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•••Cuatro semanas después

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Cuatro semanas después.

—Peter, no voy a poder hacerlo. Ni siquiera puedo controlarlas con mis manos, no estoy lista para volar—le dice al chico, quien trata de convencerla de poner a prueba su manipulación gravitacional.

Esto es lo último que ha intentado perfeccionar las semanas pasadas, ya que la última vez que lo había intentado, se le habían hecho ampollas en las manos por no poder manipularlas de la manera correcta.

A pesar de estar teniendo problemas en eso, en lo demás va mejor que nunca. Había logrado vencer a María en el último combate de práctica que tuvo, algo en lo que sólo Black Widow había logrado cuando seguía siendo una agente.

También sus sentidos sobrehumanos se han desarrollado a tal punto en el que su vista funciona mejor que las gafas nocturnas de los agentes, y su audición alcanza un radar de hasta medio kilómetro.

El problema que tiene con la manipulación de ondas, es que no ha podido controlarlas sin querer gritar. Y si grita, podría estar cargando la máquina, ya que aún no tienen noticias de Inna. No hay pistas, no hay muertes de Inhumanos, nada. Donde sea que se esté ocultando, es un buen escondite.

—Si no lo intentas, no sabrás si eres capaz o no—contesta Peter, tratando de animarla—. Vamos, Ade. Yo te atraparé si algo sale mal.

Ambos habían estado saliendo desde la noche que se besaron por segunda vez, y las cosas iban de maravilla. El semblante de Adelaide había cambiado por completo y todos lo notaban. Y Peter, nunca se había sentido más feliz en su vida.

—Más te vale—le amenaza, con una gran sonrisa en el rostro.

Se aparta un poco para no lastimarlo con las débiles ondas que salen de sus manos, algo que provoca un leve cosquilleo en las palmas. Suspira profundamente y cierra los ojos para concentrarse, algo que sus padres le aconsejaron.

De repente, siente que sus pies dejan de tocar el piso poco a poco, pero como la idea le da pánico, abre los ojos y cierra sus palmas, volviendo a tocar el piso.

—Está bien, Ade. Sé que te da miedo, pero puedes hacerlo. En serio.

Esto la vuelve a animar y repite el procedimiento. Cuando vuelve a elevarse abre los ojos, esta vez controlando su pánico.

—¡Bien!—exclama emocionado, con una gran sonrisa en su rostro—Elévate más, te atraparé si algo pasa.

Confiando en sus palabras, Adelaide se concentra en liberar más ondas que la levantan a un metro y medio del piso, pero no se detiene. Le empieza a gustar la sensación.

—Peter—habla fuerte para que la escuche—, quiero hacerlo.

Peter comprende de inmediato y se pone la máscara, mientras Adelaide tiembla un poco pero se eleva más de dos metros. Su intención es llegar al techo del edificio más cercano para practicar el aterrizaje del que tanto ha estado hablando Tony.

—¡Continúa, ya voy para allá!—le grita el joven, cuando la morena está a dos pisos del techo.

Peter se balancea y llega al techo al mismo tiempo que su novia, quien lo abraza en cuanto deja de emitir ondas.

—¿Estas bien?—ella asiente—¿Te gustó?

—Al principio sólo quería bajar, pero... creo que sí me gustó.

Ambos se sientan en la orilla, provocando un poco de vértigo en Adelaide, pero nada que no haya sentido antes. Ella trata de calmar su adrenalina, mientras ve las ampollas de sus manos.

—El señor Stark está diseñando unos guantes para ti—le dice Peter, logrando que ella lo voltee a ver—. Para que eso ya no te pase.

—Mi madre dijo que es normal al principio, sólo necesito seguir practicando.

Lo único malo entre los dos, es que Adelaide sigue tratando de ser más autoritaria. Todos tratan de darle consejos, en especial Peter, respecto a sus poderes, pero ella siempre les lleva la contraria. Y aunque le cueste admitirlo, la mayoría de las veces se equivoca.

—Bueno, ya deberíamos irnos—le dice, revisando la hora en su celular—. ¿Estás lista?

—¿Cómo lo hiciste tú?—cuestiona su novia, notablemente nerviosa, señalando el piso—¿Fue tan fácil como dices?

—No, para nada. Pensaba en que si caía al piso, sería una muerte en vano—contesta, y de inmediato se da cuenta de que la puso más nerviosa—. Pero es un salto de fe. Eso es todo. Tienes que confiar en tus instintos.

Adelaide asiente, para después suspirar y reunir las fuerzas necesarias para hacerlo. Ve a Peter antes de sonreír y tirarse del edificio, liberando ondas de sus manos y logra retrasar su caída. El chico baja casi al mismo tiempo que ella y se acerca para felicitarla, más emocionado que ella.

—¿Lo vez? ¡Tú puedes!—se expresa, retirándose la máscara para darle un suave beso, lo cual relaja a la chica.

De repente, escuchan varias ambulancias y patrullas, por lo que Peter se asoma y regresa la mirada a la joven.

—Tengo que ir.

—Iré contigo—decide, pero él no está muy convencido—. Tu mismo lo dijiste, tengo que intentarlo.

En ese momento, escuchan a Michelle por el intercomunicador de sus oídos.

Tortolitos, los necesitamos en el Parque Elmhurst, por la avenida 57 y la calle 80. Hay civiles en el área, estamos despejándola.

—¿Cuál es la situación?—le pregunta Peter, poniéndose la máscara.

Hay un Inhumano, está atacando el lugar y tenemos que apaciguarlo. Dense prisa, chicos. No podemos contenerlo sin ayuda extra.

—Vamos para allá—contesta Adelaide, sosteniéndose de Peter antes de que éste lance una telaraña para balancearse por los edificios.

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Banshee [MARVEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora