Capítulo 48

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Alba fue la primera en despertar, y no precisamente por voluntad propia, en aquella cama. No recordaba a qué hora se pudo ir a dormir la noche anterior, lo que sí sabía es que era tarde, muy tarde. Y le hubiese encantado seguir durmiendo plácidamente, pero el tirón en su lado de la sábana se lo estaba poniendo complicado. 

Bufó y abrió un ojo para ver lo que ocurría, apenas dos segundos tardó en reaccionar en cuanto vio aquella cara justo frente a ella y se despertó de golpe.

- Mami.- hizo una mueca de cansancio.- tengo hambre...

- Álvaro, mi amor.- se apresuró a cubrir bien su desnudez con la sábana.- vamos a hacer una cosa.- susurró.- no podemos despertar a Nati, ¿vale?.- el pequeño asintió confuso.- vale, pues ¿por qué no me esperas en el salón y ahora hacemos el desayuno? ¿si?

- Vale mami.- asintió y salió de la habitación. 

Alba se giró para mirar a la morena, que dormía dándole la espalda y sin enterarse de nada. Agradeció mentalmente que por primera vez no se hubiesen despertado completamente abrazadas y que las sábanas cubriesen su desnudez, pues no sabría cómo explicarle a Álvaro qué hacían desnudas en la misma cama. 

Se levantó antes de que el pequeño volviese a buscarla y se apresuró a ponerse ropa interior y un camisón antes de salir hacia la cocina para empezar a preparar el desayuno. 

- Buenos días corazón, dame un beso.- se agachó para recibir el abrazo y el beso de su pequeño.- ¿Tu hermana sigue durmiendo?.- Álvaro asintió y Alba puso a calentar un poco de leche para acercarse al dormitorio de sus hijos y comprobar que Lola seguía dormida. 

Aprovechó para hacer café y así poder sobrellevar algo mejor el sueño que arrastraba. Preparó el desayuno de Álvaro y lo dejó sobre la mesa mientras terminaba de preparar el suyo y el de la morena, pensando en si se despertaba pronto y después de tanto ejercicio la noche anterior tenía el mismo hambre que ella. Sintió unas manos en sus hombres masajeandolos con suavidad y un cuerpo pegándose a su espalda. 

- Buenos días, qué rico huele ese café.- besó su mejilla.- deja de hacer esos ruiditos que está Alvarico en el salón y no te puedo poner sobre esta encimera y...- presionó con su cuerpo para acorralarla.

- Nat...- se echó hacia atrás para pegarse a su pecho.- buenos días.- sonrió pegando su espalda al cuerpo de la morena todo lo que podía.- tengo tostadas, hay dulces de los que traje ayer del horno... ¿qué te apetece?.- murmuró mirándola de lado. 

- Me apetece esto...- agarró el culo de la rubia con sus manos y lo apretó mientras se mordía el labio. 

- De eso no me queda ahora mismo...- rió.- pórtate bien.- suplicó en un susurro. 

- Pues... me voy a comer una tostada.- se acercó de nuevo a su oído.- porque tu dulce no me lo dejas desayunar...

-¡Nat!.- la advirtió en un susurro.- anda, tira para el salón que voy a sacar esto.

- ¿Cómo que tira para el salón? Que no eres mi sirvienta.- agarró dos tazas.- venga, que yo saco el café.- se puso a servirlos. 

-¿Cómo has dormido?.- le preguntó en cuanto se sentaron a desayunar.

- Dormir he dormido genial, Alba, pero...- se calló al ver la mirada que le estaba dedicando la rubia.- pero el despertar... no me ha gustado nada, eh...

- Nat.- pudo leer en los labios de la rubia mientras miraba a Álvaro.- ¿y eso? ¿has tenido una pesadilla?

- Sí, una horrible...- fingió cara de pena.- me quedaba sin bollito para desayunar.- le guiñó un ojo. 

1973Donde viven las historias. Descúbrelo ahora