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—No soy nadie para decirte esto, pero fuiste muy dura—suelta Tony, después de haber estado 10 minutos en silencio mientras regresan a Industrias STARK.

—Tienes razón—concuerda Adelaide, tomando por sorpresa a Tony—. No eres nadie para decirlo.

—Está arrepentido. De verdad lo está.

—No había nada de culpa en su voz cuando me lo dijo.

—Tú eres la razón por la cual está tratando de demostrar cambios para que lo dejen ir. Está claro que lo que hizo fue muy malo, hasta inhumano, pero se arrepiente. Ahora más que nunca.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Hablé con él, después de que huiste. Está destrozado.

—Yo también lo estoy. Pero nadie parece tratar de ayudarme.

—¿Qué crees que hemos estado haciendo todo este tiempo?

—Vigilarme y engañarme.

—Te hemos protegido. De no ser por nosotros, hace horas estarías muerta.

—Si no me hubieran ocultado todo, nada de eso habría pasado. Ustedes me arruinaron. Lo quieras admitir o no.

Tony se queda callado, algo muy inusual en él. Ya no quería discutir con ella, porque de alguna manera tiene razón.

—No me quedaré—suelta Adelaide decidida, provocando que Tony la vea con sorpresa—. Si eso es lo que quieren, no lo haré. Ya lo dije y lo diré de nuevo. No quiero tener nada que ver con esto.

—No te obligaremos a nada—la chica lo ve con la ceja arqueada, como si le estuviera viendo la cara de estúpida—. Ya no. Ya eres mayor, puedes tomar tus propias decisiones.

—Quiero buscar a un amigo. No me gusta pedir favores, pero, ¿podrías ayudarme a encontrarlo?

—Dime su nombre y lo encontraremos en menos de media hora—contesta Stark, sacando su celular del bolsillo de su saco.

—John Christian Woodgate—dice, y Stark lo escribe en su celular—. La última vez que hablé con él, dijo que estaba en Manhattan.

—¿Es confiable?—le pregunta Stark, como si fuera su padre. La chica solo asiente—Si algo pasa, puedes regresar. Tenlo por seguro.

—No lo haré—suelta Adelaide, antes de notar que ha sido muy grosera con Tony, a pesar de que ha tratado de "ayudarla"—. Pero gracias, Tony.

Él se limita a esbozar una pequeña y breve sonrisa, para continuar el camino a Industrias STARK en silencio.

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—María dejó tus cosas en su oficina, en la planta cuatro—le avisa Stark cuando llegan a las instalaciones—, ve por ellas mientras me dan la información de John. Nos vemos aquí en 20 minutos.

Adelaide asiente y se mete a uno de los elevadores, presionando la pantalla para llegar a la planta cuatro

Al llegar, la planta está completamente sola, por lo que se siente con la libertad de abrir todas las puertas tratando de buscar sus cosas. Cuando por fin entra a la oficina correcta, se adentra para tomar las mochilas y revisar si algo falta.

—Adelaide...—escucha la voz de Peter y dirige su vista hacia el chico, quien entraba a la oficina—¿Qué estás haciendo?

—Me voy. Aquí no tengo nada—suelta la chica, cerrando el zíper de la mochila con sus pertenencias y la acomoda en sus hombros.

—Por favor, deja que te explique...

—No hay nada que explicar, Peter. En serio pensé que querías ser mi amigo. Te conté cosas personales, acudí a ti después del incidente con la mujer, e incluso me empezabas a...—se detiene cuando se da cuenta de lo que iba a decir—. Me tengo que ir, el señor Stark me espera.

—No hice nada de esto con el propósito de que perdieras la confianza en mí. Lo hice para cuidarte, necesitabas un amigo y eso es lo que quería ser. Pero me enamoré.

Ella para en seco y ve al chico, conmocionada. Siente que su rostro arde y tiembla levemente, sintiendo un hormigueo en el estómago. Exactamente lo mismo que Peter sintió al pronunciar esas palabras.

—Peter, apenas nos conocemos...

—Fue lo suficiente para enamorarme de ti. Cualquier persona lo haría. Eres...

—Me tengo que ir—le interrumpe Adelaide, pues se niega a seguir escuchándolo. Si lo hace, tal vez tendría una razón para quedarse.

Adelaide se acerca a la entrada, a punto de cruzar la puerta, pero algo toma su mano derecha y se obliga a voltear hacia Peter, completamente sorprendida.

Lo que tomo su mano es una telaraña, que proviene de un dispositivo en la mano de Peter, revelando la verdadera identidad del hombre araña.

—Tú... tú acabas... Tú eres él...—balbucea la chica, incrédula.

Y en ese momento, recuerda lo que John le había dicho. Que Peter parecía estar ocultando algo, y posiblemente estaba involucrado en las cosas extrañas que han pasado en la ciudad. John tuvo razón, como siempre.

—Por favor, deja que te explique todo—le pide el chico, aún sosteniendo la mano de la morena con su telaraña.

—Suéltame, Peter—rechista la chica, dejando que vea el coraje que está sintiendo.

—Ade...

—¿Cuántos secretos más tienes, Peter? ¡Estoy harta de esto! No es la vida que quiero, ¿es muy difícil de entender?

—Por favor...

—Suéltame ahora mismo—le pide la chica, con un tono de cansancio—. Por favor.

Peter lo hace, aceptando que tiene que dejarla ir, aunque no quiera hacerlo.

—Adiós, Peter—se despide la chica, una vez liberada.

Ella camina hacia el elevador, con la cabeza llena de tantas cosas que sólo desea llorar. Pero no lo hará ahora.

Ha sido el día más caótico de su vida, y no puede cargar con tantas cosas. Necesita ver a alguien en quien de verdad puede confiar, y ese alguien es John.

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Banshee [MARVEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora