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No te avergüences

Narra Odelia



Mis parpados pesaron y me dormí, dejé que mi cansancio me apagara, que el sueño fluyera, y por primera vez en nueve años pude dormir sin miedo, sin el monstruo.

Al llegar al último tramo del viaje, bajé totalmente descansada, y perdida, ¿Dónde rayos estaba? Suspiré con nerviosismo y me encaminé por donde sea que me encontraba, no soy de dormir tanto, nunca puedo hacerlo, pero esta vez me excedí.

Arrastré mi maleta con pesadez, mis ojos se dirigían para cualquier sitio, no tengo dónde pasar la noche, pero podría averiguarlo en el trayecto. Tan tonta como de costumbre, choqué con un chico y caí de trasero al suelo.




Chico- Ten más cuidado.- En un tono irritado, y siguió, no me ayudó.




No pude ver su rostro, el sol me dio de lleno y atiné a taparme el rostro con la mano izquierda, lo vi alejarse, vestía un pantalón de traje, una camisa oscura, y el saco en el brazo, eso es lo que divisé de su perfecta y pulcra imagen, si de espaldas se ve así, no quiero imaginar de frente.
¿Qué digo? Es un mal educado, esas cosas no se hacen, soy una mujer y tuvo que, al menos darme una mano.

Me compré un paquete de frituras y un jugo; bostezando, ya había preguntado por lugares para alquilar, y me enviaron por estos lados, hasta que encontré un cartel que decía, "Se renta habitación", sí, solo un cuarto, no era una casa, no tenía cocina, pero sí un baño, una amable anciana me la dio por un par de monedas y al fin pude establecerme.

¿Cómo estará mi madre? La dejé con ese maldito, y no, no iba a quedarme, estos años fueron realmente duros como para continuar viviendo allí, no tenía voz, mi hermano, al que le confiaría mi vida, se marchó para nunca volver, Dánae no era capaz de siquiera defenderme, le tenía miedo, como yo, solo que fui más inteligente.

La ancianita me dio un diario, el cual le pedí para buscar trabajo, no va a ser fácil, pero lo tengo que hacer, el dinero que poseo no durará para siempre, no puedo sentarme a esperar que la soga me ahorque.




Odelia– Hola, llamo para el puesto de empleada de limpieza.– Me detuve a escuchar– Ah, ¿Está ocupado? No es nada, adiós.





Taché el aviso, refunfuñé, ¿Para qué lo dejan en el diario? Marqué otro, estoy en un teléfono público, por lo que mi tiempo es valioso y corto.






Odelia– Buenos días, llamo por el aviso...– Un hombre me respondió que aún estaba disponible, a lo que casi me caigo– Oh, gracias, estaré allí mañana por la mañana.






Colgué el teléfono con entusiasmo, y regresé a mí ahora casa, al fin la suerte me sonreía un poco, y eso me bastaba.

Ya en la cama, miraba por la ventana, arrodillada, estaba atardeciendo, me preguntaba si el chico que choqué, era de aquí, ya que por su facha, pues parecía de más al centro.

¿Han escuchado de las personas dicen que quedan flechadas por un desconocido en la calle? No lo sé, sea por sus ojos, su voluminoso cuerpo, o solo les gusta y no lo pueden olvidar, bueno, a mí me llamó la atención el trasero de ese muchacho, es que es lo único que pude visualizar desde mi posición; tirada en el suelo, para cuando pude mirarlo con claridad se esfumó, lo vi de espaldas, y no me juzguen, si lo hubiesen visto no dirían lo contrario.

Antes de cenar, encontré en el patio de la casa a la anciana que me da la renta, y a su hija.







Odelia– Hola.

Correo Equivocado ✉❌ (Park Ji-min)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora