Wedding (Lams Month)

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—Puede besar al novio.

Henry recordaba haber dicho esas palabras como hace una hora. Hoy había sido la boda de su hijo y Alex, una boda preciosa, a decir verdad, y más por la sonrisa con la que John había caminado hacia al altar, escoltado por Eleanor. Él había visto la forma en que las pupilas de John, simplemente, implosionaron al ver a Alex caminar por el mismo pasillo junto a Washington y Martha.

Estaba radiante como si solo estar en ese momento, pudiera resolver todas las guerras y sanar a los millones de enfermos, incluso se atrevía a decir, que a revivir a los muertos. Ese era el poder del amor de John hacia Alex y viceversa. No fue hasta ese momento que Henry vio el verdadero impacto de este y estaba orgulloso de lo que su hijo había logrado por su cuenta.

El primero en entrar fue su nieto, Philip. Esta sería una historia interesante que contarle cuando creciera. El amigo de John, Hércules estaba llorando junto a Gilbert, el francés, como Henry lo conocía, y quizá reclamándole por alguna que otra cosa, pero al mismo tiempo viendo como Philip avanzaba con la canasta de flores y asintiendo en silencio.

Luego de eso, todo había sido un borrón de aplausos, felicitaciones y votos intercambiados entre John y Alex. Aún no entendía cómo había sido tan maldito todo este tiempo, cuando pudo compartir los logros de su hijo en lugar de tratarlo como leproso. Eleanor siempre había tenido razón, la buena noticia era que no había sido tan tarde para reconocerlo y cuando su propio hijo le pidió oficiar la boda, no supo decir que no.

Una hora después de la ceremonia, Henry estaba bailando una canción lenta con Eleanor; mientras de lejos, veía como los recién casados se balanceaban de un lado a otro, perdidos en sus miradas y en los pequeños movimientos que los sincronizaban a la perfección.

—Jackie es feliz, Huck —Eleanor al notar hacia dónde Henry miraba, le sonrió y lo acercó más.

Él le devolvió la sonrisa al escuchar su apodo, dieron unas cuantas vueltas al ritmo de la música y suspiró como si de esa forma pudiera expulsar todo el mal que le causó a su hijo en el pasado.

—Jack es más que feliz, Ellie. Él está más que completo, ha encontrado su otra mitad.

Ella asintió en respuesta y continuaron bailando, de la misma forma en la que una pareja de enamorados lo hubiera hecho en su baile de graduación. Alex y John, no eran un contraste demasiado diferente.

—¿Qué piensas, Jack?

—Hace doscientos años, esto no hubiera sido posible más que en mis sueños más salvajes, Alex. ¿Y hoy? Mi padre fue el que nos casó y no sabes lo inmensamente agradecido que estoy porque él está aquí con mamá —expresó sintiendo como cada una de sus palabras salían directo de su corazón y entraban en el de Alex.

—Hace doscientos años, elegí a Eliza. Hace veinticuatro años, la vida me dio otra oportunidad. Hace cinco, me volví a encontrar contigo. Y hace cuatro, me convertí en padre. ¿No es sorprendente? Parece que algo siempre nos está juntando de alguna forma y parece que tú siempre estás involucrado, Jack —Alex pestañeó y levantó la mirada hacia la lámpara de araña que colgaba el salón.

—Me retracto, quizá sí sabes lo agradecido que estoy.

Las manos de Alex alrededor de la cintura de John se cerraron con más fuerza para la vuelta que dieron al salón, sus pies parecían volar sobre la madera y sus miradas nunca se separaron. Era café contra chocolate. Tan diferentes, pero tan buenos de manera separada, que era común que a una persona le gustara ambos.

—Espero que sepas que todo lo que dije en el altar es verdad. No pienso irme a dormir peleado, no quiero gritos en la casa a menos que sean de diversión o alegría, me contentaría con solo verte dormir a mi lado y lo que más me importará será que todos los días, mi amor por ti, solo crezca. Es una de esas promesas que nunca se olvidan y que no necesitaba de votos para decirla, pero así es más pomposo y tú me conoces, me gusta el dramatismo —al decir esto, John soltó una risita, porque sabía que Alex decía cada una de esas oraciones con la convicción de todo enamorado.

—Y las mías también, Alex. Graba mis palabras: nunca, nunca te dejaré ir. Ya pasó una vez, ya me dejé de lado por otras personas, esta es mi oportunidad y pienso aprovecharla a lo máximo. Te amo, te amo, te amo, te amo. Y cada vez que lo digo, la palabra no deja de tener significado, sino que lo gana más, porque cada segundo que paso a tu lado te amo más y más —los ojos de John se volvieron llorosos, una pequeña sonrisa de complicidad se extendió por el rostro de Alex, quien estaba escuchando en silencio.

—Y hoy vamos a tener la mejor luna de miel.

—¡La... la vamos a tener! —gritó en medio de la pista de baile, despreocupado de que otras personas lo miraran.

Alex solo rio largo y tendido, lanzando su cabeza hacia atrás y apretando la mano de John con la que estaba guiando el paso. Era una completa risa de gozo y felicidad, que terminó juntando sus frentes y rozando sus narices, en un beso esquimal.

—Por eso te amo, Jack.

—¿Me amas por mi cuerpo? Que revelador —él sabía que no se refería a eso, pero le gustaba jugar con Alex y más cuando nada podía empeorar en momento privado entre ambos.

—Te amo por tu cuerpo, sí, ese es un extra que no voy a negar. Pero tus locuras están un poco más arriba en la lista.

—Eres único, esposo... Wow, voy a tener que acostumbrarme a decir eso.

—Tenemos toda la vida por delante, Jack. Porque además de ser mi esposo, eres el padre de Pip y eres el hijo de Henry y Eleanor, mis suegros. ¿Qué tan loco suena eso? —levantó una de sus cejas, alejándose un poco para ver el resultado de los hechos en el rostro de su esposo.

El anillo se sentía completamente nuevo en su dedo anular; sin embargo, sabía que en poco tiempo se acostumbraría y pasaría a ser algo de lo que nunca se podría separar, nunca.

—De hecho, si le añades los apellidos y los antecedentes, suena aún más loco. Algo así como lo que un par de escritores crearían en una noche llena de anfetaminas y alcohol.

—Escritoras, Jack. Las mujeres siempre tienen mejores ideas que no terminan en desastre.

—Mi madre es un vivo ejemplo de eso, Alex.

Y aunque la canción ya había acabado hace unos minutos y no sabían lo que el futuro les deparaba, estaban seguros de que lograrían superar cualquier obstáculo que se les presentara, porque ellos ahora estaban juntos y siempre funcionaron mejor como equipo que solos. Solo era cuestión de tiempo para que nuevas complicaciones vinieran y de eso se encargarían en unos dos o quince años, el tiempo era el menor de sus preocupaciones, en ese momento, lo único que John quería era volver a besar a su esposo. Y lo hizo, unas dos o mil veces, ya había perdido la cuenta; pero el anillo en su dedo siempre le recordaría que esto no había sido un sueño más, era real.

A partir de hoy, él era John Hamilton-Laurens y había encontrado el país de las maravillas.

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N/A Esto está directamente dedicado a Bar y sí, es la recepción de la boda, nuestra boda, desde el punto de vista de Henry y es demasiado hermoso para ser real. He llorado escribiéndolo. No creían que los iba a trollear igual que con la propuesta, ¿no? No soy maldita, chicos. 

In the Winter's Trail - one shots lamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora