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Había llegado el día. Wendy y Luke irán a su nuevo hogar con sus nuevas madres, y eso le emociona demasiado a Adelaide. ¿A Dorothea? No tanto.

Ambas habían pasado la tarde del jueves ayudando a los niños a empacar todas sus pertenencias y a despedirse personalmente de ellos. Adelaide no pudo contener varias lágrimas, pues prácticamente los había criado en todo el tiempo que vivieron en la casa de acogida. En cambio, Dorothea se reservó muchas cosas y terminó destacando cosas que los niños debían cambiar para tener una buena convivencia con su nueva familia.

Llegaron al Orfanato y entraron para esperar a la pareja, sentándose en la sala de estar. La chica tiene un gran nudo en el estómago, debido a la emoción y al nerviosismo que provoca la ocasión.

—Recuerdo muy bien la primera vez que vine a este lugar—dice la señora Morris, provocando que la chica fije su mirada en ella—. Venía con Derek, mi esposo.

Dorothea nunca ha hablado sobre su esposo con los chicos en su casa, mucho menos con Adelaide. Siempre le provocó curiosidad a la chica, pero nunca quiso entrometerse.

—Estábamos listos para adoptar, pero nos dijeron que no podía ser tan fácil. Ya sabes, por las entrevistas y todo eso—continúa con nostalgia—. Aún así, decidimos ayudar haciendo de nuestro hogar una casa de acogida. Y entonces vimos a Logan—forma una gran sonrisa mientras sus ojos se cristalizan—. Tenía 9 años, casi 10. De inmediato pedimos que viviera con nosotros, así nos autorizarían adoptarlo después de un "período de prueba".

Esos períodos de prueba sólo existen para deshacerse de algunos niños cuando el Orfanato está demasiado lleno. Es por eso que Adelaide salió tantas veces de ese lugar y volvía después de pocos meses, cuando tenía una cama que sólo compartía con una persona y no con tres.

—De verdad fue un reto cuidarlo. Sus ataques siempre estuvieron presentes... pero nunca lo dejamos solo. Eso hasta que Derek murió...—su voz se corta y se obliga a respirar para no soltar lágrimas—Pensé que traer más niños a la casa me ayudaría. Él siempre decía que los niños curan todos los males, y por eso regresé y los encontré a ti y a John. Pero caí en el alcoholismo y desde entonces no he salido.

Recuerda haber visto por primera vez a la mujer, con aspecto demacrado y unas grandes ojeras debajo de sus ojos. Aún con ese aspecto, Adelaide tenía la pequeña esperanza de que por fin dejaría el Orfanato, y Dorothea lo hizo realidad.

—De verdad he arruinado sus vidas—suelta, fijando su vista en el piso, evitando por completo ver a la muchacha—. Pude haber hecho tantas cosas por ustedes... empezando por adoptarlos y ser una verdadera madre para ustedes. Pero ya es muy tarde.

Antes de que Adelaide pueda contestar, el doctor Richards aparece con las señoras Koomar, por lo que se ponen de pie para saludarlas y después entran a la oficina del director, a excepción de Adelaide, por lo que se vuelve a sentar y saca su celular.

—Hey—la saluda Jones, recién entrando al establecimiento.

—Hola—le devuelve el saludo, dirigiéndose su vista al chico, haciendo obvia su cara de preocupación.

—¿Estás bien?—pregunta el chico, acercándose a ella.

La chica piensa en lo último que dijo Dorothea. A su manera, sí los había arruinado, pero ellos ya estaban demasiado dañados como para que la señora les haya causado un gran impacto.

Los tres chicos, Logan, John y ella, habían sufrido más en el Orfanato y en otras casas de acogida que en casa de Dorothea, desde violencia física hasta acoso sexual... Por eso, el hecho de que la mujer los ignorara y bebiera todo el día, era lo que menos los había corrompido.

—Estoy bien—miente, recorriéndose en el sillón para que el chico se siente—. Ellos están adentro—sonríe, refiriéndose a los niños.

—El gran día, ¿eh?—murmura Jones y la chica asiente—¿Nunca has querido que eso te pase?

—No estoy hecha para eso—responde y él frunce el ceño—. Tener una familia. Por algo crecí en este lugar y regresé demasiadas veces.

—Conseguí una familia para los niños, no será difícil conseguir una para ti...

—Gracias, pero no. Hice un acuerdo con Dorothea, se supone que dejará de beber ahora que estaremos sola. Pretendo quedarme con ella hasta cumplir los 18.

—Si llegas a cambiar de opinión, sabes dónde encontrarme—finaliza Jones y le sonríe antes de salir de la sala de espera para adentrarse al establecimiento.

La señora Morris sale después de unos minutos, seguida por la pareja tomando a los niños de las manos y el doctor dándole palmadas en el hombro a Dorothea, ya que se nota a simple vista su tristeza.

—Niños, despídanse de Adelaide—sugiere Dorothea, con una desgarradora voz quebrada. Nunca la había visto tan sensible en un lugar con tanta gente desconocida.

Wendy y Luke le hacen caso y corren a abrazar a Adelaide, a lo que ella responde con una gran sonrisa en la cara.

—Pórtense bien, ¿de acuerdo?—les dice y ambos asienten—Estaré al pendiente de ustedes, si necesitan algo saben a dónde llamar.

Adelaide contiene sus lágrimas cuando los suelta, pero los niños se dirigen a la señora Morris y la abrazan fuertemente, tomándola por sorpresa. Eso fue suficiente para hacer llorar a ambas.

—Están invitadas cuando quieran visitarlos—comenta una de las madres, sonriendo cálidamente.

—Gracias—dicen al unísono Adelaide y Dorothea.

Por fin sueltan a la señora y se preparan para salir del establecimiento, no sin antes despedirse de la chica y la mujer moviendo sus manos, a lo que ellas responden de igual manera.

—Estarán bien, no se preocupen—dice el doctor Richards, tratando de calmar la tristeza de ambas.

—Sé que estarán bien. Por eso estoy llorando—contesta Dorothea y toma su bolso del sillón—. Porque yo no pude hacerlos sentir bien en mi casa.

Sale por la puerta principal, dejando a Adelaide con el doctor.

—Lo siento, ya se le pasará—se disculpa la chica y también se dirige a la puerta.

—Ya no es apta para cuidar niños—suelta el hombre, provocando que Adelaide lo vea—. John Woodgate y usted serán los últimos chicos a los que verá crecer en su casa. Le retiraremos su licencia pronto—la chica se sorprende, más que nada porque no lo hicieron hace años—. No se preocupe, conseguiremos una familia para usted. Una buena.

—No es necesario. Gracias—sale por la puerta y camina hacia el automóvil de la señora Morris, aún pensativa.

Si le quitan la licencia pronto, aunque Adelaide no quiera irse, tendrá que hacerlo. Y supone que si se enteran de que John ya no vive con ella, podrían sancionarla por no avisar antes. Todo podría derrumbarse tan pronto, justo cuando su vida parecía estar mejorando.

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Banshee [MARVEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora