Capítulo 2

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- Hola mamá. - gritó nada más abrir la puerta de la que había sido su casa durante toda su vida. 

- ¿Alba?- Rafi se secaba las manos con un trapo mientras se asomaba al pasillo para ver a su hija.- ¿Qué haces aquí? - se extrañó de verla en su casa a esas horas. 

- Abuela. - Álvaro soltó la mano de su madre y salió corriendo hacia Rafi. 

- ¿Dónde va el niño más guapo de Madrid? - lo cogió en brazos. 

- Te los traigo a ver si te los puedes quedar un ratito esta mañana, que tengo que hacer unos recados y no puedo ir con los dos. - le sonrió con inocencia. 

- Claro que sí, ¿y dónde vas?

- Con Marina a hacer la compra, pero ya sabes como se pone este bicho cuando se cansa. 

- Claro, pues se quedan haciendo compañía a la abuela, faltaría más. ¿Y tu hermana?

- Pues tiene que estar al caer, habíamos quedado aquí.- se giró para mirar el reloj de la pared.- no creo que tarde mucho. 

- ¿Te pongo un cafelito mientras la esperas? Venga va, siéntate y cuéntame cómo te va, que estás muy perdida tú últimamente.

Alba aceptó la invitación de su madre y le estuvo contando cómo le iban las cosas últimamente, obviando las malas noticias y suavizando la situación económica, restandole importancia para que la pobre mujer no se preocupase de más. 

- Ya verás como esto es un bache tonto, hija, toca apretarse el cinturón y esperar a que pase. Y si te hace falta dinero, me lo pides, que para algo soy tu madre. 

- Tú no te tienes que preocupar por eso, mamá. - recogió el vaso que había usado y salió de nuevo al salón. 

- Ay, hija, si tu hubieses vivido la guerra...- suspiró - aquello sí que era pasar hambre. Y aquí estamos.

- Claro que sí, esto no es nada. - dejó un beso en su mejilla, se despidió de los pequeños y salió de la casa. No tuvo que esperar más de un par de minutos cuando vio llegar a su hermana.

- Perdón, se me ha ido el santo al cielo. - cogió aire tras las prisas por llegar. 

- No te preocupes, he estado tomando un café con mamá.- besó su mejilla- ¿vamos?

- Vamos.- asintió con una sonrisa y se encaminaron calle abajo.- ¿Has pensado dónde ir?

- Pues... había pensado en la fábrica, mis amigas del colegio empezaron todas por allí y la mayoría tiene su puesto fijo como costurera.- se encogió de hombros. - puede ser una buena idea. 

- Pues venga, vamos. 

Hicieron el camino en silencio, pues los nervios no dejaban a Alba articular ni media palabra. Tenía ganas de que aquello le saliese bien, de encontrar trabajo y poder mejorar la situación económica de su casa. Marina la observaba siendo consciente de lo que pasaba por su cabeza y le apretó el brazo en señal de apoyo en cuanto llegaron a la puerta. Alba cogió aire, se alisó la falda y se decidió por entrar. 

- ¿Os puedo ayudar en algo? - no tardó en aparecer una recepcionista con una sonrisa impecable en la cara. 

- Eh... sí. - le empezaron a temblar las piernas- venía por si teníais trabajo, de lo que sea. 

La chica se la quedó mirando por unos segundos y Alba se tensó, aunque al ver como asentía con la cabeza se relajó. 

- Dame dos minutos que voy a buscar al responsable, él te podrá decir mejor que yo si están buscando a gente. 

1973Donde viven las historias. Descúbrelo ahora