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La deslumbrante luz del sol se asoma por la ventana que Adelaide tiene frente a su cama y la obliga a despertar, por más que desee no hacerlo.

Había conseguido dormir cuatro horas, siendo el máximo que ha podido descansar desde que tuvo aquella pesadilla.

Se obliga a sí misma a salir de la cama a pesar de no tener la misma motivación de cada día: volver a ver a Peter. Teme que cuando regrese, algo malo pasará.

—¿Pudiste dormir?—le pregunta María al verla entrando a la sala de estar del departamento.

—Un poco—contesta, acercándose a la cocina para ver qué había hecho de desayunar—. ¿Puedo tomarme el día?

—De la escuela, claro—le dice, tomando un sorbo de café—. De tu entrenamiento, sabes que no. En cualquier momento pueden llamarnos.

—Eso haz dicho los últimos cinco meses y seguimos metidas aquí. Nunca regresaremos, ya me estoy haciendo a la idea.

—Tienes a personas importantes en ese lugar. Vas a regresar ahí, sea el día que sea.

—María, por favor. Me siento agotada, y pensar en ellos ya no me da la misma energía que antes.

—Bueno, sólo dormir y comer te da energía—dice, mientras le sirve panqueques en un plato.

La chica se acerca a la cafetera, pero Maria le impide llegar a ella.

—No haz dormido bien, ¿y aún así quieres tomar café? Te gusta la mala vida, Adelaide.

Ella sonríe levemente para después acercarse al refrigerador y sacar la leche. Se acerca a la alacena por un vaso y sirve la leche sin muchas ganas, algo que María nota de inmediato y se propone distraerla.

—Stark me pidió que te avise que Dorothea ha mejorado—empieza, tratando de ver si algo en la actitud de la joven cambia—. La última recaída fue hace un mes y medio y no fue grave, incluso está en la lista de espera para el transplante de riñón.

—Por lo menos algo va bien—logra pronunciar, pero en realidad le duele no poder apoyarla en persona durante un proceso tan difícil.

—Además Stark me pidió llevarte a un lugar esta tarde—intenta por segunda vez, al ver que no la motivó tanto como esperaba—. Tal vez te mandará algo con alguien.

—¿Algo con alguien?—repite, esta vez volteando a verla— ¿No crees que sea peligroso?

—No si entrenas correctamente hoy. Empieza a desayunar o se hará tarde.

—A sus órdenes—se burla Adelaide y le hace una señal con la mano en la frente, para luego sonreír y comer los panqueques recién hechos.

La relación entre María y Adelaide había mejorado desde la última plática que habían tenido hace ya seis meses. Claro, si tenían que convivir por tanto tiempo, debían poner sus malas actitudes de lado y tratar de hacer tolerable su estadía en otro país juntas.

María sigue siendo reservada, pero es algo que la chica aceptó en poco tiempo y trata de respetarlo tanto como puede, ya que no le interesa tanto saber su pasado como le interesaba antes, mucho menos si involucra a sus padres.

Uno de los retos más difíciles que ha tenido que afrontar en todo ese tiempo es tratar de olvidar lo que ocurrió en Nueva York, mucho más cuando es en lo único que piensa. Todo lo que vive actualmente, tiene relación con lo que tuvo que hacer para salvar a muchas personas del dominio de Inna.

Y con más razón aún, sus poderes han estado evolucionando y esto suele afectarle más que ayudarle, ya que las voces en su cabeza se extienden y más personas pueden comunicarse con ella o, como ha decidido llamarle, "la red" trata de advertirle con a detalle lo que pasa y los peligros que ocurren a su alrededor. Sería útil si las voces que escucha con frecuencia no fueran las de sus padres.

—María—le habla, ya que había ido a su cuarto a cambiarse—. ¿Crees que tenga que ver con el efecto de la caja? ¿Lo que Tony traerá?

—No lo creo—la escucha desde el otro cuarto—. Estas limpia, Adelaide. Nos aseguramos de eso. No hay por qué preocuparse.

Pero si tiene por qué preocuparse. No duda que la evolución de sus poderes se deba a lo que absorbió después de hacer explotar la máquina, pero no quiere decirles nada. Al menos no todavía.

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Después de terminar su agotador entrenamiento, Adelaide se mete a bañar. El momento más estresante en su día, debido a que su cabeza se invade de pensamientos y recuerdos tan horribles que la obligan bañarse lo más rápido que puede.

Había algo en la manera en que el baño se humedecía, en que todo lo que escuchaba era el agua caer sobre el suelo de la regadera, en que su reflejo en el espejo se hace borroso.

Y es que la persona en que se convirtió es muy distinta a la de hace cinco meses, tanto que no puede reconocerse ni en un espejo limpio, ni las voces en su cabeza son las mismas, ni la temperatura en su propio cuerpo es la misma. Siempre tiene frío. Siempre.

Según María, es por el clima tan bajo que hay en Canadá, pero Adelaide sabe que no es por eso. Es el fantasma de su padre, quien la atormenta y, aunque sabe que no es algo bueno, desea que lo siga haciendo. Porque sólo así puede recordarse que nada será como antes, que es oficialmente huérfana y todo por su propia culpa.

"Adelaide, por favor, no seas tan dura contigo misma"

La voz de su madre siempre se hace presente cuando sus pensamientos la llenan de culpa, pero la ignora. Merece sentirse así. Merece estar muerta por dentro.

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"I was as pure as a river
But now I think I'm possessed
You put a fever inside me
And I've been cold since you left."
Haunting - Halsey.
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Banshee [MARVEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora