•CAPÍTULO 86•

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Últimos capítulos...

—Te sorprenderías de lo que puedo hacer, señorita Sevilla —dice. Extendiendo su mano, coloca un mechón de cabello detrás de mi oreja, una leve sonrisa traicionando su diversión.

—Quiero llegar a casa, pero tal vez sólo logremos llegar hasta el coche —dice
sonriendo hacia mí mientras toma mi mano y me lleva fuera del ascensor.

¡Qué! ¿Sexo en el automóvil? ¿No podemos simplemente hacerlo aquí en el mármol
frío del piso del vestíbulo... por favor?

—Ven.

—Sí, lo quiero.

—¡Señorita Sevilla!—grita, con fingido horror divertido.

—Nunca he tenido relaciones sexuales en un auto—me defiendo. Ruggero se detiene y pone esos mismos dedos bajo mi barbilla, inclinando mi cabeza hacia atrás y mirándome—. Sólo esa pequeña provocación hace un tiempo...—murmuro.

—Estoy muy contento de escuchar eso. Tengo que decir que estaría muy
sorprendido, por no decir enojado, si lo hubieras hecho—me sonrojo, parpadeando hacia él. Por supuesto, sólo he tenido relaciones sexuales con él. Le frunzo el ceño.

—Eso no es lo que quise decir.

—¿Qué quieres decir?—su tono es inesperadamente duro.

—Ruggero, fue sólo una expresión.

—La famosa expresión: “Nunca he tenido relaciones sexuales en un automóvil”. Sí, eso simplemente común.

Por Dios... ¿cuál es su problema?

—Ruggero, no estaba pensando. Por el amor de Dios, acabas... um, de hacerme eso en un ascensor lleno de gente. Mi ingenio se encuentra disperso—levanta sus cejas.

—¿Qué te hice?—me desafía. Le frunzo el ceño. Él quiere que lo diga.

—Me excitaste, a lo grande. Ahora llévame a casa y cogeme—su boca se cae abierta luego se ríe, sorprendido. Ahora se ve joven y desenfadado.

Oh, oírlo reír. Me encanta porque es muy raro.

—Naciste siendo romántica, señorita Sevilla—toma mi mano, y nos dirigimos
hacia el edificio donde se encuentra el ayudante de valet junto a mi Audi.

—Naciste siendo romántica, señorita Sevilla—toma mi mano, y nos dirigimos hacia el edificio donde se encuentra el ayudante de valet junto a mi Audi

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—Así que quieres sexo en el auto—murmura  Ruggero mientras enciende el auto.

—Francamente, habría estado feliz con el piso del vestíbulo.

—Confía en mí Karol, igual yo. Pero no me apetece ser arrestado a esta hora de la
noche y no quiero hacertelo en el baño. Bueno, no hoy.

¿¡Qué!?

—¿Quieres decir que existía la posibilidad?

—Oh sí.

—¡Regresemos!—se vuelve a mirarme y ríe. Su risa es infecciosa; pronto ambos estamos riendo… maravillosas, catárticas, carcajadas de cabeza—inclinada—atrás. Estirándose, coloca su mano en mi rodilla, acariciándola suavemente con sus largos dedos habilidosos. Dejo de reír.

CUMPLIENDO TUS REGLAS [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora