•CAPÍTULO 49•

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He entrado en un universo alternativo. La joven que me mira fijamente parece digan de una alfombra roja. Su vestido straples, largo hasta el suelo, de satín rojo es simplemente impresionante. Tal vez le escriba personalmente a Carolina Acton. Está ajustado y adula las pocas curvas que tengo.

Mi cabello cae en ondas suaves alrededor de mi cara, derramándose sobre mis hombros hasta mis pechos. Meto un mechón detrás de mí oreja, dejando al descubierto mi segunda opción en pendientes. Mantuve mi maquillaje al mínimo, buscando un aspecto natural. Delineador de ojos, mascar, un poco de rubor rosado y el lápiz labial de color rosa pálido.

Realmente no necesito rubor. Estoy un poco enrojecida por el constante movimiento de las bolas de plata. Sí, van a garantizar que tenga un poco de color en las mejillas esta noche. Sacudiendo mi cabeza ante la audacia de las ideas eróticas de Ruggero, me inclino a recoger mi abrigo de raso y el bolso negro. Voy en busca de mis Cincuenta sombras.

Estamos llegando a la gran mansión Pasquarelli

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Estamos llegando a la gran mansión Pasquarelli. Cuando Ruggero me entrega una caja de lona negra con un gran lazo gris decorándolo.

—¿Y esto es...?

—Ábrelo.—sus ojos brillan de emoción.

Llevo mi mano al lazo deshaciéndolo. Dentro de la caja, hay dos antifaces distintos. Uno de color rojo, fuego, ardientemente hermoso, decorado con algunos diamantes en los bordes. Otro, de color negro liso demasiado simple.

—¿Te mencioné anteriormente que el baile es de máscaras?—niego con la cabeza.—Creo que se me pasó.—sonríe con perversión.

Robert abre la puerta del coche. Al bajar, hay una gran alfombra de color rojo y muchos fotógrafos. Por Dios, no creí que habría prensa en un baile de caridad.

—Tranquila, la razón por la que están aquí es simple. Vendrán celebridades de todo el mundo, es una gran cantidad de dinero el que se invierte.

—¿A qué fundación de dirigen?—me atrevo a preguntar.

—Para niños con padres alcohólicos o drogadictos.

Mi boca se seca, eso es... asombroso.

—Adelante.

Ingresamos a la mansión, hay mozos por todos lados y visualizo a Grettel. ¡Aggh! Ella arruinó mi vestido, pero no soy rencorosa. Las personas están excelentemente bien vestidos, mientras que conversan con clase y algunos en otros idiomas.

¿Dónde me metí?

—¡Karol!

La Sra. Pasquarelli se acerca a mí, luce bellísima. Un vestido de color verde oscuro resalta su figura, mientras que cuelga de su cuello un deslumbrante collar de perlas.

—¡Antonella!—beso su mejilla.

—Cariño.—abraza a su hijo.—Creí que no vendrían...

—Mamá. Sabes que nunca me pierdo éstos bailes de beneficencia.

—Me refería a venir juntos.—trago saliva con dificultad.—Me alegra mucho que hayan arreglado las diferencias entre ustedes. Ruggero estaba perdido sin tí cariño.

Y las mariposas empiezan a revolotear en mi vientre, mientras que Antonella me regala una sonrisa de oreja a oreja.

—Pasen por favor, la subasta comenzará en unos minutos.

Ruggero aprieta mi mano y asentimos.

—¿Dónde me metiste?—le pregunto bromeando.

—No creí que vendría tanta gente, pero más es mejor.—sonríe.

—¡Ruggero! ¡Karol!

Lucía corre hacia nosotros, me abraza fuertemente mientras ríe como loca. Por Dios, yo también me alegro de verla.

—¡Qué alegría saber que volvieron!

—Comparto el sentimiento.—murmura Ruggero.

—¡Estás hermosa Luci!—ella da una media vuelta.

—Renato y Erick han escogido mi vestido, nunca creí que un hombre tuviera tan buen sentido de la moda.—sonríe.

—Dímelo a mí.—miro de reojo a mi novio.

—Ruggero nunca ha tenido que ver con la moda y la belleza hasta que se hizo socio de Elena, ella personalmente me ha peinado y maquillado.—me tiendo instantáneamente.

—Será mejor que vayamos a sentarnos.—murmura Ruggero, al parecer comprendiendo mi incomodidad.

—¡Oh espera!—dice ella.—Ahí viene mi nuevo novio, creo que lo conocen.—me sonríe nerviosa.

Oh por... Renato.

Renato, Tato, mi hermanito. Camina hacia nosotros con una sonrisa deslumbrante mientras que acomoda su corbata con nerviosismo.

—¿Estás saliendo con el hermano de Karol?—dice Ruggero, su tono de voz es realmente alto y siento su sorpresa, porque yo también lo estoy.

—Hermanita.

Renato me envuelve en sus brazos, su cabeza descansando en mi cuello y sus manos en mi espalda. Siento la mirada penetrante de Ruggero sobre nosotros. Besa mi frente y finalmente nos separamos.

—Ruggero.—extiende su mano y él la toma con fuerza, hay fuego en sus ojos.

—Bien, bien. ¿Tu no salías con Chiara?—pregunto confundida.

—¿Y tú con Erick?—le dice Ruggero a su hermana en el mismo tono.

—Nos enamoramos...

Lucía enrolla los brazos en la cintura de mi hermano, mientras que él besa su coronilla. Se los ve... muy bien, y es hasta loco pensándolo mejor.

—Me alegro mucho por ustedes.—finalmente Ruggero muestra un poco de humanidad y abraza a su hermana.

—¡La subasta está por comenzar!—se escucha al presentador.

—Creo que nos veremos luego...—murmura mi hermano y lo saludo por última.

—Su mesa es la cincuenta.—dice Lucía.

Mi cincuenta sombras, ¿puede ser más obvio el destino? No creo en las casualidades.

—¿Tu cincuenta sombras?—Ruggero me mira fijamente con confusión.

—Mi cincuenta sombras.—afirmo.

—¿Así me llamas?

—Solo con mi subconsciente. Un día me dijiste que tienes más sombras que luces, cincuenta sombras más oscuras. Y simplemente te quedó el apodo.

—Karol Sevilla... ¿qué voy a hacer contigo?— sonríe divertido mientras posa sus manos en mis mejillas, acerca su boca y me besa.

Nada de besos profundos, intensos ni siquiera húmedos. Solo con la mayor dulzura y ternura que una persona puede manejar.

CUMPLIENDO TUS REGLAS [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora