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Adelaide cierra los ojos y disfruta de la suave brisa de otoño que se hace presente en el parque, y del placentero olor a tierra húmeda debido a las fuertes lluvias que recién dejaban la ciudad.

—Llegas tarde—suelta al percibir que alguien se había acercado a la banca.

—Lo siento, el señor Stark me habló de imprevisto y tuve que ir a ayudarle—le contesta Peter, un poco apenado.

—Está bien, llegaste en el momento perfecto—le dice la morena, señalándole el espacio a su lado para que se siente a observar el atardecer con ella.

Él ve unos segundos el lugar señalado y luego se dirige hacia ella, con una gran sonrisa en el rostro.

—No pensé que te gustara tanto la ciudad.

—Bueno, después de tantos meses sin poder hacer mucho, observar cosas se convirtió en mi hobby—le dice, aún sin despegar su mirada de los deslumbrantes colores en el cielo—¿O acaso no es hermoso?

—Sí, lo es—contesta, sin despegar su mirada de ella—. Pero creo que quedamos en vernos aquí para hablar de otras cosas.

—Ah, cierto... Es una sorpresa, no lo sabe más que el señor Stark y lo hice que me prometiera que no le diría a nadie más...

—¿Entonces?

—Espero que te guste, al principio no supe qué hacer. Esto cambia las cosas para mi futuro... nuestro futuro, de hecho.

—Adelaide, ¿me vas a dejar con la intriga?

—Bueno, no lo sé...—se ríe de él—Quiero ver tu reacción con detalle.

—La estás viendo con mucho detalle: desesperación.

Ella se arma de valor para decirle lo que se había enterado hace apenas unas semanas, pero antes de poder articular sus palabras, es interrumpida por un gran estruendo que provocan los postes de luz de las calles al explotar, pocos segundos de haber sido encendidos.

—¿Qué fue eso?

—Tal vez es un corto general—dice él, deseando con tantas ganas que no sea algo de lo que se tenga que encargar.

—No...—la joven se pone de pie, debido a que presiente algo en el ambiente—Peter, tenemos que...

En ese momento, escucha los nombres de por lo menos cuatro personas en su cabeza, y se da cuenta de que algo muy malo está por pasar.

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Señor Stark, detectamos movimiento a dos manzanas de su posición actual—escuchan a Michelle por el intercomunicador—. Adelaide, te necesitamos lejos de ahí. Sabes que te está buscando.

—Y seguirá matando a menos que me encuentre. Déjenme hablar con él.

Podrás hablar con él cuando lo atrapemos y esté detrás de la celda de contención—contesta Tony como ultimátum, provocando que la joven sienta impotencia—. Michelle, manda a un equipo a una manzana de su ubicación. Le tenderé una trampa y necesitaré refuerzos.

Señor Stark, estoy cerca de usted. ¿Necesita ayuda?—le pregunta Peter.

—Cuando veas mi propulsor, le lanzas una telaraña a los pies. Espero que esto sirva.

Estaré cerca, señor Stark—le avisa Jones—. Cuando caiga, lo atraparé.

Bien, chicos. A mi señal—empieza el hombre, mientras Adelaide se acerca a los heridos y trata de evacuar a las personas cercanas al área—. ¡Ahora!

En eso, una bola de luz sale disparada hacia el cielo y parece explotar al llegar a la altura del edificio más alto. Acto seguido, puede escuchar gritos de ayuda por el intercomunicador, pero no logra distinguir la voz debido a fallas en la frecuencia.

¡Ade...nece...ayud...!—alcanza a escuchar la voz de Michelle antes de que el aparato en su oído provoque un sonido ensordecedor y se lo quite de inmediato.

—¿Qué está pasando?—le pregunta a las voces de su cabeza—¿Quién necesita ayuda?

"Peter Parker."

Y al escuchar esto, Adelaide corre tan rápido como puede para alcanzarlo. Peter no puede morir. No puede permitirlo.

Al llegar a la zona, se encuentra con un verdadero desastre: el suelo estaba agrietado, los postes de luz habían caído y varias decenas de personas se encuentran en el piso, electrocutadas. Entre ellos, alcanza a distinguir a Peter, quien tiene una gran quemadura en su estómago debido a los cables que siguen saltando en el piso.

—¡Peter! ¡Oh, por Dios!—trata de reanimarlo, pero no reacciona con nada—¡Peter, despierta! ¡Por favor!—rompe un pedazo de su blusa para detener el sangrado de su gran herida, poniéndolo como un torniquete.

—Adelaide Evans. La asesina—escucha una extraña voz, como si tuviera un micrófono en la boca.

Ella se voltea levemente para encontrarse con un tipo extraño, de quien sólo emana energía eléctrica y su rostro puede identificar de inmediato.

—No sabes quien soy, pero pronto lo descubrirás.

—Maxwell Dillon—se adelanta la joven, viéndolo con desprecio—. Se muy bien quién eres y qué quieres.

—Refréscame la memoria, cariño.

—Yo no lo maté.

—Y yo no te creo. Pagarás por su muerte. Pagarás por la muerte de Charlie.

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Banshee [MARVEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora