Goodbye (Lams Month)

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John estaba caminando junto a su novio, él era el más alto, por lo que se sentía protegido bajo el brazo del azabache. La cita de esta noche los había obligado a ir a un barrio un poco alejado del sector en el que siempre pasaban, además que él había decidido llevar a sus amigos. Antonella, una chica que no sabía nada de la película que se había proyectado en el cine público al que habían ido y su novio, William, un muchacho de su misma edad que estaba bien parado en el suelo, pero que igual se preocupaba de ella.

Los cuatro cruzaban una calle cuando tres personas vestidas de negro se les adelantaron, una chica y dos chicos. John no les vio el rostro, pero gracias a su forma de caminar se dio cuenta que eran todo menos amigables. Un escalofrío subió por su columna vertebral y trastabilló un poco, su novio le agarró con firmeza la mano.

—No te desconcentres y sigue caminando.

—Nos están siguiendo —el temor en la voz de John era capaz de ser cortado con un cuchillo y servido para la cena—. Puede que nos roben.

—Deja de pensar en eso y camina. Entre más rápido lleguemos, más rápido cogemos un taxi y nos vamos.

Antonella y su novio los seguían de cerca, ella aprovechó el cruce de la calle para trotar un poco y llegar a la altura de John, quien hubiera preferido tomar el otro camino que, aunque se demoraba más, era menos peligroso. Sus dedos se cerraron en el agarre de sus manos y tragó saliva. Él era un hombre adulto, él sabía como lidiar con el miedo, él estaba susurrando cosas sin sentido.

—¡Ya te dije que te calmes!

Nunca supo si fue el grito que su novio dio o que los tres chicos se dieron cuenta que no llevaban nada de valor, lo que los hizo desviar su ruta y continuar su camino persiguiendo a otra alma en desgracia.

—No me grites, estoy... estoy preocupado. Creo que le van a robar a alguien más —se mordió el labio al sentir que este tiritaba.

—¡Carajo! ¡Dije que te calmes! Ya no nos siguen, no te debe de importar.

—John, ¿estás bien? —no podía creerlo, William se preocupaba por él y Francis le había gritado en media calle.

Los ojos de Antonella solo le dieron fuerzas para aguantar las lágrimas que se estaban formando en sus párpados y que amenazaban con caer en cualquier momento.

John no dijo nada más, durante todo el transcurso en el carro con Antonella a su lado, él sabía que ella podía escuchar sus sollozos, el moco que se estaba cayendo por su nariz y seguramente había notado que su mirada solo se había enfocado en las calles y como quería regresar a su apartamento...

No. No quería regresar ahí, porque él vivía con Francis.

Y cuando sus amigos se bajaron, lo único que pidió John fue que detuviera el auto.

—Me voy caminando.

—Ya estamos a unas cuadras de la casa, John. No hagas una escena frente al conductor —su tono de voz podría parecer tranquilo en la superficie, pero John conocía lo suficiente a Francis como para saber las verdaderas implicaciones de este.

—Detenga el auto, señor.

El conductor hizo lo que se le pidió, desactivó el seguro de la puerta y Francis, quien estaba en el asiento del pasajero, se bajó al mismo tiempo que John caminó al lado contrario de su casa.

—¡John! ¡John! ¡Te prohíbo que te vayas! —los alaridos de su novio fueron como balazos en su espalda, podía sentirlos y, a la vez, no le importaba el daño que estos podían hacer.

John se volteó y con lágrimas en sus ojos, y estos hinchados de sangre, lo enfrentó.

—¡Me fui de Carolina del Sur para que nadie me prohibiera nada! Y tú de todas las personas vienes a comportarte como el mayor estúpido que conozco —se negaba a avanzar, él sabía de lo que Francis era capaz.

—John, ven aquí y dime eso en mi cara.

—No. No tengo por qué seguir soportándote.

Francis solo necesitó dar un paso para estar a la distancia de John, sus brazos lo tomaron de los brazos y de un solo golpe lo mandó al suelo.

—Te espero en el apartamento.

Esa noche, John había vuelto luego de meditar que no tenía nadie más en Nueva York, que su familia estaba en otro estado y que era eso o dormir debajo de un puente. Bajo el mismo cielo, meses después caminaba a una cafetería, había roto con ese loco psicópata y necesitaba un café.

—Descafeinado, por favor —luego de pedir su orden, se volteó y vio al hombre más hermoso que pudo conocer esa noche—. Tu turno.

El hombre le sonrió.

—También deme un descafeinado y dos bollos de canela —el cabello azabache le traía malos recuerdos.

Sin embargo, tal vez era hora de empezar a superarlo.

—¿Vas a compartir eso con alguien? —preguntó, directamente, al hombre de cabello largo azabache, más bajo que él y con un brillo encantador en los ojos.

—Estaba por pedirte acompañarme a terminarme el otro bollo. Te gusta la canela, ¿no?

Ambos se pararon en una esquina a esperar sus órdenes.

—Sí, más que los otros sabores. Soy John. John Laurens.

No se fue por un saludo de manos, ni un abrazo, solo soltó su nombre en el aire y esperó a que este chico fuera el indicado.

—Alexander Hamilton, a tu servicio —inclinó la cabeza en una reverencia muy principesca.

Una sonrisa se extendió en el rostro de John. Alex era un completo tonto. Sus órdenes no tardaron en llegar y ambos se decidieron por la mesa siete. Luego de compartir algunas preguntas, John solo estaba perdido en la forma en que Alex se expresaba y el otro, en la manera en que los rizos de John parecían algodón de chocolate. En eso, Alex se disculpó para ir al baño y John sacó su celular de su bolsillo.

—Adiós, Francis Kinloch —pulsó la pantalla de su celular y borró el contacto.

En la mesa, una servilleta solitaria lo saludó como si le pidiera agarrarla, en esta estaba el número de Alex con una carita que le guiñaba un ojo en un extremo. John guardó el contacto y cuando divisó a Alex dirigirse a su mesa, le sonrió.

—Hola, Alexander Hamilton.

Después de años, recordarían ese día como su primera cita/no-cita y el nombre de quien sea que fue su ex, borrado de cualquier pensamiento.

—Hola, John Laurens.


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N/A En estos días me pondré al día con los días. ¿Creyeron que era Alex el del inicio? JAJAJAJA.

In the Winter's Trail - one shots lamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora