•CAPÍTULO 78•

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Toma su iPhone y marca otro número.

—Robert. Pasquarelli. Ratner, lo quiero fuera. Ahora. En este minuto. Llama a seguridad. Hazlo limpiar su escritorio inmediatamente, o liquidaré esta compañía como primer asunto de la mañana. Ya tienes toda la justificación que necesitas para darle la carta de despido, ¿entiendes?—escucha por un momento, y cuelga pareciendo satisfecho.

—Celular.—me sisea a través de los dientes apretados.

—Por favor, no te enfades conmigo.
—parpadeo hacia él.

—Estoy demasiado enfadado justo ahora.-gruñe y una vez mas pasa su mano a través de su cabello.—entra en el auto.

—Ruggero, por favor...

—Entra al maldito auto, Karol o te pondré en él yo mismo.—amenaza, sus ojos quemando con furia.

Oh, mierda.

—No hagas nada estúpido, por favor.—ruego.

—¡¿Estúpido?!—explota.—Te dije que usaras tu maldito celular. No me hables de estupidez. Entra en el maldito auto, Karol. ¡Ahora!—gruñe y un escalofrío de miedo corre a través de mí.

Este es el "Ruggero muy enojado" No lo he visto así de molesto antes. Está prácticamente colgado de su autocontrol.

—Está bien.—murmuro, aplacándolo.—Pero por favor, ten cuidado.-presionando sus labios en una dura línea, señala furiosamente al auto, mirándome.

Jesús está bien, entendí el mensaje.

—Por favor, ten cuidado. No quiero que nada te pase. Eso me matará.—murmuro. Parpadea rápidamente y se detiene, relajando sus brazos mientras toma una profunda respiración.

—Tendré cuidado.—dice, sus ojos se suavizan.

Oh, gracias a Dios.

Sus ojos queman hacia mí mientras me dirijo al auto, abro la puerta delantera del pasajero, y entro. Una vez que estoy a salvo en el confort del Audi, desaparece dentro del edificio, y mi corazón sube otra vez a mi garganta.

¿Qué está planeando hacer?

Me siento y espero. Y espero. Y espero. Cinco minutos eternos. El taxi de Benicio se estaciona frente al Audi. Diez minutos. Quince. Jesús, ¿qué están haciendo ahí, y cómo está Robert? La espera es agonizante. Veinticinco minutos después, Benicio emerge del edificio, cargando una caja de cartón de almacén. Junto a él está el guardia de seguridad. ¿Dónde estaba más temprano? Y después de ellos, Ruggero y Robert. Benicio luce enfermo. Se dirige directamente al taxi, y estoy agradecida de que el Audi tenga pesadas ventanas polarizadas, así no puede verme. El taxi se marcha, presumiblemente no al aeropuerto, mientras Ruggero y Robert alcanzan el auto.

Abriendo la puerta del conductor, Ruggero se desliza suavemente en el asiento, del copiloto, y Robert entra detrás de mí. Ninguno de ellos dice una palabra mientras Ruggero enciende el auto y entra en el tráfico. Arriesgo una mirada rápida a Ruggero. Su boca está en una línea firme, pero parece distraído. El teléfono del auto suena.

—Pasquarelli.—Ruggero chasquea.

—Sr. Pasquarelli, Louis aquí.

—Louis, estoy en altavoz, y hay otras personas en el carro.—Ruggero advirtió.

—Señor, todo está hecho. Pero necesito hablar con usted sobre lo que conseguí en la computadora del Sr. Ratner.

—Te llamaré cuando alcance mi destino. Y gracias, Louis.

CUMPLIENDO TUS REGLAS [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora