CAPITULO 48:"A mi me incomoda" #2

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Warning: Escena muy corta </3

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Se acerca peligroso pero lento a mis labios sin despegar su vista de ellos, la sensación de nerviosismo aumenta cada vez más a tal punto de sentir su respiración sobre la mía, relamo mis labios y le doy una sonrisa al mismo tiempo que pongo una mano en su hombro. Sin poderlo evitar sonrío, sonrío de los nervios y de la emoción que me produce que estemos así, aquí y ahora.

Sin pensarlo dos veces se inclina hacia mí y une sus labios con los míos haciendo que automáticamente mi sistema colapse, mi corazón palpita fuertemente debido al montón de emociones que colisionaban entre ellas. No dudo en entre abrir un poco más mis labios para profundizar el beso y en el proceso siento el choque de nuestras dentaduras provocando que se me escape un leve jadeo de diversión al cual el también corresponde pero continuamos en nuestro  beso francés, no tardo en seguirle el ritmo tanto así que cuando me adapto lo agarro del cuello para acercarlo más mientras jugueteamos con nuestras lenguas.

Hace mucho tiempo no me sentía así, es tan agradable, tan divertido y placentero que me cuesta asimilar que realmente estoy viviendo este momento.

Pronto las manos de Alan se posicionan en mi cintura para pegar su cuerpo con el mío, me presiona contra su pecho y retrocedo un paso entre el montón de respiraciones locas que se funcionan junto con nuestros latidos, no es sino cuando choco contra la pared que caigo en cuenta que esto va mucho más allá que un beso.

Me separo por un segundo antes de ser arremetida nuevamente por los labios de Alan, no entiendo la obsesión de los hombres por el control pero esta es mi casa y son mis reglas.

Con decisión lo separo, lo tomo de los hombros y me volteo poniéndolo a él contra la pared acto seguido separo sus piernas y ubico mi rodilla entre ellas para causar un roce en su parte más sensible, no le doy tiempo de hablar porque lo beso con intensidad mientras hago fricción en su entrepierna; escucho brotar de su garganta un gruñido, sus manos me agarran con más fuerza hasta que poco a poco comienzan a ascender por debajo de mi blusa.

Retrocedo unos pasos sin despegarme de sus labios hasta que nos vemos envueltos en una guerra de quién empuja a quien en la cama y por desgracia pierdo yo. Con una sonrisa victoriosa y muy rápido se despoja de la camisa gris que lleva puesta y sin dejarme protestar se ubica sobre mí para buscar mi boca; en un acto ágil separa mis piernas y...

—¡Wow wow wow, espera! —Lo detengo cuando lo veo bajar hacia mi parte —¿A dónde crees que vas?

Lo veo Agitado y confundido —Iba a... ya sabes... —señala mi entre pierna.

—¡Normalmente se empieza por el cuello idiota! —Chillo ocultando lo raro y divertido que es esto.

Pone los ojos en blanco —Bien, como tú quieras—Sube y hace un ademán de besarme pero sus labios se dirigen a mi cuello lo que me provoca un escalofrío y que mi piel se erice al tacto, pronto comienza a dejar besos húmedos por todo mi cuello, besos que me estremecen hasta el alma; paso mis manos por su espalda tensa y prosigo tocando toda su tersa piel. Sus besos se detienen en un área específica, siento como succiona mi cuello, lo agarro del cabello y tiro de él con fuerza.

—Ni creas que me dejarás un chupetón en el cuello—Advierto.

No responde se limita a sonreír maliciosamente —Estas siendo muy mandona —vuelve a unir sus labios con los míos esta vez con más intensidad, su cadera presiona la mía haciendo que suelte un leve gemido, sus manos vuelven a subir por mi torso y en un movimiento ágil me levanta un poco para desabrochar mi sujetador.

Lo hace con tanta facilidad que me impresiona, decía la verdad sobre ser bueno haciéndolo.

Despega su boca de la mía y comienza dejar un camino de besos por mi abdomen mientras sube lentamente mi camisa, cada tacto me produce cosquillas, me estremece, pone mis pelos de punta; mi respiración se descontrola cada vez que sube más y más hasta que...

—¡Leah! —Lo separo de golpe al escuchar la llegada de mamá

¡Mierda!

—¡escóndete! —Susurro con preocupación.

—¿Leah?

—¿Dónde? —Alan se levanta apurado.

—¡Aquí estoy mamá!

—Debajo de la cama.

En un acto rápido recoge la camisa y levanta la sábana que cubre mi cama —No tiene espacio.

Veo la silueta de mamá debajo de mi puerta—¡Detrás de la puerta! —Lo apresuro.

Me acomodo en la cama y recojo la biblia que se encuentra en mi mesita de noche al mismo tiempo que la puerta de mi habitación se abre de golpe arrinconando a Alan.

—¿Qué estás haciendo hija?

—Leer la biblia. —Respiro hondo para ocultar mi nerviosismo.

Mamá me mira con confusión —¿Y por qué estas hiperventilada y roja?

—Eh... Es que la vida de Jesús es tan agitada —Una sonrisa nerviosa hace presencia en mi rostro.

Cruza su brazos —¿A quién le estas mintiendo a ti o a mí?

En ese momento no puedo hacer más que mirarla con mis ojos bien abiertos asimilando lo que me espera, puedo ver toda mi vida pasar frente a mis ojos incluso el futuro, un internado, convento de monjas, ¡Mi propio funeral!

¡No las rosas blancas sobre mi ataúd, prefiero las azucenas!

—Sé muy bien que te encierras a bailar con tus audífonos, te he visto.

La sensación de alivio que recorre mis venas permite que vuelva a respirar, que mi cuerpo tenso se relaje. Niego inmediatamente al recordar al pobre Alan apachurrado contra la puerta —Si, aun me da vergüenza —Trato de no balbucear.

Sonríe y vuelve a cerrar la puerta mientras Alan me lleva una mano a su pecho con una sonrisa por tan agitada aventura.

—Por cierto ¿Cocinaste el arroz que te pedí?

Hago un ademán de preocupación—¡Lo olvidé! —Lo digo tan alto como sea posible.

—¡Claro! Como no te vas a olvidar si solamente vives pegada a... —

—¡Vete, vete! —Empujo a Alan hacia la ventana para que no escuche los regaños de mi madre.

Antes de subir por la ventana se detiene y señala sus labios para que lo bese, ruedo los ojos —Ya vete— empujo levemente su cabeza para que salga por la ventana.

Una vez está fuera, abrocho con dificultad mi sujetador para realizar la solicitud que mamá me había pedido hace horas antes de que las chanclas comiencen a volar.

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Cuando papá está en casa hablando plácidamente con  mamá luego de una buena cena preparada por mí a modo de disculpa por mi descuido, finalmente puedo ir a mi habitación.

Estiro mi tensa espalda hasta escuchar vibrar mi teléfono.

—Mi amigo el evangélico: Esto no se va a quedar así.

Sonrío bobamente ante el mensaje y sin poderlo evitar llevo mis manos a mi boca para recordar lo sucedido, estuve a punto de caer ante Alan si no llega mi mamá a interrumpir.

Es toda una locura... 

La venganza de los exDonde viven las historias. Descúbrelo ahora