•CAPÍTULO 41•

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Si fuera yo, ¿cómo te sentirías acerca de toda esta... generosidad viniendo de ti?

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Me mira en blanco, y ahí está su problema en una cáscara de nuez. La empatía o falta de la misma. El silencio se extiende entre nosotros. Finalmente se encoge de hombros.

—No lo sé.- dice y luce genuinamente perplejo.

Mi corazón se hincha. Esto es, la esencia de sus cincuenta sombras, seguramente. No puede ponerse en mis zapatos. Bien, ahora lo sé.

—No se siente bien. Quiero decir, eres muy generoso, pero me hace sentir incómoda. Te lo he dicho suficientes veces.- suspira.

—Quiero regalarte el mundo, Karol.

Mi estómago se llena de pequeñas mariposas, pican contra mi piel y sin pensar muerdo mi labio. ¿Cómo puedo contra esas simples y tiernas palabras? Me vuelve realmente loca, pero por favor, Karol. Mantén la cordura.

—Solo te quiero a ti, Ruggero. No todos los adicionales.

—Son parte de la oferta. Parte de lo que soy.

Oh, esto no va a ninguna parte.

—¿Comemos?.- pregunto.

La tensión entre nosotros es drenada. Frunce el ceño.

—Cocinaré.

—Bien. De lo contrario hay comida en la nevera.

—¿La Sra. Cooper está fuera los fines de semana? ¿Así que comes fiambres los fines de semana?

—No.

—¿Oh?.- suspira.

—Mis sumisas cocinan. Karol.

—Oh, por supuesto.- me sonrojo.

¿Cómo puedo ser tan estúpida?

Le sonrío dulcemente.

—¿Qué le gustaría comer al amo?.- sonríe.

—Sabes lo que me gustaría comer ahora... pero me conformo con lo que el ama pueda encontrar.- dice oscuramente.

Inspeccionando el impresionante contenido de la nevera

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Inspeccionando el impresionante contenido de la nevera. Me decido por Mac'n cheese. Incluso hay un queso excelente que huele riquísimo, perfecto. Es rápido y fácil. Ruggero sigue en su estudio, sin duda invadiendo la privacidad de algún pobre tonto inocente y recopilando información. El pensamiento es desagradable y deja un sabor amargo en mi boca. Mi mente tambalea. Él realmente no conoce límites.

Necesito música si voy a cocinar, y ¡voy a cocinar sin ser sumisa! Me acerco a la conexión para iPod junto a la chimenea y tomo el iPod de Ruggero. Apuesta a questo hay más de la elección de Ana aquí. La misma idea me asusta. ¿Dónde está? me preguntó. ¿Qué quiere? Me estremezco. Qué legado. No puedo envolver mi cabeza alrededor de esto.

Avanza a través de la extensa lista. Quiero algo optimista. Hmm, Beyoncé... No suena como el gusto de Ruggero. Crazy in love.

¡Oh, sí! Qué apta. Presiono el botón de repetir y lo pongo en voz alta. Zigzagueo de vuelta a la cocina y busco un tazón, abro la nevera y saco los macarrones. Los abro y empiezo a colocarlos en el tazón, bailando al mismo tiempo.

Incursionando en la nevera una vez más, recojo el queso, jamón, y ¡sí! Guisantes del congelador. Todo esto lo hará. Encuentro un olla, la pongo sobre la estufa poniendo un poco de sal y regreso a colocar los macarrones.

Sin empatía, reflexiono. ¿Es solo Ruggero? Quizás todos los hombres son así, desconcertados por las mujeres, simplemente no lo sé. Quizás no es una gran revelación.

Quisiera que Valen estuviera en casa; ella sabría. Ha estado en Barbados por mucho tiempo. Debería estar se vuelta a finales de semana después de sus vacaciones adicionales con Michael, primo de Ruggero. Me pregunto si todavía es lujuria a primera vista para ellos.

Una de las cosas que amo de ti.

Paro de mover los macarrones. Él dijo eso. ¿Eso significa que hay otras cosas que ama? Sonrío por primera vez desde que vi a la Sra. Johnson, una sonrisa genuina, de corazón, enloquecida. Ruggero desliza sus brazos alrededor de mí, haciéndome saltar

—Interesante elección de música.- ronronea mientras me besa bajo la oreja.- Tu cabello huele bien.- acaricia mi cabello con la nariz e inhala profundamente.

El deseo enrosca mi vientre. No. Me encojo fuera de su abrazo.

—Aún sido enojada contigo.- frunce el ceño.

—¿Por cuánto tiempo vas a seguir con esto?.- pregunta, arrastrando una mano a través de su cabello.

CUMPLIENDO TUS REGLAS [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora