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—¿Y cómo la notaste? ¿Positiva?—le pregunta Peter, después de que Adelaide le contara lo que pasó en el hospital.

Había llegado hace pocos minutos, y debido a que Peter patrullaría en la noche, había ido directo a ver a Adelaide hasta la Base.

—Creo que sí. Tenía una actitud muy diferente, en el buen sentido—responde, recordando la imagen de una Dorothea completamente sobria—. Y más aún después de darle las fotografías.

—¿Qué fotografías?—inquiere, guardando los libros que había usado para hacer tarea mientras la chica estudiaba.

—Tengo algunas fotos en mi habitación, casi todas de ti y de Michelle, pero también de cuando vivía en casa de Dorothea.

—¿Puedo...?—dice, tratando de darse a entender sin tener que decir las palabras en voz alta, ya que Tony estaba pasando por la oficina en la que están.

—Claro, vamos—contesta la joven, cerrando su laptop y tomando la mano del chico sonrojado.

—¿A dónde van?—les pregunta Tony al verlos salir de esa manera.

—Voy a dejar mis cosas en la habitación antes de que se vaya a patrullar—le informa Adelaide un tanto cínica, con tal de que el hombre no haga demasiadas preguntas.

—Bueno, no tarden mucho. María necesita hablar contigo, Adelaide.

Ella asiente y continúa su recorrido aún tomando la mano del chico, aún más sonrojado.

—El señor Stark está tomando su papel paternal muy en serio—le dice a la joven, quien lo ve arqueando las cejas—. ¿No lo haz notado?

—Creo que es más por el lado en el que tiene que cuidarme para evitar algún problema con mi situación actual. Si ocasiono algo, me expulsarán del país de inmediato. Por eso tuve que firmar los acuerdos de Sokovia...

—¿¡Los firmaste!?—exclama Peter, provocando que algunas miradas posen sobre ellos.

—Baja la voz, Peter—le pide, apartándolo de las oficinas para llegar más rápido a su habitación—. Tenía que hacerlo, o no me dejarían quedarme. Sólo así podía regresar sin que alguien me metiera a prisión.

—Eres menor, no te mandarían a prisión—responde y ella lo ve arqueando la ceja—. Ah... a esa prisión...

—Ahora nos entendemos—dice, abriendo la puerta de la habitación con su huella—. No creo ser digna de pisar el mismo lugar que el séquito de Capitán América pisó.

—Bueno, no es como que hayan merecido pisar ese lugar.

—Tony no estaría de acuerdo con ello.

—Tony tiene muchos secretos, entre ellos la razón por la cual no los han atrapado. Él les ayudo, estoy casi seguro.

—¿Por qué lo haría?

—Porque así es él. Fueron sus amigos antes que nada.

—Bueno, el tendrá sus razones. ¿Quieres ver las fotos o no?

—Claro—responde, siguiendo a su novia aún de la mano.

Ella lo guía a la pared que está forrada de fotografías, acomodadas de una manera artística que sorprendió al chico. Podía encontrar figuras si se enfocaba sólo en la posición de las fotografías de diferentes tamaños.

—Ade, te quedó increíble—halaga, acercándose más para poder ver los rostros en las fotos.

Tenía razón, la mayoría de las fotos son de él y de Michelle, aunque sólo de su primer mes de novios antes de que tuviera que huir. Muchas de ellas las había tomado él mismo, desde que el señor Stark le regaló una cámara por su cumpleaños.

—Creo que necesito más. Se está convirtiendo en un hobby para mí—suelta Adelaide, debido a que quería llenar un vacío dentro de ella, y las fotos no estaban funcionando como esperaba.

—Podríamos ir a un parque, hay muchos paisajes que se verían bien entre tus fotos, tal vez a las orillas—sugiere Peter, viendo a Adelaide esperando su respuesta.

—Esa es una gran idea—concuerda la joven, imaginando nuevas formas para decorar esa pared.

—Tú dime el día y prometo que haré un espacio—le dice antes de revisar su reloj y notar que ya era hora de irse—. Ya casi oscurece, debo ir a ver a May antes de empezar a patrullar.

—Está bien, me avisas si algo pasa.

Le da un corto beso y se retira, no sin antes volver a darle una ojeada a la pared e irse con una sonrisa.

—Señorita Evans, la agente Hill la espera en su oficina—escucha la voz de F.R.I.D.A.Y., por lo que vuelve a salir de la habitación y se dirige al elevador para ir a dicha oficina.

Al llegar, nota varias cajas casi llenas cerca de la puerta, al igual que las repisas y el escritorio vacíos

—Ah, pensé que tardarías más. ¿Ya se fue Peter?—le pregunta la mujer, mientras dejaba una de las cajas más cerca de la puerta.

—Sí... María, ¿por qué estás sacando tus cosas?

—Adelaide, creo que esto lo vimos venir ambas desde que regresamos—empieza acercándose a la chica con cautela.

—Si es lo que creo...

—Fury me necesita para empezar a recuperar parte de SHIELD. Me iré por un tiempo—se adelanta María, con un poco de temor en su voz debido a la expresión en el rostro de Adelaide—. Sabes que soy su mano derecha...

—¿Cuánto tiempo?—le interrumpe, intentando ocultar lo que siente.

—Es indefinido—contesta, regresando al escritorio para sacar una carpeta con el sello de SHIELD.

—Está bien. El trabajo es primero, ¿no?—suelta la chica, haciendo notar su indignación.

—Adelaide, mi misión fue cuidarte mientras estuvieras lejos. Ahora estás a salvo con Stark, y Fury necesita...

—Tu ayuda, sí te escuché. Creí que nuestra convivencia era algo más que trabajo, tal vez afecto. Por lo menos yo lo sentí. Pero ya veo que para ti todo es trabajo.

—No espero que lo entiendas, Adelaide.

—Y al parecer nunca lo haré. Ojalá que les vaya muy bien, espero que recluten más personas para lavarles el cerebro como a ti te lo hicieron.

Sale de la oficina con el corazón palpitando fuertemente, tal vez arrepintiéndose de sus últimas palabras, pero no dejaría que eso se apoderara de su mente.

Estaba tan molesta con ella porque, después de lo que vivieron en Canadá, la chica empezaba a verla como una figura maternal. Alguien que dejara un buen ejemplo, alguien fuerte e independiente. Pero no es nada de eso, porque una figura maternal nunca la dejaría... Al menos no por decisión propia.

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Banshee [MARVEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora