Correo Equivocado ✉❌ (Park Ji-min)

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EL ORIGEN- Parte 2

Narra Jimin

Sacó una varita para lanzar un hechizo a Sidney, la mujer cayó al suelo sin quejas, desvanecida, Grace sonrió satisfecha al ver el cuerpo inmóvil de su hermana.

Grace– Al fin estás muerta.– Una espada traspasó su pecho, era Aiden.

Aiden– Maldita.– Con la mirada llorosa, no llegó a tiempo para salvar a su amada.

Grace cayó expulsando abundante sangre de su boca, riendo con sorna aún en su agonía.

Grace– Ganaremos, tú como otros vampiros...– Aspiró aire– Son un triste invento de las poderosas, jamás serán humanos, ni sentirán amor o la felicidad, y te maldigo.

Aiden– Lo siento por tu hermana, pero no por ti, engendro.– Y le dio final a la vida de la oscura.

El hombre desesperado y horrorizado, revisó el cuerpo de su amada, su corazón aún latía, la cargó para llevarla dentro de las instalaciones, si Grace llegó a dar aviso de su ubicación, sería el fin, otras vendrían para corroborar la muerte de Sidney.

Sidney– Aiden...– Dijo con dificultad.

Aiden– ¿Sí, cielo?

Sidney– El bebé nacerá hoy.

Aiden– No, tienes que esperar, primero vayamos a un sitio seguro para resguardarnos.

Sidney– No me queda mucho tiempo.– Era tan cierto como triste, del pecho de la mujer, las venas que antes tenían un color verdoso, común en personas de piel pálida, ahora eran venas negras que nacían de su pecho al cuello, el veneno del hechizo se abría camino por su sangre.

Aiden– ¿Qué es esto?– Sollozó.

Sidney– Veneno, si no tengo al bebé ambos moriremos.

Aiden– No.– Sollozó otra vez con más fuerza y dolor, su amor moría.

Sidney– Recuerda, si es una niña, será otra bruja, pero si el bebé es un varón, su sangre será clave para el ritual donde tú y otros vampiros resultarán sanados, sus almas también, podrán ser humanos.

Aiden– No me gusta lo que escucho.

Sidney– Recuerda mis palabras, porque la guerra durará por cientos de años, cosas horribles sucederán.– No mintió, las visiones eran imágenes nítidas en su cabeza.

Aiden– Entiendo.– Se limitó a decir, él la obedecería hasta en su propia muerte.

A la mujer le dieron calambres, dolorosos para ser exactos, el parto era de muerte, Sidney perdía la batalla de a poco, y Aiden lo sabía mejor que nadie, el hombre ayudó a parir.

Aiden– Ya casi, no falta nada.

Y un llanto poderoso salió de los pulmones de una bella bebé, Aiden se alegró, conociendo el resultado, esa niña era una bruja más.

Aiden– Toma, tenla un rato.– Sidney la tomó, con el dedo índice, provocó que una luz pequeña y cegadora, se coló por la frente de la niña hasta perderse en su piel sin dejar rastro– No, ¿Qué haces?– Asustado sin saber de sus intenciones.