•CAPÍTULO 40•

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—¿Podemos discutirlo en la cama?

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No.- hago pucheros como una niña.

—Durante el almuerzo, entonces. Estoy hambriento, y no solo de comida.- me da una sonrisa lasciva.

—No voy a dejar que me deslumbres con tus técnicas sexuales de distracción.- ahoga una sonrisa.

—¿Qué es lo que te molesta específicamente, señorita Sevilla? Escúpelo.

Está bien.

—¿Qué me molesta? Bien, está tu brutal invasión de mi privacidad, el factor de que me llevaste a un lugar dos veces, en donde tu ex amante trabaja y que usaste para llevar a tus otras ex amantes para que tengan sus tratamientos de depilado con cera, manipularme en la calle como si tuviera seis años; y para culpa ¡dejaste que tu Sra. Johnson te toque!.

Mi voz ha ascendido en crescendo.

Levanta las cejas, y su buen humor se evapora.

—Esa es una gran lista. Pero déjame aclararte una vez más... ella no es mi Sra. Johnson.

—Ella puede tocarte.- repito, muerdo mi labio inferior. Sé que en cualquier momento, rompería en llanto.

Presiona sus labios.

—Ella sabe dónde.

—¿Qué significa eso?.- ataco, furiosa, rota, y lastimada.

Pasa ambas manos a través de su cabello y cierra sus ojos brevemente, como si estuviera pidiendo inspiración divina de alguna clase. Traga saliva.

—Tú y yo no tenemos reglas. Nunca he tenido una relación sin reglas, y nunca sé dónde vas a tocarme. Me pone nervioso. Tu toque por completo.- se detiene, buscando las palabras.- Simplemente significa más... mucho más.

¿Más? Su respuesta es completamente inesperada, tirando de mí, y ahí está esa pequeña palabra con gran significado colgando entre nosotros otra vez. Mi toque significa... más. Santo cielo. ¿Cómo se supone que voy a resistir cuando dice esta clase de cosas? Pasquarelli busca mis ojos, observando, aprehensivo.

Tentativamente extiendo una mano y la aprehensión se convierte en alarma. Ruggero retrocede y cae mi mano.

—Límite duro.- susurra urgentemente, su rostro luce adolorido, con pánico.

No puedo dejar de sentir una decepción aplastante.

—¿Cómo te sentirías si no pudieras tocarme?.- murmuro, sin más medios para entender lo que está sucediendo.

—Privado y devastado.- dice inmediatamente.

Oh, mi Cincuenta sombras. Sacudo mi cabeza, le ofrezco una pequeña, reconfortante sonrisa y se relaja.

—Vas a tener que decirme exactamente por qué es un límite duro un día, por favor.

—Un día.- me murmura y parece encajarse fuera de su vulnerabilidad en una nanosegundo.

¿Cómo puede cambiar con tanta rapidez? Es la persona más caprichosa que he conocido.

—Entonces, el resto de tu lista. Invadir tu privacidad.- su boca se curva mientras contempla esto.- ¿Porque conozco tu cuenta bancaria?

—Sí, eso es indignante.

—Verifico los antecedentes de todas mis sumisas. Te mostraré.- se gira y se dirige a su estudio.

Obedientemente lo sigo, alturdida. De un armario cerrado con llaves saca una carpeta blanca, a diferencia de las demás que son todas de color negro. Tiene etiquetado en la ficha: Karol Itzitery Sevilla.

Santa mierda. Lo miro. Se encoge de hombros en tono de disculpa.

—Puedes quedártela.- dice tranquilamente.

—Bueno, vaya, gracias.- bufo.

Leo a través del contenido. Hay una copia de mi certificado de nacimiento, por amor de Dios, mis límites duros, el Control de Enfermedades y Prevención, el contrato de sumisión. Carajo... Mi número de seguridad social, mi currículum vitae, registros de empleo.

—Claro, por eso sabías que trabajaba en esa cafetería.

—Sí.

—No fue una coincidencia. ¿Esa propuesta de empleo no llegó simplemente de la nada?

—No.

No sé si estar enojada o alabada.

—Esto es bastante estúpido. ¿Sabes?

—No lo veo de esa forma. Con lo que hago, debo tener cuidado.

—Pero esto es privado.

—No hago mal uso de la información. Cualquier persona puede conseguirla si tiene medio cerebro, Karol. Para tener control; necesito información. Es como siempre me manejo.- me mira, su expresión vigilante o ilegible.

—No haces mal uso de la información. Depositaste cuarenta mil dólares que no quería en mi cuenta.

Su boca se presiona en una línea dura.

—Te lo dije. Eso es lo que Robert se las arregló para conseguir por tu departamento en Washington DC. Increíble, lo sé, pero ahí tienes.

—Eso no me lo dijiste.- frunzo el ceño y el aprieta los labios.

—Esa no es la cuestión...

—Pero el Audi...

—Karol, ¿tienes idea de cuánto dinero hago?.- me sonrojo, por supuesto que no.

—¿Por qué debería? No necesito conocer la línea inferior de tu cuenta bancaria, Ruggero.- sus ojos se suavizan.

—Lo sé, es una de las cosas que amo de ti.- lo miro impresionada, emocionada y atónita. ¿Lo que ama de mí? ¡¿Me ama?!

—Karol, gano alrededor de cien mil dólares por hora.- mi boca cae abierta. Esa una obscena suma de dinero.

—Cuarenta mil dólares no es nada. El auto, la ropa, el celular, no son nada.- su voz es suave.

Lo miro fijamente. Realmente no tiene idea. Extraordinario.

—Si fueras yo, ¿cómo te sentirías acerca de toda esta... generosidad viviendo de ti?

CUMPLIENDO TUS REGLAS [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora