•CAPÍTULO 60•

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Maratón 2/?. Comenten si quieren otro 😉💛🍃.

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—¿Qué? —gruñe y casi que quiero correr y esconderme.

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Está sentado en su escritorio con la cabeza en las manos. Mira hacia arriba, su expresión es feroz, pero su rostro se suaviza de inmediato cuando le ve. Sus ojos son amplios y cautelosos. De pronto se ve tan cansado que mi corazón se contrae. Parpadea, y sus ojos se deslizan a lo largo de mis piernas y luego de regreso arriba. Estoy usando una de sus camisetas.

—Deberías estar en satén o en seda Karol.— deja salir.—Pero incluso en mi camiseta te vez hermosa.

Oh, un cumplido inesperado.

Te extraño, ven a la cama.— lentamente se levanta de su silla, aún en camisa blanca y pantalones de vestir negros.

Sus ojos brillan llenos de promesas, pero también hay rastro de tristeza. Se para frente de mí, mirándome intensamente pero no me toca.

—¿Sabes lo que significas para mí?—murmura.— Si algo te pasara... por culpa mía.

Su voz se deshace, sus cejas se contraen y el dolor que atraviesa su rostro es casi palpable. Se ve tan vulnerable, su miedo es muy evidente.

—Tranquilo Rugge.—sonrío por lo tierno que suena la abreviación de su nombre.—Nada me va a pasar.—le aseguro, con voz suave. Levanto mi mano y toco su rostro pasando mis dedos por la barba en su mejilla. Es inesperadamente suave.— Tu barba crece rápido.—susurro incapaz de esconder el asombro en mi voz por la increíble belleza del hombre parado frente a mí.

Trazo la línea de su labio inferior y entonces arrastro mis dedos hacia su garganta, a la tenue mancha de lápiz labial en la base de su cuello. Me mira, aún sin tocarme, con sus labios ligeramente separados. Paso mi dedo por la línea, y él cierra los ojos. Su suave respiración se acelera. Mis dedos alcanzan el borde de su camisa, hasta llegar al siguiente botón abrochado.

—No voy a tocarte. Solo quiero abrirte la camisa.—susurro.

Sus ojos se amplían, mirándome alarmados. Pero no sé mueve y no me detiene. Muy lentamente desabrocho el botón, sosteniendo el material lejos de su piel, y tentativamente me muevo hacia el segundo lentamente repitiendo el proceso y concentrándome en lo que estoy haciendo.

No quiero tocarlo. Bueno... sí, pero no lo haré. En el cuarto botón la línea roja reaparece y sonrió tímidamente.

—De regreso a territorio familiar.—trazo la línea con mis dedos antes de desabrochar el último botón. Abro su camisa y me mueve hacia sus puños, removiendo sus gemelos de piedra negra pulida a la vez.—¿Puedo quitarte la camisa?—pregunto en voz baja.

Asiente, sus ojos aún amplios, mientras extiendo la manos y tiro de su camisa por sobre sus hombros. Libera sus manos por lo que está parado frente a mí desnudo de la cintura hacia arriba. Con su camisa, parece recuperar su equilibrio. Me sonríe.

—¿Qué hay de mis pantalones Srta. Sevilla?—pregunta levantando una ceja.

—En el cuarto. Te quiero en tu cama.

—¿Sabes, Srita. Sevilla? Eres insaciable.

—No puedo imaginar porqué.—agarro su mano y lo saco de su estudio. Guiándolo a su cuarto. El mismo está helado.

—¿Abriste la puerta del balcón.—pregunta, frunciéndole el ceño mientras llegamos a su cuarto.

—No.—no recuerdo hacer eso. Rememoro cuando revisé el cuarto cuarto al despertar. La puerta estaba definitivamente cerrada.

Oh, mierda... Toda la sangre abandona mi rostro, y miro a Ruggero con la boca abierta.

—¿Qué sucede, nena?—espeta mirándome.

—Cuando desperté... había alguien aquí.—susurro.—Creí que era mi imaginación.

—¿Qué?—se ve horrorizado y se apresura hasta el balcón, da un vistazo hacia fuera, entonces entra de regreso al cuarto y cierra la puerta detrás de él.—¿Estás segura? ¿Quién?—pregunta con voz tensa.

—Era un sombra extraña, como la de... una mujer, creo. Estaba oscuro, además me acababa de despertar.

—Vístete.—me gruñe en su camino de vuelta.—¡Ahora!

—Mis ropas están en mi cuarto.—gimo.

Abre uno de los cajones de su cómoda y saca un par de pantalones de algodón.

—Ponte estos.— son demasiado grandes, pero no voy a discutir con él.

También saca una camiseta, y rápidamente se la pasa sobre la cabeza. Agarrando el teléfono junto a la cama, presiona dos botones.

—Ella sigue aquí.—sisea.

CUMPLIENDO TUS REGLAS [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora