El dolor de espalda lo estaba matando desde hace una semana, quizá era porque llevaba días sentado en la misma posición y como evidencia eran sus ojos inyectados de sangre, los cuales lograban descansar unos microsegundos cuando pestañeaba. Sus manos habían dejado de temblar hace poco, su pierna continuaba nerviosa rebotando de arriba abajo intentando compensar el bombeo de su corazón. Tal vez hoy era el día, debía serlo.
Se concentró en un punto fijo en la pared, pero a los segundos se dio cuenta que esa no era la solución, así que volteó a ver a su hijo. Él estaba dormido en uno de esos sofás demasiados pequeños para un adulto, aunque él al tener quince cabía a la perfección. Los rizos de su cabeza estaban alborotados, sus manos servían de almohada a la misma y la manta que la enfermera les había pasado hace unos días les había servido demasiado. Especialmente esos días en los que Philip no quería despegarse de la camilla de su padre, esos días en los que John esperaba que Alex los recordara.
La luz blanquecina de la habitación lo estaba mareando, el olor a desinfectante y medicamentos, los sonidos de las máquinas que monitoreaban a su esposo le daban ganas de buscar el tacho de basura más cercano y depositar la saliva que estaba en su estómago, porque no había comido nada. John sentía como si él era el que estaba en esa camilla y si se lo preguntaban, él hubiera preferido estar allí y no ver a Alexander, su hermoso Alex, sedado.
—Sabes que te quiero, no es un secreto para esconder. Sé que me quieres, así que no pienses que no puedes —la vieja canción volvió a inundar la habitación.
John se había prometido cantarla hasta que su esposo volviera a ser el de antes. Él sabía que aquella no era su canción; sin embargo, servía de coda porque si no podían contar estrellas juntos al menos él podía intentar reescribirlas.
Las lágrimas estaban amenazando con caer, sus manos con volver a temblar, al igual que su labio. No, él era fuerte, si había logrado soportar tantos días en vela y sueño intermitente, era por amor y él lo sabía.
—Dices que no está en las cartas, que el destino nos separa para que llegues a mí, pero tú estás en mi corazón. Así que, ¿quién me puede parar si decido que tú eres mi destino? —para la segunda parte de la estrofa, la voz de John se estaba empezando a agrietar como una taza que había sido lanzada al suelo pero que no se había roto y ahora, luego de ser llenada, estaba colapsando.
Se obligó a morderse el labio para no soltar un sollozo, no necesitaba que Philip lo viera en estas condiciones, suficiente con un padre indispuesto. Desde lejos, las facciones de Alex se veían tan relajadas que parecía que aquel hombre nunca se había quedado despierto hasta altas horas de la noche, que nunca se había reído de una mala broma de sus amigos o que nunca había llorado de la felicidad con los besos de John.
Le estaba doliendo, hoy más que los días pasados y es que ya estaba llegando a un punto sin retorno en donde toda la esperanza que había florecido los primeros momentos había empezado a marchitarse. Él solo quería una cosa, una sola señal y todo terminaría para bien o para mal.
—Contigo solo quiero volar, caería contigo al mar, todo lo que puedes demostrar. Tal vez podría ser, pero no puede ser, debería ser. Dime que puede ser.
Esas frases son las que debieron salir de los labios de John, no lo lograron. Y más cuando escuchó la voz inconfundible de Alex.
—¿John?
Y ahí estaba, toda la esperanza abandonada.
—Alex, querido, ¿quieres agua? —hizo lo posible para que no se notara su voz quebrada.
Alex asintió acomodándose en la cama, recostando su espalda contra la almohada mullida. Tenía su boca seca y sus manos entumecidas, parpadeó un par de veces y vio como la espalda de John se encorvaba al servir el vaso con agua. John le sonrió al notar la mirada de Alex sobre él, la perfecta forma de disimular las ojeras.
—Toma —John se sentó en el borde de la cama y jugueteó con la banda dorada que adornaba su dedo anular, girándolo en el mismo lugar como si de un infinito se tratara.
Los labios del menor fueron golpeados por el agua fría, John lo vio todo y no podía esperar a volver a besar esos mismos labios que solo habían sido para él.
—¿Por qué la cara larga, John? —le tendió el vaso y él lo colocó donde la pila de medicamentos solo crecía.
—Nada importante, Alex. Solo... desearía recuperar algo que perdí —el nudo en su garganta lo estaba asfixiando.
—Eres un buen amigo, John. Me has acompañado todos estos días y tu hijo es un buen niño.
—Philip es igual a su padre —su pecho subía y bajaba, sus emociones no podían salir, porque si lo hacían, estas reventarían la calma que se había tejido en estas cuatro paredes.
—Me has contado mucho de él, parece un buen hombre.
Entonces, no pudo más, la presa se había rotos y las necias lágrimas habían creado su camino a través de sus mejillas. Selló sus labios, ahogando los sollozos y sorbiendo los mocos. Sus propios brazos lo envolvieron, Alex no parecía entender lo que le estaba pasando.
—Lo es... él es magnífico, sus ojos... me enloquecen y la determinación que... que les pone a las cosas... No puedo imaginar una vida sin él, Alex.
—John no llores. No llores, John.
—No me digas así, Alex, por favor.
—¿Quién es el estúpido que te está haciendo llorar?
—Tú —susurró al silencio—. Porque no me recuerdas, porque no recuerdas a Philip, porque no sé si me sigues amando.
En la habitación, el sonido del aire acondicionad era el más interesante, la luz blanca continuaba iluminando cada rincón desinfectado, al igual que los ojos de Alex, eran como si engranajes estuvieran funcionando detrás de la máscara principal. El tiempo a su alrededor se había detenido. Sus ojos se habían vuelto a conectar. En sincronía, sus respiraciones levantaban sus pechos y la mano de Alex rodeó la de John, tocando su anillo de bodas
—¿Cómo podría olvidar al amor de mi vida, Jack?
Philip se levantó en el momento exacto para escuchar esa declaración y a John no le importó hacer sonar una de las máquinas que monitoreaban a Alex. Había recuperado a su familia.
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N/A Esa es una traducción media extraña de Rewrite the stars mía junto a un cover de Dualkey. Terminó bien, ¿no?
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In the Winter's Trail - one shots lams
De TodoEsta es una colección de historias, algunos cuentos y por lo general one-shots de parejas que rondan a menudo en mi cabeza. Adéntrate a mi mundo si te atreves, quedas advertido. Para más información, revisar el índice. Incluye: • Lams • Kingbury • H...