•CAPÍTULO 98•

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Maratón 6/?. ¡Comenten!

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Invoco todo mi autodominio, un poco borroso debido a las dos copas de champaña
y el coctel letal que sostengo en mi mano. Creo que la sangre se ha drenado de mi rostro, pero reúno tanto a mi subconsciente como a mi subconsciente para parecer tan calmada e imperturbable como me sea posible.

-Elena-mi voz es pequeña, pero estable... a pesar de mi boca seca. ¿Por qué esta mujer me asusta tanto? ¿Y qué quiere ahora?

-Te ofrecería mis muy sentidas felicitaciones, pero creo que eso seria inapropiado-sus penetrantes y fríos ojos azules miran glacialmente a mi interior, llenos de odio.

-Yo tampoco necesito ni quiero tus felicitaciones, Elena. Estoy sorprendida y
decepcionada de verte aquí-ella alza una ceja. Creo que está impresionada.

-No habría pensado en ti como una digna adversaria, Karol. Pero me sorprendes con cada movimiento.

-Yo no he pensado para nada en ti-miento, con frialdad. Ruggero estaría orgulloso-. Ahora si me disculpas, tengo mejores cosas que hacer que perder mi tiempo contigo.

-No tan rápido, señorita -sisea, apoyándose contra la puerta, bloqueándola
efectivamente-. ¿Qué demonios crees que haces, consintiendo en casarte con Ruggero? Si piensas por un minuto que puedes hacerlo feliz, estás muy equivocada.

-Lo que esté aceptando hacer con Ruggero no es de tu interés-sonrió con una sarcástica dulzura. Ella me ignora.

-Él tiene necesidades, necesidades que tú posiblemente no puedes empezar a
satisfacer -se regodea.

-¿Qué sabes de sus necesidades? -gruño. Mi sentido de la indignación entra en erupción brillantemente, quemando en mi interior mientras la adrenalina surge a través de mi cuerpo. ¿Cómo se atreve está maldita zorra a sermonearme?-. No eres más que una enferma abusadora de niños, y si fuera por mí. Te lanzaría al séptimo círculo del infierno y me alejaría sonriendo. Ahora fuera de mi camino... ¿O tengo que quitarte?

-Estás cometiendo un gran error aquí, señorita-mueve un largo, delgado, y finamente manicurado dedo hacia mí-.¿Cómo te atreves a juzgar nuestro estilo
de vida? No sabes nada, y no sabes en qué te estás metiendo. Y si crees que va a estar feliz con una pequeña ratonil interesada como tú...

¡Es todo! Tiro el resto de mi Martini de limón en su rostro.

-¡No te atrevas a decirme en que meterme -le grito-. ¿Cuándo aprenderás? No es tu maldito problema.

Me mira boquiabierta, golpeada por el horror, limpiando la pegajosa bebida de su
rostro. Creo que está apunto de embestirme, pero de repente es lanzada hacia adelante cuando la puerta se abre. Ruggero está en la entrada. Le toma un nanosegundo evaluar la situación, yo pálida y temblando, ella empapada y muy furiosa. Su hermoso rostro se contorsiona y se oscurece por la ira mientras viene a pararse entre nosotras.

-¿Qué mierda estás haciendo Elena? -dice, su voz glacial y mezclada con amenaza. Ella parpadea hacia él.

-Ella no es adecuada para ti, Ruggero -susurra.

-¡¿Qué?! -grita, sorprendiéndonos a ambas. No puedo ver su rostro pero todo su
cuerpo se ha tensado e irradia animosidad.

-¿Cómo mierdas sabes lo que está bien para mí?

-Tienes necesidades, Ruggero-dice su voz se suaviza.

-Te lo he dicho antes, esto no es tu jodido asunto -ruge.

Oh mierda...

El muy enojado Ruggero ha levantado su no fea cabeza. La gente va a escuchar.

-¿De qué se trata? -se detiene, mirándola-. ¿Crees que eres tú? ¿Tú? ¿Crees que eres la correcta para mí? -su voz es más suave, pero gotea desprecio, y de repente no quiero estar aquí. No quiero ser testigo de este encuentro íntimo, soy una intrusa. Estoy atascada... mis miembros no están dispuestos a moverse. Elena traga y parece ponerse en posición vertical. Su postura cambia sutilmente, luce más dominante, y da un paso hacia él.

-Fui la mejor cosa que te ha pasado -sisea arrogantemente hacia él-. Mírate. Uno de los más ricos y exitosos empresarios en Estados Unidos -controlado, impulsado- no necesitas nada. Eres el maestro de tu universo-da un paso hacia atrás como si hubiera sido golpeado, y abre la boca sin poder creerlo, indignado.

-Lo amabas, Ruggero, no trates de engañarte a ti mismo. Estabas en el camino de la autodestrucción y te salvé de eso, te salvé de vivir tras las rejas. Créeme, cariño,
ahí es donde habrías terminado. Te enseñé todo lo que sabes, todo lo que necesitas-Ruggero palidece, mirándola con horror. Cuando habla, su voz es baja e incrédula.

-Me enseñaste como coger, Elena. Pero eso es vacío, como tú. No es de extrañar que Linc se fuera.

La bilis sale por mi boca. No debería estar aquí. Pero estoy congelada en mi lugar,
mórbosamente fascinada mientras se destripan el uno al otro.

-Nunca me tomaste -susurra Ruggero-. Nunca dijiste que me amabas-ella entrecierra sus ojos-. Te lo repito Elena. Tu me enseñaste a coger, Karol me enseñó lo que es el amor.

-El amor es para tontos, Ruggero.

-Fuera de mi casa-la implacable y furiosa voz de Antonella nos sobresalta. Tres
cabezas se giran hacia donde Anto está de pie en el umbral del cuarto. Está mirando a Elena, que palidece bajo su bronceado St. Tropez.

El tiempo parece suspendido mientras colectivamente tomamos una respiración
profunda, y Anto se desplaza hacia el salón. Sus ojos ardiendo por la furia, nunca abandonan a Elena, hasta que está en frente de ella. Los ojos de Elena se abren alarmados, y Anto la golpea con fuerza en el rostro, el sonido del impacto resuena en las paredes del comedor.

-Saca tus sucias garras de mi hijo, zorra, y sal de mi casa, ahora -sisea a través de sus apretados dientes.

CUMPLIENDO TUS REGLAS [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora