Banshee [MARVEL]

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—¿Entonces puedes buscarlo?—le pregunta Pepper a la mujer mientras sostiene la mano de Adelaide, llena de esperanza.

La mujer es Carol Danvers, quien al parecer fue la primera Vengadora, y de quien Fury se inspiró para crear al grupo. Carol le había dejado el dispositivo a Fury en caso de que hubiera una emergencia de gran magnitud y requiriera de su ayuda, por eso el aparato estaba encendido.

—Claro que puedo—contesta con decisión, refiriéndose a Tony—. Pero necesito que estén seguros de que esté vivo.

—Yo puedo hacerlo—responde Adelaide, ganándose las miradas de todos—. Mi madre me ayudará.

Pepper y Steve parecen ser los únicos en comprender lo dicho por la joven, pero no se detendría a explicarles.

—Esperen un momento—les dice, soltando la mano de Pepper y dirigiéndose a la vieja habitación de meditación.

El camino hacia dicho lugar le resulta más pesado de lo que esperaba, más que nada porque sus visitas pasadas habían sido en vano, y esta vez la vida de Tony dependía de ello.

Entra a la habitación y la cierra, para luego sentarse en el piso y tomar la posición de yoga habitual, preparándose para abrir la red entre el mundo de los vivos y de los muertos.

—Necesito ayuda—le dice a la nada, después de cerrar los ojos—. Necesito saber en dónde está Tony.

De repente, puede ver una nave en el espacio, flotando lentamente y sin energía al interior. Aparece Tony, muy delgado y cansado, viendo su casco y terminando de grabar algo, para luego acostarse con cuidado en el piso. La misma mujer que estaba con él cuando Peter se desvaneció aparece y cubre a Tony con una cobija.

Adelaide abre los ojos, saliendo del cuarto de inmediato y regresando a donde están todos tan pronto como puede.

—¡Está vivo!—exclama la joven, con una gran sonrisa en el rostro—¡Está en una nave, con tu amiga Nebula, Rocket!

—Entonces se el tipo de nave. Puedo rastrearla y darte las coordenadas—le dice Rocket a la Capitana.

—Adelaide, ¿estás segura de lo que viste?—vuelve a preguntarle Steve.

La joven asiente, viendo a la Capitana.

—Están en una nave, a la deriva. Se veía mal, pero puedes llegar a tiempo, ¿cierto?

—Te lo prometo—le dice la mujer, dándole esperanza a la joven.

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