•CAPÍTULO 25•

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Levantando el primer mechón, lo peino hacia arriba y lo encajo dentro de mis dedos índice y medio. Pongo el peine en mi boca, tomo las tijeras y hago el primer corte, cortando una pulgada de longitud. Ruggero cierra sus ojos y se sienta como una estatua, suspirando contento de que yo continúe. Ocasionalmente abre sus ojos, y lo sorprendo mirándome intensamente. No me toca mientras trabajo, y estoy agradecida.

Su toque es... distractor.

—Terminado—quince minutos después he terminado. Estoy complacida con el resultado. Luce más caliente que nunca, su cabello todavía es flexible y sexy… sólo un poco más corto. Ruggero se mira en el espejo, buscando una grata sorpresa. Sonríe.

—Gran trabajo, Sra. Pasquarelli—voltea la cabeza de un lado al otro y desliza sus brazos a mi alrededor. Tirando de mí, besa y acaricia mi vientre.

—Gracias —dice.

—Es un placer—me inclino y lo beso brevemente.

—Es tarde. Cama—me da una nalgada juguetona.

—¡Ah! Debería limpiar aquí—hay cabello por todo el suelo. Ruggero frunce el ceño, como si el pensamiento no se le hubiera ocurrido.

—Esta bien, conseguiré la escoba —dice con ironía—. No quiero avergonzar al personal con tu falta de ropa apropiada.

—¿Sabes dónde esta la escoba? —pregunto inocentemente. Esto detiene a Ruggero.

—Um… no—me rio—. Yo iré.

Mientras me meto en la cama y espero que Ruggero se una a mí, reflexiono en cuán diferente este día podría haber terminado

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Mientras me meto en la cama y espero que Ruggero se una a mí, reflexiono en cuán diferente este día podría haber terminado. Estaba tan molesta con él antes, y él conmigo. ¿Cómo voy a lidiar con esta tontería de la empresa-en-funcionamiento? No tengo deseos de manejar mi propia compañía. No soy él. Tengo que dirigir esto paso por paso. Tal vez debería
tener una palabra segura cuando él esta siendo autoritario y dominante, para cuando esta siendo un tonto. Me rio. Tal vez la palabra de seguridad debería ser tonto. La idea me parece muy atractiva.

—¿Qué? —dice mientras se mete en la cama a mi lado usando sólo sus pantalones de pijama.

—Nada. Sólo una idea.

—¿Qué idea? —pregunta, extendiéndose junto a mi.
Aquí va nada.

—Ruggero, no creo que quiera dirigir una empresa—se apuntala en su codo y me mira.

—¿Por qué dices eso?—porque no es algo que me halla gustado para mí—. Eres más que capaz, Karol.

—Me gusta ayudar a las personas, Ruggero. Dirigir una compañía me alejara de eso.

—Podrías ser la directora de psiquiatría—frunzo el ceño—. Ya ves —él continua—, dirigir una compañía exitosa es todo sobre abrazar el talento de las personas que tienes a tu disposición. Si ahí es
donde tus talentos y tus intereses se encuentran, entonces estructura la compañía para permitirlo. No te desestimes, Karol. Eres una mujer muy capaz. Creo que podrías hacer cualquier cosa que quieras si pones tu mente en ello.

CUMPLIENDO TUS REGLAS [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora