You don't go to parties (Kingbury)

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Los dedos de George recorrían las teclas del piano barato. Su cabello había visto días mejores, el sudor recorría su frente y caía en goteos sobre su camisa, tomó aliento y continuó presionando las teclas hasta formar una melodía que solo él era capaz de reconocer. Las luces del bar golpeaban sus pestañas y ocultaban las ojeras que coronaban sus pómulos, se inclinó en el pequeño banco y negó con cada acorde que salía de sí mismo. Había empezado a cantar en algún momento de la presentación, apenas reconocía a las personas que lo estaban viendo. Eso sí, distinguía el olor del alcohol y los cigarros.

Inhaló con fuerza, si continuaba resistiéndose al dolor, a lo mejor y comenzaría a demostrar las fracturas en su piel de porcelana. No podía permitírselo. No iba a permitírselo. Cada palabra. Cada frase. Cada verso. Cada respiro que salía de sus labios le pertenecía a la persona a la que le dedicaba todas sus presentaciones en aquel bar, cada una con la esperanza de deshacerse del sentimiento en el que se había ido emborrachando por meses.

Levantó la voz, ocultó el quiebre al tratar de alcanzar esa maldita nota alta. La había colocado ahí a propósito para gritar, para darse tregua e implantar el dolor que había causado y del que había salido ileso en ese momento. O al menos eso había creído.

Cerró los ojos con fuerza y se relamió los labios antes de alcanzar el vaso de ron que había dejado en la tapa del piano. El hielo se había derretido por el calor nocturno del verano, el vaso había dejado su marca en la esquina de madera, George continuaba cantando y presionando con locura las teclas, quería aplicarles la misma presión que sentía golpear su pecho, la misma que lo arrastraba hasta el suelo, esa que lo lanzaba contra las paredes de su apartamento solitario y que lo mantenía prisionero en una cama fría.

Se quedó callado por unos segundos, parpadeó varias veces para quitar el sudor de sus pestañas, recorrió con los vidrios rotos de sus ojos azules las mesas semi iluminadas del bar. Creyó verlo en el fondo. El nudo creció en su estómago y trató de expulsarlo, pero se quedó atrapado en lo alto de su garganta.

Ya no sabía lo que estaba cantando, pero al menos estaba seguro de que algún sentido debía tener porque no lo estaban abucheando. No podrían porque George era un espectáculo, un hombre roto y arrepentido que se colocaba una máscara igual todos los fines de semana para aparentar que todo era parte de la imagen que estaba creando.

Él le habría dicho que mentir era un pecado.

George se habría reído.

Y el fantasma de esa sonrisa lo amenazo, lo llevó al borde de las lágrimas porque comprobó que era él entre la multitud. Ese cabello rojizo, esos ojos del mismo color que el ron, esa piel que había quemado debajo de sus dedos.

Se obligó a terminar la pieza, a este punto el ritual solo serviría si pudiera llegar al final. Sus dedos mantuvieron el piloto automático mientras su voz se rompía una vez más y cambiaba la nota a un susurro confidencial, un pedido de ayuda, una cuchilla afilada con la que cortar el corazón de su rubí sangrante.

—Muchas gracias por su asistencia. Nos veremos en otra ocasión —el micrófono contra sus labios estaba frío, su aliento estaba colmado de la dulzura del alcohol y sus ojos estaban fijos en Samuel.

Sin esperar una respuesta, se levantó del banco, agarró su vaso de ron y bajó del escenario. Necesitaba salir de ahí.

Cuando volvió a buscar el rostro de Samuel entre la multitud, no lo encontró. Pensó que había alucinado, que de tanto desearlo se había materializado frente a sus ojos y que su cerebro le estaba dando una mala jugada. Se terminó el ron y dejó el vaso en la misma mesa en donde lo había visto por última vez. Tomó la servilleta que habían dejado ahí y se limpió la comisura de los labios, estuvo a punto de desecharla cuando se dio cuenta que tenía algo escrito.

«Todavía tienes una voz hermosa, George. Nos vemos en la próxima.»

Le estaba dando tiempo. Seis días. En seis días lo volvería a ver.

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N/A Darren Criss tiene una canción llamada "Sami", en esa canción me inspiré con la idea del bar y George cantando, pero terminé escribiendo esto con George cantando "Haunted" de Taylor, y el título es de una canción de 5SOS que va un poco con la posible backstory de este Kingbury. Así que pueden decidir lo que quieran. No tiene nada que ver con "Pasado Imperfecto" y ni yo estoy muy segura de qué haya pasado entre estos dos para que George esté tan destrozado y necesitado. Anyways, gracias por leer.

Andrea


In the Winter's Trail - one shots lamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora