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Tres semanas después.

Detecto movimiento entre la 37 y 38—anuncia Peter, desde el edificio más alto de la manzana.

Mantén tu distancia hasta nuevo aviso, Peter—ordena MJ desde la Base—. Necesitamos verle la cara.

Tiene puesta la capucha de su sudadera negra, no se distingue bien su rostro—señala, siguiendo al tipo con la mirada.

—Ahí es donde entro yo—contesta Adelaide, sentada afuera de un restaurante, lista para cualquier orden de MJ.

Recuerda que tendrá un aspecto diferente, así que no te le quedes viendo ni hagas comentarios.

—Entendido—contesta, dando un sorbo al vaso de agua que pidió.

Está avanzando a tu posición, Ade—avisa Peter.

En marcha, Adelaide—le ordena Michelle y ésta se pone de pie—. Está a tu derecha.

La chica camina hacia la derecha y finge estar hablando por teléfono, buscando a un supuesto amigo.

—Sí, ya estoy aquí, ¿y tú? Oh, creo que ya te vi—dice al teléfono cuando ve al hombre frente a ella—. Hola, David. ¿Cómo estas?

El hombre encapuchado trata de no verla a los ojos, por lo que agacha la cabeza más de lo normal.

—Me confunde de persona, señorita—responde, con una voz rasposa.

—¡Soy Susan!—le dice para que no se vaya, tratando de hacer que la vea a los ojos.

—No la conozco—contesta con tono frío e intimidante, por fin separando su mirada del suelo para verla a los ojos.

Su piel es azul y brilla como si tuviera chispas de electricidad recorriendo su cuerpo en lugar de venas, e incluso provoca que los postes de luz parpadeen de manera inusual.

Lo tenemos, Ade—informa Michelle al obtener la misma imagen que Adelaide captó por medio de una cámara en sus anteojos falsos.

—Ah, lo siento señor—se aleja Adelaide despreocupada, dejando en claro que su aspecto no la asustó, como él planeaba—. Me estoy retirando, MJ. Si necesitan algo más de él, creo que...

Antes de terminar sus palabras, alguien pasa a su lado y sus hombros chocan accidentalmente, por lo que el intercomunicador que sostenía con su mano cae al piso, perdiéndose de vista entre tanta gente.

—¡Ay, lo siento!—dice el chico con quien se topó, pero Adelaide se concentra en encontrar el intercomunicador—¿Se te cayó algo? Déjame ayudarte...

Cuando la chica dirige su mirada al joven con molestia, su expresión cambia de manera repentina al darse cuenta de que se trata de Jude.

—Adelaide...—formula el joven al ver su rostro, casi pálido—Yo... pensé que no regresarías...

—Ni yo—contesta, lo más neutral que puede—. Se me cayó un audífono, ¿no lo ves cerca?

—Eh... ¿no es ese?—señala el pequeño aparato negro, cerca de su pie—Permíteme—le dice antes de que ella se agache a tomarlo, para luego entregárselo en la mano—. Te extrañé bastante.

¡Adelaide! ¿Por qué no contestas?—escucha la voz de Peter al ponerse el intercomunicador otra vez.

—Jude, me tengo que ir—le dice al chico dándole la espalda, pero él alcanza a tomar su mano.

—¿Podemos salir algún día? Cuando estés disponible, claro.

—Lo pensaré—contesta, sólo para que la deje ir por fin.

Al soltarla, Adelaide se apresura a caminar hacia el callejón donde se vería con Peter, mientras Jude no puede quitarle la mirada de encima.

—¿Adelaide, estabas hablando con Jude?—escucha a Peter de nuevo, esta vez con un tono molesto.

—Me encontró en la calle—de limita a responder, justo al llegar al callejón donde Peter ya la esperaba.

—Y por eso quedaste en salir con él, ¿no?

—Peter, lo dije para que me dejara ir. No le volveré a hablar en toda mi vida.

A pesar de que el chico tiene el rostro cubierto, sabe exactamente qué expresión está haciendo.

—Creo que ya es hora de irnos—contesta, alejándose de ella al columpiarse con su telaraña, dejando atrás a Adelaide.

Pero ella no se atrasa, ya que se eleva con sus ondas dispuesta a alcanzar al chico, ahora más molesta que él.

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Al llegar a la Base, Michelle ya tenía bastante información del hombre con quien Adelaide había tenido el breve encuentro, al igual que varías fotos captadas por cámaras de seguridad donde hubieron algunos problemas donde él estaba implicado.

—Se hace llamar Electro. Estuvo desaparecido por dos años después de un accidente en su trabajo, y desde entonces se le ha visto en lugares concurridos donde la electricidad misteriosamente falla—empieza MJ, mostrando fotos del hombre cuando su aspecto era normal.

—¿Y por qué lo estamos investigando nosotros? ¿SHIELD no puede atraparlo y ayudarle?

—No busca ayuda—contesta Tony, evitando la mirada de Adelaide—. Ha matado a cada miembro de servicios secretos que lograron su captura.

—Y también mató a muchas personas en la empresa donde trabajaba, y ha estado huyendo desde entonces—añade Jones, quien recién había llegado a la Base para ayudarle a MJ con la investigación.

—¿Y por qué lo dejamos ir?—pregunta Peter, quien no le ha dirigido a la palabra a Adelaide desde que la dejó sola en el callejón.

—Porque no era la misión verdadera. Querían que comprobáramos su identidad, y eso hicimos—responde MJ.

—Pero lo teníamos...—empieza Adelaide, pero Tony la interrumpe.

—Ade, las cosas ya no son como antes. No podemos meternos demás en estos asuntos, el gobierno nos tienen muy limitados por los Acuerdos, los cuáles ya firmaste y sabes bien que no puedes romperlos.

—¿Entonces por qué lo hicimos nosotros y no ellos?—inquiere la joven, aún confundida.

—Hay algo que no te hemos dicho, y es muy importante—dice Michelle, evitando verla—. Su nombre.

—¿Electro? ¿Qué tiene de importante un estúpido sobrenombre...?

—Su verdadero nombre es Max Dillon—suelta Tony, ganándose una mirada de confusión de la chica.

Adelaide tarda en captar lo dicho, pero de pronto todo tiene sentido. Dillon, como Charlie Dillon, el niño que controlaba la electricidad y a quien la chica no pudo salvar.

—Dejó a su familia después de un accidente con Charlie, lo que provocó el desarrollo de los poderes del niño. Max se fue sin decirles nada, pero hasta hace poco confesó haber salido en busca de ayuda para su hijo, y ahí se enteró que había muerto. Quiere venganza.

—¿Contra los Watchdogs? Tenemos que decirle que ya no existen...

—Contra ti, Adelaide.

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Banshee [MARVEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora