•CAPÍTULO 4•

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De repente estoy muy despierta, mi erótico sueño olvidado.

—Estaba acostada boca abajo. Debí haberme girado dormida—susurro débilmente en mi defensa. Sus ojos ardiendo con furia. Baja la mano, y levanta la parte superior de mi bikini de su reposera y la lanza hacia mí.

—¡Ponte esto! —sisea.

—Ruggero, nadie esta mirando.

—Créeme. Están mirando. ¡Estoy seguro que Robert y el personal de seguridad están disfrutando el show! —gruñe.

¡Mierda! ¿Por qué sigo olvidándome de ellos? Aprieto mis pechos en pánico, ocultándolos. Desde la desaparición y sabotaje de Charlie Tango, estamos constantemente bajo la sombra de los benditos hombres de seguridad.

—Sí —gruñe Ruggero—. Y algunos sórdidos malditos paparazzi también podrían conseguir una foto. ¿Quieres estar en todas las portadas de la revista Star? ¿Desnuda esta vez?

¡Mierda! ¡Los paparazzi! ¡Maldición! Mientras lucho por colocarme la parte
superior, todos los tonos, de color desaparecen de mi cara. Me estremezco.
El desagradable recuerdo de haber sido acosada en la clínica después de nuestro compromiso fue filtrado y no bienvenido en mi mente, todo parte del paquete de Ruggero Pasquarelli.

—¡l'account!—gruñe Ruggero justo cuando va pasando el camarero—. Nos vamos —me dice.

—¿Ahora?

—Sí. Ahora.

Oh mierda, no está para discutir. Se coloca sus pantalones cortos, aún cuando están mojados, luego su camiseta gris. El camarero está de regreso en un momento con su tarjeta de crédito y la cuenta. De mala gana, me pongo mi vestido playero color amarillo y mis sandalias bajas. Una vez que el camarero se ha ido, Ruggero levanta su libro y iPhone mientras oculta su furia detrás del reflejo de sus gafas de aviador. Él está encrespado con tensión y furia. Mi corazón se hunde. Cada mujer en la playa está en topless, no es un gran crimen. De hecho parezco extraña con mi parte superior puesta. Suspiro interiormente, mi estado de ánimo se hunde. Pensé que Ruggero vería el lado gracioso… más o menos… quizás si me hubiera quedado boca abajo, pero su sentido del humor se ha evaporado.

—Por favor no estés molesto conmigo —susurro, tomando su libro y iPhone colocándolo en mi bolso.

—Muy tarde para eso —dice tranquilamente, muy calmado—. Ven—tomando mi mano, él da una señal a Robert y sus dos secuaces de
seguridad italianos, Rodrigo y Gaston. Extrañamente son gemelos idénticos. Ellos han estado pacientemente vigilándonos y a cualquiera en la playa desde la terraza. ¿Por qué continúo olvidándome de ellos?¿Cómo?

Robert tiene cara de piedra detrás de sus oscuras gafas. Mierda, también está molesto conmigo. Todavía no estoy acostumbrada a verlo vestido tan casualmente en pantalones cortos y una camiseta polo negra. Ruggero me guía hacia el hotel, a través del vestíbulo, fuera de la calle. Él continua en silencio, pensativo y con mal temperamento, y todo es mi culpa. Robert y su equipo nos siguen.

—¿A dónde vamos? —pregunto tentativamente, mirando hacia él.

—De regreso al barco —no me mira. No tengo ni idea de qué hora es. Creo que deben ser cerca de las cinco o seis de la tarde. Cuando llegamos al puerto, Ruggero me guía hacia el muelle donde la lancha de motor y el Jet Ski perteneciente al Capri, están amarrados. Mientras Ruggero desata la Jet Ski. Extiendo mi mochila a Robert. Lo miro nerviosamente, pero como Ruggero, su expresión no me dice nada. Me sonrojo, pensando sobre lo que vio en la playa.

—Aquí tiene, Sra. Pasquarelli—Robert me pasa un chaleco salvavidas de la lancha, y obedientemente me lo coloco. ¿Por qué soy la única que tiene que llevar chaleco salvavidas? Ruggero y Robert intercambian una mirada.

CUMPLIENDO TUS REGLAS [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora