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Deja de llorar—escucha la voz de un hombre, aparentemente extranjero—. ¿Quieres que mate a tu bebé?

Adelaide observa un lugar con apariencia de hospital, en condiciones de abandono. Ve a un hombre blanco, de cabello gris oscuro, delgado y de cara demacrada, observando a una mujer joven. Siente una punzada en la cabeza cuando ve el rostro de la mujer, quien es pelirroja, bastante pálida y extrañamente familiar.

—No... por favor, deje a mi bebé fuera de esto—chilla la mujer, cubierta en sudor y lágrimas.

Adelaide observa bien a la mujer y se da cuenta de que está embarazada. Tendrá unos 8 meses, ya que su panza sobresale de la sábana y cinturones con los que la amarraron.

—Entonces, déjalos trabajar. No le harán más daño a la niña de lo que le haz hecho tú.

—Lo que hice fue por su bien—objeta la mujer, permitiendo que dos personas le pongan algo parecido a una diadema con varios cables en la cabeza, pero suelta un gemido de dolor una vez que la atoran a su cráneo—. Si... se les o-ocurre hacer... le algo a mi n-niña—la mujer de verdad está sufriendo por lo que sea que le han puesto en la cabeza.

—Oh, nosotros no le haremos nada, Sophia. Nada más grave que lo que tú has hecho—interrumpe el hombre—. Crecerá para sufrir, y tú cargarás con eso en tu conciencia.

—Mi... mi niña no su-sufrirá... No si estoy con e-ella.

—No, Sophia. No estarás con ella. Ni tú, ni Paul, ni nadie. Esa niña crecerá para convertirse en el arma de HYDRA.

El hombre se acerca a Sophia y toca las sienes de la mujer. Al hacerlo, ella parece resistir lo que sea que él está provocando, pero después de pocos minutos de resistencia, la mujer termina gritando demasiado fuerte, tanto que logra romper varios objetos de vidrio de la habitación.

Su grito también carga una máquina bastante extraña, la principal razón por la cual tienen a Sophia en ese lugar, pero parece que sólo cargó la mitad de su capacidad.

—Puedes hacerlo mejor, Evans—musita el hombre, recuperando la postura—. Grita o...—toca la panza de la mujer, provocando que ésta jadee—tendrás a tu bebé en este horrible lugar, sin Paul para ayudarte.

Pareciera que había invocado a este último, pues un hombre de piel oscura, muy alto y delgado rompe la puerta para revelar a todo un equipo de respaldo. El equipo ataca a las personas que se encontraban cerca de Sophia y al hombre calvo. El joven que rompió la puerta que parece ser Paul se acerca a ella con prisa.

—¡Paul!—exclama Sophia cuando lo ve, mientras éste le quita la diadema y la desamarra de la camilla para cargarla en brazos y sacarla de aquel horrible lugar—Él...

—Se lo llevarán. No te preocupes. Esta vez no escapará.

—No... él me...—toca su cabeza para tratar de que Paul comprenda lo que trata de decir, pero él sigue confundido—La diadema... tenía algo...

Sophia parece perder la consciencia, y así es como Paul se da cuenta de lo que trata de decir. La diadema había perforado la parte detrás de su cabeza y ahora la mujer sangra demasiado.

—¡Ayuda! ¡POR FAVOR!—grita el hombre con desesperación y alguien del equipo acerca una camilla que estaba en el pasillo.

Paul recuesta a Sophia en la camilla, notando que pierde fuerzas. Él la ve con pánico. No se puede ir, no cuando recién la rescató.

—Sophia...

—Ya no las escucho—susurra la mujer, mirando el techo y luego a su esposo, deseando que la hubieran rescatado antes—. Adelaide ya viene. Puedo sentirla.

Adelaide despierta de golpe, demasiado agitada y bañada en sudor.

No fue un sueño, de eso está segura. Ellos dijeron su nombre, y la mujer era también una Banshee. ¿Será posible que Adelaide acaba de conocer a sus padres?

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Banshee [MARVEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora