Había empezado una semana atrás. Primero eran pequeños toques en lugares públicos, besos en el mentón, cosquillas indiscretas. Para el viernes ya era otro nivel. Besos en la mejilla, juego de pies debajo de sus pupitres y caricias en los nudillos. Parecía que John le estaba enviando una especie de señal. Alex entendía algunas, pero otras eran un tanto indirectas, demasiado y le hacían pensar que John solo se estaba burlando de él. Después de todo, solo eran compañeros, medio amigos y no estaban saliendo.
Aunque debía admitir que el rubio se veía increíblemente guapo en esos nuevos pantalones de cuero que había decidido usar la semana de su perdición, eso y la chaqueta de aviador, lo fueron todo para Alex. Ahora mientras elegían su almuerzo en la cafetería, John había aprovechado para dejar su mano izquierda en el espacio entre su bandeja y la de Alex. El pelirrojo estaba seguro de que, con el pequeño roce de sus manos, ya estaba del color de su cabello.
—El sábado habrá un baile, Alex —agarró una manzana verde del recipiente y continuó con la fila—. Ya sabes ese dónde las chicas invitan.
—¿Sadie Hawkins?
—Ese mismo —le guiñó un ojo.
Tal vez, él estaba tan desesperado que el de ojos azules lo notara que estaba viendo cosas donde no estaban. Demonios, era su mejor amigo del que estaba hablando, incluso le había confesado que él era gay y a Alex, quien era bisexual, le interesaba mucho esa información.
—Suerte que eso no te debe de importar, ¿no?
—Martha Manning me invitó —le dio un mordisco a su manzana sin despegar la mirada de los caleidoscopios de Alex, eran como ver directamente a su alma.
—¿Aceptaste?
John tarareó sin dar una verdadera respuesta a la pregunta de Alex, quien se estaba sirviendo unas uvas y siguiendo a su compañero por la cafetería, se colocó a su lado y tomó una de las frutillas. Los labios de Alex envolvieron la punta de la fruta y la mordió, los de la cafetería habían elegido bien las frutas de esta temporada. La mirada de John rápidamente se enfocó en otras cosas como en la misma Martha que lo saludó desde su mesa.
—John. Oye sé que... —por un momento sus zapatos se volvieron lo más interesante de la habitación abarrotada de adolescentes—... no sé, te gustaría...
—Alex, te estás enredando. Nuestra mesa —dejó su bandeja junto a la de Alex y se dispuso a sentarse junto a él.
No frente a él como siempre, no diagonal o en la esquina, no, junto a él con el tronco volteado a su dirección mientras se lanzaba las uvas verdes, que Alex había escogido, a su boca con una puntería admirable.
—Son solo tonterías. Olvídalo —sostuvo su tenedor de plástico con fuerza y lo clavó en la pasta.
La frustración de no poder hablar más la desesperación por entender las señales de John, lo estaban consumiendo lentamente, en realidad quería saber el significado oculto o el no-significado del asunto, porque más que fortalecer su relación de amigos, la estaba confundiendo como un compás cerca de un imán. Él estaba volviéndose loco por culpa del increíblemente apuesto John Laurens.
—Lo que tú dices no son tonterías, Alex. Eres una de las personas más brillantes que conozco, brillantes en varios aspectos —soltó una risita llevando el sorbete de su jugo de naranja a sus labios.
Esos labios que se burlaban de Alex cada vez que John soltaba algo desde divertido a ingenioso.
—¿Me vas a responder?
Se soltó el cabello y asintió. Los mechones rubios de John le cubrieron parte de la frente y las orejas. Era como uno de esos europeos de las películas.
—¿Qué le dijiste a Martha? ¿Aceptaste? —después de verlo con el cabello suelto, pensó que sería más discreto matar con su mirada a su almuerzo y no al chico lindo que era su mejor amigo.
—¿Nadie te ha invitado, Alex? —respondió, John, con otra pregunta.
