Capítulo 38

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- A ver.- se sacudió las manos Jon.- que me dices que tienes miedo de no saber qué hacer si Natalia quiere ir más allá pero yo casi me caigo al suelo al escucharte decirle... lo que le dijiste.- Alba se sonrojó.- no te digo como dejaste a Natalia con aquello porque...

- ¡Ay, Jon!.- aumentó un tono más en el rojizo de sus mejillas.- es que cuando hablo con ella no lo pienso... pero me da mucha vergüenza... ¿tú crees que pensará que soy... una fresca... o algo así? 

- ¿Quién? ¿Natalia?.- Alba asintió insegura.- Para nada, nena... yo es que no soy vulgar, pero si lo fuese te diría que la dejaste aplaudiendo... y no con las manos precisamente, no sé si sabes por donde voy...

- ¡Jon, por dios!.- le golpeó con el trapo.- hay que ver como eres, eh...

- No he dicho ninguna mentira... si quieres te puedo presentar a mis fuentes y te van a confirmar lo que te he dicho, eh...

- ¿Qué fuentes?.- lo miró frunciendo el ceño. 

- Pues Julieta, bolli, ¿quién va a ser?.- la miró con obviedad.- ¿tú te crees que no nos llamamos por la noche para saber de qué hablasteis? 

- ¿De verdad?.- preguntó con timidez.- pero...

- Mira, es hora de que empieces a asumir que lo que sea que tengas con Natalia no va a salir del circulo... pero el circulo incluye a Julieta y a Inés. 

- No... Jon, qué vergüenza... no les digas nada de lo de la llamada, por favor.- suplicó haciendo un puchero.

- Bueno... para eso a lo mejor es un poco tarde...

- ¿En serio? ¿A Inés también?.- alzó una ceja. 

- Claro, yo me debo a mi público, Alba...

- Eres peor que las marujas...- murmuró.- vamos a seguir con el trabajo que se nos pasa la mañana aquí charlando.

- Mírala como se le ha subido a la cabeza estar liada con la jefa...- le dio un golpe de cadera. 

- No estoy liada con la jefa.- lo señaló.

- Todavía.- murmuró Jon. 

- Todavía.- se la devolvió la rubia. 

- Pero lo estarás...- soltó una risita. 

- Venga, a trabajar ya.- le lanzó el trapo para huir de esa conversación de marujas. 

Habían pasado cuarenta y ocho horas desde la llamada a París y las conversaciones entre los dos compañeros de trabajo, cada vez más cercanos y empezando a construir una bonita amistad, giraban entorno a aquello. 

Jon observaba como Alba amasaba tranquilamente y sumida en sus pensamientos y no pudo evitar morderse la lengua para no decirle lo adorable que le parecía y las ganas que tenía de que Natalia volviese para poder verlas juntas. Tampoco quería asustarla con su intensidad, pese a que la rubia parecía haberse tomado bien las salidas del catalán con el tema de su aventura con Natalia. 

Alba, por su parte, no dejaba de darle vueltas a lo suelta que se sentía con todo lo que hacía referencia a Natalia a los sentimientos que tenía por ella. Contra todo pronóstico, en apenas unos meses, la morena había sido capaz de derribar uno a uno todos sus prejuicios para que, en ese mismo momento, no existiese nada que la hiciese no aceptar lo que no había podido evitar: fijarse en Natalia y caer rendida a sus pies.

- Oye Alba...- no pudo contenerse más.- ¿no tienes como muchas ganas de que vuelva Natalia?

- Pues sí.- suspiró.- muchísimas... pero no queda nada, en dos días está aquí ya...

1973Donde viven las historias. Descúbrelo ahora