Correo Equivocado ✉❌ (Park Ji-min)

•10•

No se juzga por las apariencias

Narra Odelia

*Continua el Flashback*

Odelia– Oye, los chicos me gustaron toda la vida, ¿Y qué carajos te importa a ti si tuve o no?

Thomas– En un movimiento brusco agarró mi mentón con fuerza– Soy tan bueno, que me ofrezco para ser el primer amor que tengas, pero no esperes que me enamore de ti, princesa.

Odelia– ¿Qué haces?– No, no quería aceptar la realidad y el propósito del por qué se hallaba sentado en mi cama a mitad de la noche.

Thomas– No grites.– El hombre, además de ser mucho mayor que yo, el volumen de su cuerpo, fácilmente podía reprimirme.

Odelia– Basta, no.– Comencé un forcejeo, donde claramente estaba perdiendo.

Thomas– Quieta, niña sin gracia.– Se reía, su cuerpo por encima del mío, no sé cuándo, pero mis lágrimas salían sin pedir permiso.

Arrancó mi pantalón largo como si fuera una simple falda, no comprendía cómo lo hacía ver tan normal, toda la situación. En eso la puerta se abre, dejando a la vista a la última persona que pensé, jamás pedirle ayuda.

Odelia– ¡¡Papá!! Ayúdame.– Llorando.

Charles– Serio, pasmado, no puedo explicar su expresión– No hagan ruido.– Y cerró la puerta en mi cara, vio a su hijo, nos vio, y no hizo nada.

Thomas– ¿En qué estábamos? Ah, sí, quitemos esto.

Y mis golpes, el retorcerme como una lombriz, fue en vano, y lo hizo sin remordimiento, me penetró, ya no gritaba, me limité a llorar y buscar oxígeno, me estaba olvidado de respirar, de pensar en qué momento esto fue pensado.

Thomas– Sacó su cosa de mi interior para decir– No quiero ser padre muñeca.– Se levantó de la cama y me arrojó el pantalón a las piernas, lo tomé sin mirarlo, se acomodó la ropa– Un gusto, volveré pronto y prometo que será duradero.– Peinó sus pequeños rizos frente al espejo de mi escritorio– Recuerda, será nuestro secreto.- Salió.

Salté de la cama al armario, me metí dentro de él y no lloré, me puse a contar para no recordar, para no sentirme sucia, desgraciada, perdida. Llegué a contar tantos números como nunca lo imaginé, veía la sangre en mis muslos y seguía contando, desde ese día adopté aquel comportamiento, esconderme dentro de los armarios y dedicarme a contar sin límite.

Volví a la cama para taparme, odiaba a James por abandonarme, a mi madre por no ayudarme, a mi padre que nunca vi, a mi padrastro, y por sobre todo a Thomas, por robarme la inocencia. 

Para el día siguiente ni me levanté, no fui al baño a higienizarme, y mi padrastro no me despertó para limpiar la mugre que seguramente dejó con sus amigos. Oí a mi madre hablar, también la escuché entrar a su cuarto, trabajar turnos de noche la agota, quería llamarla a los gritos, pero la voz simplemente no me salía.

Eso de las cuatro de la tarde, un silencio abismal rondaba mi hogar, divisé la casa totalmente limpia, Dánae no lo hizo, de seguro fue Charles. Me di una ducha, y ahí sí pude llorar, en silencio pero lo hice, al salir al pasillo, mi padrastro me increpó.

Charles– Ven.

Odelia– Prometo que limpiaré todo la próxima vez.– Con miedo, creía que él también sería como Thomas.