•CAPÍTULO 12•

5K 273 27
                                    


—¿Qué? —pregunta Ruggero, desconcertado.

—Tú.

—¿Yo?

—Sí. Tú. Todavía vestido.

—Oh.

Él mira hacia abajo a sí mismo, luego de nuevo a mí y su rostro estalla en una enorme sonrisa.

—Bueno, sabe lo difícil que es para mí mantener mis manos apartadas de usted, Sra. Pasquarelli, sobre todo cuando está riendo como una colegiala.

Oh, sí, las cosquillas. ¡Ah! Las cosquillas. Me muevo con rapidez para quedar a horcajadas sobre él, pero comprendiendo inmediatamente mi malvada intención, agarra mis dos muñecas.

—No —dice y lo dice en serio. Le hago pucheros, pero decido que no está listo para esto—. Por favor, no —susurra—. No podría soportarlo. Nunca me hicieron cosquillas cuando era niño—hace una pausa y relajo mis manos para que no tenga que restringirme—. Solía ver a Bruno con Mateo y Luci, haciéndoles cosquillas y parecía muy
divertido, pero yo... yo...—pongo mi dedo índice en sus labios.

—Calla, lo sé —murmuro y planto un suave beso en sus labios donde mi dedo acaba de estar, entonces me recuesto en su pecho.

El dolor familiar y doloroso se hincha dentro de mí y la profunda tristeza que llevo en mi corazón por Ruggero como un niño pequeño se apodera de mí una vez más. Sé que haría cualquier cosa por este hombre, porque lo amo mucho. Él pone sus brazos a mí alrededor y presiona su nariz en mi cabello, respirando profundamente mientras suavemente acaricia mi espalda. No sé cuánto tiempo yacemos allí, pero al final rompo el cómodo silencio entre nosotros.

—¿Cuál es el tiempo más largo que te has pasado sin ver al Dr. Flynn?

—Dos semanas. ¿Por qué? ¿Tienes un impulso incorregible de hacerme cosquillas?

—No—me río entre dientes—. Creo que te ayuda. Ruggero resopla.

—Debería, le pago suficiente —él tira de mi cabello suavemente, girando mi cara para mirarlo. Levanto mi cabeza y encuentro su mirada.

—¿Está preocupada por mi bienestar, Sra. Pasquarelli? —pregunta en voz baja.
—Cada buena esposa se preocupa por el bienestar de su amado marido, Sr. Pasquarelli —le advierto en broma.

—¿Amado? —susurra y es una pregunta conmovedora colgando entre nosotros.

—Muy muy amado —me deslizo hacia arriba para darle un beso y él sonríe con su sonrisa tímida.

—¿Quiere desembarcar para comer, Sra. Pasquarelli?

—Quiero comer donde quiera que seas más feliz.

—Bien —dice sonriendo—. A bordo, donde puedo mantenerte a salvo. Gracias por mi regalo—extiende su mano, agarra la cámara y sosteniéndola con el brazo extendido, nos toma una foto a ambos en nuestro abrazo después de las cosquillas, después del sexo, después del confesionario.

—El placer es todo mío —sonrío y sus ojos se encienden.

—El placer es todo mío —sonrío y sus ojos se encienden

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
CUMPLIENDO TUS REGLAS [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora