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PARTE I

—Adelaide, no estás sola—dice Kevin Jones, intentando hablar en un tono cálido, confortante, confiable; pero a los oídos de Adelaide, solo es otro estudiante de Psicología que apenas aprende a interactuar con sus pacientes.

Ella ya sabe cada una de las "reconfortantes" palabras que usará durante la consulta, cada consejo inútil, cada medicamento que no hará más que calmarla por unas horas antes de que sus recuerdos la ataquen de nuevo.

—La señora Morris pasó por lo mismo que tú, ¿has intentado hablar con ella?—inquiere Jones con tanta lástima en su voz que la chica quiso darle una bofetada—Tal vez logres formar una mejor relación con ella, ¿no es algo que siempre haz querido?

Adelaide suelta una irónica carcajada, desconcertando a Jones.

—Es imposible hablar de un tema como ese con una persona que no puede estar sobria por más de ocho horas—objeta la chica, recordando el estado en el que se encontraba la señora Morris cuando encontró a Logan. Adelaide sacude la cabeza, bloqueando la imagen del chico en el piso—. A ella sólo le afecta que ya no le darán el dinero que recibía para "cuidar" a Logan.

—¿Crees que por eso los tiene en su casa? ¿Por el dinero?—pregunta con mucha curiosidad, anotando algunas cosas en su libreta.

—Tiene a cuatro chicos bajo su techo, pero no se preocupa por lo que pasa por nuestras cabezas. Creo que lo que sucedió con Logan lo deja muy en claro.

—¿Alguna vez hablaste de eso con la señora Sanders?—ella niega con la cabeza, sintiendo un nudo en el estómago al escuchar el nombre—Si tú piensas que no es sano vivir en esa casa, no tienes que regresar.

—¿Y vivir en el Orfanato otra vez? No gracias—suelta Adelaide, dirigiendo la vista hacia la ventana sin enfocarse en algo realmente.

—¿Por qué no?—el chico tiene un creciente interés en la vida de la chica desde que leyó su archivo—¿Qué pasó ahí?

—¿Ves ésta cicatriz?—señala su clavícula derecha, tocando una línea de unos cuatro centímetros muy marcada, donde le habían tenido que coser hace 5 años—Había un chico en el Orfanato que se dedicaba a hacernos la vida imposible. Molestaba a los niños más pequeños y yo intentaba defenderlos, pero salía con más golpes que los niños. Le dije a la señora Sanders lo que Joseph hacía, y no hizo nada. Cuando él se enteró, me tiró de las escaleras.

—¿Por eso la cicatriz?—pregunta Jones preocupado, apartando su libreta.

—Caí sobre mi brazo derecho y mi clavícula se rompió—hace una pausa, recordando todo el dolor que sintió en el momento—. Pero...¿sabes qué es lo peor de todo? Le dije a la señora Sanders que él me había tirado y ella dijo:—se toma un momento para respirar y copiar el mismo acento de la desagradable señora—"Van a adoptar a Joseph, y si lo vuelves a delatar ya no saldrá de aquí. Deja de ser tan envidiosa o me encargaré de que a ti nunca te adopten."

—Adelaide...—Jones está atónito— ¿Qué hiciste?

—La directora del Orfanato me amenazó. ¿Qué podía hacer?

Ahora Jones entiende a que se referían sus profesores cuando hablaban del Orfanato Little Flower y de todos los Psicólogos que atienden a niños y adolescentes provenientes de ese lugar.

Todos los comentarios destacaban lo desinteresados que estaban los empleados que se suponía debían cuidar de los niños. Pero eso cambió desde que el doctor Richards se quedó a cargo del Orfanato, o al menos eso es lo que ha escuchado de sus compañeros que ya han tenido la oportunidad de trabajar con los niños.

—Me enfoqué en conseguir una casa de acogida, y cuando vi a la señora Morris hice todo lo que pude para que me llevara con ella. Por más terrible que lo pase en su casa, es mil veces peor vivir en el Orfanato.

—Todo ha cambiado desde que el doctor Richards está a cargo. Te prometo que si decides dejar la casa de la señora Morris me encargaré de que te traten como es debido antes de que te adopten.

—¿Por qué lo harías?

—Porque no mereces vivir en esas condiciones. Nadie merece eso. Tienes derecho a una familia que te cuide de verdad.

Adelaide perdió la fe desde que regresó al Orfanato la última vez, con tan solo 9 años. En sus 16 años de vida, ha vivido en cinco casas diferentes. Había llegado a cada una de ellas con mucho entusiasmo, con esperanza de que por fin tendría una familia, pero salía de ellas pensando que tal vez no podría ser feliz nunca. Y ahora más que nunca cree que ese es su destino.

—¿Cómo te atreves a decir eso?—el tono de su voz alarma un poco a Jones, pero intenta no demostrarlo— ¿Quieres darme esperanza, hacerme creer que algún día tendré todo lo que siempre había soñado? Vete a la mierda.

Adelaide se pone de pie, dispuesta a dejar el consultorio, pero Jones empieza a hablar.

—Sé que es la primera consulta en donde has hablado desde lo que pasó con Logan. Adelaide, estás progresando, quieras aceptarlo o no...

—Todo lo que me haz dicho, ya lo he escuchado antes, Doc. Quieres hacer que crea que puedes ser mi amigo, que puedo contarte cualquier cosa, pero luego le contarás todo lo que te dije al director del Orfanato y él se lo contará a la señora Morris para recibir un castigo que, según ustedes, merezco por decir mentiras y ser irrespetuosa. Ya me ha pasado muchas veces como para caer de nuevo, Jones.

—Te juro que no se de qué hablas. Ahí no se trabaja de esa manera, ya no más...

—¡No mientas!—exclama llena de rabia—Lo que pasó con Joseph no es lo único que me ha pasado ahí. Hay muchas cosas que niños inocentes sufren en ese Orfanato y nadie sabe nada, porque si lo descubren, los tratarán diferente. Los excluirán, los juzgarán, les temerán, sin pensar que ellos también temen de sí mismos.

Adelaide no hablaba de los niños del Orfanato. Hablaba de ella misma.

—Me tengo que ir—suelta al sentir sus ojos arder. No permitirá que Jones la vea llorar.

—Hablas de ti—dice Jones, provocando que Adelaide se detenga asustada—. Hablas de tu grito, ¿cierto?

¿Cómo es posible que él lo sepa? Sólo la señora Morris la había escuchado, pero estaba muy ebria como para recordarlo.

—¿Có... cómo sabes de eso?

—Porque soy como tú. Soy un Inhumano.

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Banshee [MARVEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora