La sonrisa de John podía iluminar un castillo completo, de hecho, eso estaba haciendo desde la comodidad de su comedor real. Su mayordomo ya había servido la comida y su mejor amigo, Gilbert, estaba junto a él, esperando que soltara la razón por la que se lo notaba tan libre de responsabilidades.
Después de tantos compromisos hechos por su padre con princesas de otros reinos y de las mismas veces en las que él los había roto con alguna que otra tonta excusa, este había dejado de presionarlo. Aun así, eso no le quitaba la responsabilidad de casarse para asumir el trono y justo hoy, parecía que había encontrado a la persona indicada.
—Ya suéltalo, John. Me vas a dejar ciego con esa sonrisa tonta. Hasta tu corona es menos reluciente —Gilbert lo inspeccionó de arriba abajo, tratando de encontrar un motivo tangible o un interruptor que fuera el responsable del cambio de ánimo de su amigo.
—Conocí a alguien. Hoy en la playa cuando venía caminando de pasear a Francis, un hombre con un cabello rojizo ondulado se apareció sobre una de las rocas. Parecía estar nadando en la playa o eso medio me explicó.
Gilbert se acomodó en su asiento y lo acercó más a la mesa. No podía creerlo, su mejor amigo, su John, estaba enamorado y lo sabía por el brillo que sus ojos habían adquirido al empezar a hablar de este extraño misterioso. Ni la princesa Martha, que había sido una de las mejores pretendientes y terminó convirtiéndose en amiga del futuro rey, había logrado tal impacto en John. Gilbert estaba más que emocionado por saber más.
—¿De dónde es? ¿No te lo dijo?
—Hablamos un rato, él desde la roca y yo desde la orilla. Él prometió volver mañana a la misma hora.
Las manos de John comenzaron a moverse solas en la mesa, Gilbert lo noto, él estaba nervioso.
—Hey, no hay que preocuparse. Seguramente mañana lo encuentras en el mismo lugar.
El sonido de la silla inclinándose alertó, al francés, del inicio de uno de los discursos y crisis existenciales que su amigo, a menudo, se manejaba.
—¿Y si se enteró de mis antecedentes? —los pasos de John se expandieron por todo el salón en el que consistía el comedor.
—¿Qué eres un príncipe y que necesitas casarte lo antes posible? Claro, como si eso pudiera espantar a las personas.
—No, no, eso... Bueno sí —sacudió sus manos excusándose de algo que no debía de disculparse.
Luego se volteó y continuó caminando.
—Además que eres buen partido, tienes algunos talentos escondidos y te gustan los animales. No veo como puedes creer que eso le podría causar miedo, son tus mejores cualidades, Jawn.
John, al escuchar la mala pronunciación de su nombre, señaló desde lejos a Gilbert, mientras pasaba su otro dedo por su cuello en una mímica de degollar a algo o, en este caso, a alguien. Este solo le respondió con un pulgar arriba y siguió hablando:
—Mira, John, tal ves solo le tengas temor al abandono...
—¿Cómo no tenerlo? Gil, escúchame, sabes que no soy bueno manteniendo relaciones sociales... Ni siquiera sé cómo empecé a hablar con él.
—¿Tú le hablaste primero? —preguntó confundido, ese sí que había sido un cambio repentino.
—Lo hice, su aura o lo que sea, me atrajo a él. No sé, parecía alguien fuera de este mundo, alguien diferente. Le gustó la broma de las gaviotas —él sonrió al recordar la melodiosa risa del hombre pelirrojo.
En realidad, habían hablado por más de dos horas, ambos se habían contado sus problemas y necesidades. Ambos se habían entendido en cuestión de segundos, y aun así continuaron conversando porque la presencia del otro no le había molestado para nada. Se sentía en casa.
Y al final cuando, se habían prometido verse el día siguiente, antes de que le dijera su nombre, nadó un poco más cerca de la orilla de la playa. John podía jurar que no vio ninguna pierna debajo del tronco o alguna molestia para nadar contra la corriente. En ese momento, creyó que no era más que una ilusión de la luz o una alucinación por el calor del día, el mismo que lo había obligado a salir sin camisa.
No, él lo había visto con sus propio ojos. El hombre pelirrojo era un tritón.
—Y su nombre es Alexander Hamilton.
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N/A Algo rápido que se me pasa la telenovela: esta es la cosa más espontánea y uno de los shots más cortos que he escrito. Sí, es la apariencia histórica, pero es un mundo completamente nuevo. Me basé un tantito en un fic Klaine (increíble) que leí hace tiempo. Espero que les haya gustado.
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In the Winter's Trail - one shots lams
DiversosEsta es una colección de historias, algunos cuentos y por lo general one-shots de parejas que rondan a menudo en mi cabeza. Adéntrate a mi mundo si te atreves, quedas advertido. Para más información, revisar el índice. Incluye: • Lams • Kingbury • H...