Oh, entonces así iba a ser. Si John quería jugar, él podía convertirse en un digno oponente.
—Puede ser —se acomodó un rebelde rizo del color del fuego detrás de su oreja.
—¿Cómo por ejemplo?
—Dos de las hermanas Schuyler —soltó clavando con emoción una de las albóndigas.
—¿Ambas? —no era necesario ver a John para saber con qué cara estaba luego de escuchar esa declaración. Alex sonrió en señal de triunfo— ¿Las dos mayores?
—Sip —un pop sonó luego de morder una de las fresas de John.
Un poco del líquido quedó rodando de los labios de Alex, coloreándolos de un tono rojizo sumamente leve. De repente, sintió el pulgar de John en el mismo sector donde la gota caía. El aliento de John era de menta y sus manos, tan suaves.
—¿Y qué les dijiste? Debes decidir entre las dos. Te conozco, Alex y no me sorprendería que intentes salir con ambas —el susurro de John fue una simple brisa de viento en el otoño de la cabeza de Alex.
—No.
—¿Ah? —nuevamente sus miradas se cruzaron.
Alex podía jurar que veía el alma de John y esta gritaba "dilo y deja de acobardarte".
—Les dije a las dos una sola respuesta: no.
Tenía que dejar de ver cosas, estaba seguro de que cuando dijo la última sílaba de su respuesta, vio una pequeña sonrisa en los labios de John.
¡Alexander te estás rompiendo la cabeza!
—¿Hay alguna razón? —volvió a poner sus manos en su cabello y con una liga se lo comenzó a agarrar en una coleta.
—No, no, déjate el cabello suelto. Se ve mejor.
Tan pronto como lo dijo, Alex se arrepintió, simplemente no podía ser más obvio.
—¿Crees que se ve mejor o en realidad se ve bien? —John se inclinó más en la mesa para tener la perfecta visión de los ojos de Alex.
Él le ofreció la manzana con una mordida.
—John...
—Rechacé a Martha. Tengo en mente a otra persona, alguien que espero que me invite.
—No todos los chicos tienen las agallas para invitar a otro chico a salir, especialmente a un baile.
—No lo creo, este sí las tiene. Lo conozco desde hace tiempo y ha demostrado su tenacidad cuando quiere algo. Estoy más que seguro que no se dejará arrebatar el premio mayor.
Eres tú, Alex, claramente te está hablando a ti.
—¿Qué tan bien lo conoces?
—Demasiado.
Sus dedos se tocaron cuando Alex tomó la manzana que John le estaba ofreciendo. Instintivamente la mordió. Un círculo perfecto. Era ahora o nunca, él debía hacer la pregunta y lanzarse por el puente si estaba equivocado o celebrar si no era tan malo leyendo señales.
Se relamió los labios y lo miró de reojo.
—¿Quieres ir al baile conmigo?
La boca de John estaba abierta, sus ojos se habían desviado de sus ojos a una sección más baja y mientras esperaba la respuesta de su mejor amigo, Alex se mordió el labio inferior. John se abalanzó para capturar esos mismos labios con sabor a fruta en una sola respuesta, un sí más que certero cuando enredó sus dedos en la melena de león y se besaron con necesidad en medio de la cafetería con la campana a sus espaldas que les anunciaba su nueva clase.
—Sí.
Como si necesitara una respuesta después de ese beso.
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N/A Historical Lams Modern AU medio salvaje ambientado en la secundaria, wow, esta versión me encantó, son tan ellos. Y esa oración ni siquiera tiene sentido.
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In the Winter's Trail - one shots lams
De TodoEsta es una colección de historias, algunos cuentos y por lo general one-shots de parejas que rondan a menudo en mi cabeza. Adéntrate a mi mundo si te atreves, quedas advertido. Para más información, revisar el índice. Incluye: • Lams • Kingbury • H...