexpresiva mirada. Sus labios tiemblan con una sonrisa reprimida.

—¿Una dificultad personal?

—Mi propio proyecto mascota.

—¿Ahora soy un proyecto mascota? Una línea alternativa. Un experimento de ciencia, quizás. Cuando pensaba que lo era todo, señorita Sevilla, me hiere.

—¿Cómo sabes que eres tú?.

—Descabelleda suposición.—sonríe.

—Es verdad que eres el único posesivo, voluble, controlador que conozco, íntimamente.

—Pensé que era la única persona que conocías íntimamente.— arquea una ceja. Me sonrojo.

—Sí. Eso también.

—¿Ya has sacado alguna conclusión?.—me giro y lo miro.

Está tendido de lado, extendido, con la cabeza descansando en su codo, su expresión suave, divertida.

—Pienso que necesitas terapia intensiva.

Se estira y gentilmente mete mi cabello detrás de mis orejas.

—Pienso que necesito de ti. Aquí.—me alcanza un tubo de lápiz labial.

Le frunzo el ceño, perpleja. Es rojo prostituta, no mi color del todo.

—¿Quieres que me ponga esto?.—chillo. Se ríe.

—No, Karol. No a menos que quieras. No estoy seguro de que sea tu color.—termina secamente.

Se sienta sobre la cama de piernas cruzadas y arrastra su camiseta fuera sobre su cabeza. Oh mi...

—Me gusta tu idea del mapa de carreteras.— me quedo mirándolo en blanco. ¿Mapa de carreteras?

—Las áreas de “no ir”.— dice a modo de explicación.

—Oh. Estaba bromeando.

—Yo no.

CUMPLIENDO TUS REGLAS [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora