•CAPÍTULO 43•

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Tomo una profunda, calmante respiración. Santo infierno. ¿No puedo resistirme a él por un minuto? Sacudo mi cabeza, disgustada conmigo, misma, agradecida por la interrupción de Robert, a pesar de que es vergonzoso. Me pregunto lo que Robert ha tenido que interrumpir en el pasado. ¿Qué ha visto? No quiero pensar en eso.

Almuerzo. Haré el almuerzo. Me ocupare a mí misma sirviendo los macarrones. ¿Qué querría Robert? Mi mente corre; ¿es acerca de Ana?

Diez minutos después, regresan, justo cuando los macarrones están listos. Ruggero luce preocupado mientras me mira.

—Les informaré en diez.— dice a Robert.

—Estaré listo.— responde Robert y deja el gran salón.

Saco dos platos calientes y los coloco en la isla de la cocina.

—¿Almuerzo?.

—Por favor.— dice Ruggero mientras se posa en uno de los taburetes de la barra. Ahí está mirándome cuidadosamente.

—¿Problema?

—No.

Frunzo el ceño. No me está diciendo. Sirvo el almuerzo y me siento a su lado, resignada a quedarme en la oscuridad.

—Están buenos.—murmura Ruggero apreciativamente mientras toma un bocado.— ¿Te gustaría una copa de vino?

—No, gracias.

Necesito mantener la cabeza clara alrededor tuyo, Pasquarelli.

Sabe bien, aunque creo que no tengo tanta hambre. Pero como, sabiendo que Ruggero se molestará si no lo hago. Eventualmente Ruggero rompe nuestro silencio melancólico y enciende la pieza clásica que escuche antes.

—¿Qué es?.—pregunto.

—Canteloube, Songs of the Auvergne. Esta se llama Bailero.

—Eas hermosa. ¿Qué idioma es?

—Está en Francés antiguo, occitano, de hecho.

—Hablas francés, ¿lo entiendes?.

Recuerdos del impecable francés que hablo en la cena de sus padres viene a mi mente...

—Algunas palabras, sí.—Ruggero sonríe, visiblemente relajado.—Mi madre tenía un mantra: Instrumento musical, lengua extranjera, arte marcial. Matteo habla inglés e italiano, Luci y yo francés e italiano. Matteo toca la guitarra, Luci toca el Cello, y yo toco el piano.

—Wow. ¿Y las artes marciales?

—Matteo práctica Judo. Luci plantó los pies a los doce y se negó.- sonríe ante el recuerdo.

—Desearía que mi madre hubiera sido tan organizada.

—La Dra. Di Pascuale es forminable cuando se trata de los logros de sus hijos.

—Debe estar muy complacida por ti. Yo lo estaría.

Un pensamiento oscuro destella por el rostro de Ruggero, y se ve momentáneamente incómodo. Me mira con recelo como si estuviera en territorio inexplorado.

—¿Has decidido qué vestidas esta tarde? ¿O necesito ir y escoger algo para tí?.- su tono es repentinamente brusco.

¡Wow! Suena enojado. ¿Por qué? ¿Qué he dicho?

—Um... no aún. ¿Elegiste toda esa ropa?

—No, Karol, no lo hice. Le di una lista y tu talla a un asistente de compras en una tienda de París. Deberían quedarte. Solo para que lo sepas, he ordenado seguridad adicional para esta tarde y los siguientes días. Con Ana impredecible y perdida, en algún lugar se las calles de Seattle, pienso que es una sabía precaución. No quiero que salgas sin acompañamiento. ¿Está bien?.- parpadeo ante él.

—Está bien.- que pasó con el Pasquarelli debo- tenerte-ahora.

—Bien. Voy a informarles. No demoraré mucho.

—¿Están aquí?

—Sí.

¿Dónde?

Recogiendo su plato, Ruggero lo coloca en el fregadero y desaparece de la habitación. ¿De qué infiernos se trata? Es como varias personas diferentes en un solo cuerpo. ¿No es ese un síntoma de esquizofrenia?

Debo Googlearlo.

Limpio los platos, lavándolos rápidamente, y me dirijo arriba hacia mí habitación llevando el expediente Karol Itzitery Sevilla. De regreso en el vestidor. Saco los tres vestidos largos de noche. Ahora, ¿Cuál?

CUMPLIENDO TUS REGLAS [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora