CAPITULO 53: "El juego"

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Entorno los ojos— ¿No tienes una camisa qué ponerte? Puedo llamar a caridad para que te regale una.

Su sonrisa se ensancha —antes no parecía molestarte.

—bien dicho, antes. —Paso por un lado para ingresar al lugar, de nuevo me invaden un montón de recuerdos y es que bajo esta baldosa negra, las blanquecinas paredes lisas además de la elegante lámpara negra que cuelga del techo pasé muy buenos momentos que hoy veo de un modo distinto y que me hacen sentir una inevitable y odiosa nostalgia.

Dejo la bolsa de materiales sobre el sofá gris y me siento junto a ella —Espero que consiguieras tus materiales —mi tono es indiferente, frío y distante, no estoy en disposición alguna de ser amable.

Se detiene en el mueble frente a mí —¿Quieres algo de beber?

—No. —Lo cierto es que moría de sed, he estado horas sin beber siquiera agua pero mi orgullo ante todo, si no tardaba mucho tomaría algo al llegar a casa.

Resopla por la nariz —¿Y cómo has estado?

—Ryan, vine a trabajar.

Levanta ambas manos y luego comienza a caminar hacia las escaleras —Voy por las cosas.

—¡Y por un camisa! —digo lo más alto posible, pero conociéndolo no me hará caso, nunca lo ha hecho.

Estar en absoluto silencio es abrumador en especial con tantas cosas sucediendo en mi cabeza, mi corazón esta agitado, mis manos sudan y por alguna razón estoy nerviosa, llevaba meses sin estar a solas con Ryan y ahora me encontraba en su casa a solas haciendo un dichoso proyecto pero no sólo eso, las escaleras eran un recuerdo constante del armario, por más que lo intente nunca lo voy a olvidar. La culpa también me da leve pinchazos.

¿Por qué Alan me llamó? ¿Acaso sabe algo? ¿Qué va a pasar cuando se entere o debería enterarse?

Las estruendosas zancadas de Ryan al bajar me hacen recobrar mi rígida compostura.

—Aquí están. —Las tira con desinterés sobre la mesa bajo el horroroso cuadro que me recibe, posteriormente arrastra dos sillas con fuerza y se sienta en una de ellas.

—¿Alguna idea?

Me levanto para acomodar mi jean e incorporarme en la enorme silla de madera —Si —saco mi teléfono de mi bolsillo trasero para enseñarle algunos pantallazos que tomé.

Levanta ambas cejas —Eso no lo terminaremos hoy —asiento en respuesta, es algo que sabía perfectamente.

—Significa que tendrás que venir más seguido —sonríe pero no respondo, me concentro en rasgar tiras de papel periódico.

—No tienes que estar nerviosa — dice al cabo de un leve rato en silencio, levanto la vista sosteniendo la mirada de sus penetrantes ojos grises.

—No lo estoy.

Bufa —Por favor Leah te conozco mejor que nadie, en especial cuando estás nerviosa, estabas igual la primera vez que viniste.

—Pásame las tijeras —ignoro su comentario.

—¿Las palabras mágicas? —Lo miro incrédula y lleva su dedo índice a la oreja para indicar un "no escucho"

Ruedo los ojos — ¿Vete a la mierda? —Me hago la tonta y niega con la cabeza.

—Pásame las malditas tijeras por favor. —Espeto exasperada.

Amaga varias veces hasta que me veo obligada a arrebatárselas.

La venganza de los exDonde viven las historias. Descúbrelo ahora