Capítulo 30

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Natalia corrió por la casa dando saltitos en el proceso y con una sonrisa que le ocupaba media cara. Estaba claramente feliz pese a que no lo entendía, no era el estado de ánimo que solía tener en las circunstancias en las que se encontraba, pero es que había visto a Alba cruzar el paso de peatones que la iba a llevar hacia su casa y se moría de ganas de verla y de estrecharla entre sus brazos, así que no había frenado ese impulso y había corrido para llegar a la puerta justo antes de que llamase al portero.

- ¿Si?.- se mordió la sonrisa, tratando de contener la ilusión. 

- Soy Alba, ¿me abres?.- no obtuvo más respuesta que la del sonido que le indicaba que ya podía empujar para abrir. 

Alba subió escalón a escalón aquellos tres pisos llenos de nervios, habían quedado aquella tarde de sábado para charlar como lo habían hecho en otras ocasiones por las ganas de aprender de una y las ganas de pasar más tiempo juntas de la otra. Natalia le prometió, una tarde de la semana que estaban a punto de dejar atrás, que iba a volver a dejar que le hiciese las preguntas que quisiera cuando se encontrasen a solas y lejos de oídos indiscretos. Y se lo prometió al ver como Alba parecía cada vez más insistente en comprender muchos detalles, todos los posibles, sobre las relaciones homosexuales. Así que, pese al miedo que les daba a ambas que José impidiese aquel encuentro, la morena la citó a las cuatro de la tarde para tomar un café con hielo para poder soportar mejor el calor propio de la segunda semana de julio en la capital. 

Para cuando Alba llegó al rellano del tercero, Natalia ya había abierto la puerta y la esperaba con una sonrisa impaciente en el recibidor de su piso.

- Hola.- se le contagió la sonrisa a Alba nada más verla. 

- Hola Alba.- abrió más la puerta para que pudiese entrar sin problemas. En cuanto lo hizo, la cerró y se giró para mirarla de nuevo.- qué guapa vienes.- la miró de arriba abajo. 

- ¿Sí? ¿Te parece que voy guapa?.- se sonrojó fruto de la timidez que le daba que Natalia le dijese aquello.- es mi falda favorita...

- Te quedó como nueva, eh.- hizo referencia al destrozo que le hizo José la última vez que se la puso.- si es que Mercedes tiene una mano... 

- Pues sí...- asintió pensativa.- y tenía muchas ganas de ponérmela.- se acarició la tela algo nerviosa por estar recibiendo toda la atención de la morena.- la blusa también es mi favorita. 

- Te queda como un guante, estás guapísima.- le dio un último repaso y la invitó a entrar al salón. 

Alba se recolocó el pelo detrás de la oreja con nerviosismo. Se había puesto sus mejores galas para aquel encuentro con Natalia. Para ella era un día importante en el que esperaba ponerle fin a las extrañas dos semanas que estaba viviendo tras el sueño subido de tono que había tenido con la morena que le tendía un vaso con hielo justo a la taza de café que se encontró al llegar al salón y tomar asiento frente a la mesilla. 

- ¿Te ha puesto algún problema tu marido?.- se interesó Natalia. 

- No.- negó con una sonrisa.- le he dicho que aunque os acostéis.- no pudo evitar reír ante la mueca de asco de la morena.- no pienso dejar que la gente se de cuenta de que pasa algo. No sé si me ha creído mucho, pero lo único que me ha pedido es que no llegue tarde para hacer la cena.- rodó los ojos Natalia al escucharla decir eso. 

- No vaya a tener que freírse un huevo él...- murmuró.- ¿y te puedo hacer una pregunta antes de que empieces tú con las tuyas? 

- Claro que sí.- asintió y sonrió al verla sonreír también, y lo hizo tanto que tuvo que cerrar los ojos en el proceso.

1973Donde viven las historias. Descúbrelo ahora