Capítulo 73

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Llevaban dos días junto a los Lacunza en la capital francesa y solo se habían separado de ellos para dormir. Cada mañana, Alba y Natalia abandonaban sin muchas ganas la cama en su habitación de ensueño y se acercaban a desayunar a casa de Santi y Juliette para no separarse de la familia hasta después de cenar. 

Pero estar en plan familiar no quería decir que no buscasen momentos para ellas solas, aunque estos les pillasen en cualquier lugar. Incluso en la cocina de aquel piso en el que había demasiada gente como para tener algo de intimidad.

- Vamos, Albi...- se acercó a su espalda y coló las manos por debajo de la blusa.- que no nos ve nadie.- susurró en su oído.- uno cortito.

- Que no, Nat.- intentaba librarse de su agarre entre risas.- que puede entrar cualquiera en cualquier momento.

- Va, mi amor... ¿tú no quieres? Esta no es la luna de miel que me prometió Jon.- empezó a besar su mejilla.- uno muy corto...

- Las reclamaciones...- se mordió el labio en cuanto sintió como dejaba pequeños mordiscos en su oreja.- las reclamaciones a Jon, yo no prometí nada de eso.- bajó las manos hasta encontrarse con las de Natalia, tratando de evitar que lograse lo que se había propuesto.- ¿no decías que te gusta cómo me queda este pantalón? ¿Por qué me lo quieres quitar?

- No quiero quitártelo... solo quiero desabrocharlo y colar mi mano por aquí.- rozó la piel que empezaba a esconder el pantalón.- pero ¿tú has visto cómo te quedan?

- ¿Me quedan bien?.- se giró para tenerla cara a cara.

- Te quedan que parece que lo han diseñado pensando en ti.- se acercó a su rostro.- ¿te puedo dar un besito por lo menos?

- No.- le sacó la lengua y tiró de sus hombros para alejarla.- por mala. 

- ¿Mala yo?.- Alba asintió.- ¿Mala yo?.- sin que la rubia se lo esperase empezó a repartir cosquillas por sus costados. 

De aquella cocina solo salían carcajadas y gritos de alegría. Una felicidad que llegó hasta el salón en el que se encontraba el resto de la familia y que no dudaron en dejarse atrapar. Los Lacunza nunca habían visto a Natalia tan feliz ni tan completa como la estaban viendo, por lo que estaban extremadamente agradecidos con Alba por lograr tenerla así de radiante. 

- ¿Son así siempre?.- preguntó Elena rodando los ojos, fingiendo un hastío que no sentía en realidad.

- Son peor.- confirmó Jon.- ya no pueden vivir la una sin la otra.

- Y yo que me alegro por ello.- confirmó María.- esa chiquilla le hace mucho bien a mi Natalia, que no se separen nunca y yo también seré feliz.

- Tú y todos, María, tú y todos.- asintió Jon. 

El teléfono sonó y Santi fue el encargado de responder. 

- Seguro que es Marina otra vez, ha llamado tres veces al día desde que estamos aquí.- trató de adivinar Jon.

- ¿Hola?.- descolgó el teléfono Santi y probó si la apuesta de Jon se cumplía. 

- Santiago.- pero falló.- soy Rafael.

- Buenos días, don Rafael.- mandó a callar al resto.- ¿como es que llama?

- Yo no diría que tanto.- guardó silencio unos segundos.- ya tenemos la decisión del tribunal sobre la separación de Alba. 

- ¿Y bien?

Santi se tensó, Jon se mordía las uñas tratando de averiguar qué era lo que tenía que decir don Rafael guiándose por las caras que iba poniendo Santi. Las risas de Alba y Natalia cada vez se escuchaban más lejanas, ya no invadían el salón ni estaban pendientes de ellas, sonaba en un segundo plano y toda la atención la había acaparado aquel teléfono. Incluso Mikel, María y Elena, que sin saber quién era aquel don Rafael ni por qué el resto guardaban silencio con tanta tensión, se preocuparon por lo que pudiese estar ocurriendo. 

1973Donde viven las historias. Descúbrelo ahora